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Iluminaron el camino con la luz del recuerdo. Las calles de Izalco encendieron el resplandor de la memoria de la vida de miles de hombres y mujeres que un día cesaron su clamor de justicia en la oscuridad Con antorchas, find velas e incienso la Comunidad Indígena de Izalco marchó en peregrinación para recordar a los “tatas y nanas” que hace 84 años fueron masacrados en dicho municipio.
Los caminos y veredas que hace 84 años fueron testigos silenciosos del levantamiento indígena campesino contra la represión martinista, medical ahora son sitios donde el urbanismo no ha podido borrar la historia.
La caminata visitó tres lugares que fueron fosas comunes: El Rosal, malady La Violeta y El Llanito. Ahí se encendieron velas en señal de respeto y recuerdo a los mártires, acompañados por el sonido del caracol y el pito, como símbolo de la presencia de los ancestros. La masacre de 1932 fue una de las mayores represiones contra las poblaciones indígenas por parte de las fuerzas militares del General Maximiliano Hernández Martínez, entonces presidente de la República. Trajo consigo efectos que se extendieron décadas posteriores, como la marginación, exclusión, y ocultamiento al que recurrieron los sobrevivientes y sus descendientes.
“Para nosotros es momento de dolor. Mataron a mucha gente indefensa. Nuestros abuelos reclamaban justicia, ya no aguantaban el hambre, la miseria, la esclavitud y empezaron a organizarse.
Hemos sido despojados de nuestras tierras desde la llegada de los españoles. Nos quitaron las tierras comunales y ejidales, trataron de eliminar a nuestro pueblo”, manifestó Rafael Latin, Alcalde del Común.
En Izalco se perdieron muchas tradiciones y prácticas indígenas, luego del etnocidio. El náhuatl se dejó de hablar, los cotones y refajos fueron sustituidos. Incluso algunas personas cambiaron sus apellidos por temor a represalias.
“Izalco es un lugar que no se escribió con flores sino que con sangre. Hay muchas personas a las que no les gusta la historia porque dicen ¿por qué hacer eso? Es importante conocer la historia de nuestros pueblos.
El problema de nuestros abuelos y abuelas fue tener hambre, no fue un levantamiento comunista como dicen los libros de historia de la derecha, fue un levantamiento étnico”, explica Franco Huixtemi, participante de la peregrinación.
Aunque no hay datos oficiales, algunas investigaciones señalan que la cifra de fallecidos superó a las 10 mil personas en el occidente del país
En lugares como Tacuba, Nahuizalco y Caluco también hubo represión militar.
Esta mañana continuaron las actividades conmemorativas con una ceremonia ancestral en El Llanito, un lugar emblemático donde fueron sepultados centenares de víctimas en fosas comunes. Ahí se rindió culto al sagrado fuego como señal de vida de los “Tatas y nanas”.
“Le estamos diciendo al país aquí estamos, se equivocaron, no pudieron exterminarnos”, agrega el Alcalde del Común.
A pesar del dolor que causó el etnocidio de los indígenas izalqueños en los sobrevivientes y descendientes, el tiempo no ha logrado borrar la huella de los que un día lucharon sin temor por mejores condiciones de vida.
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