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𝗟𝗢𝗦 𝗣𝗥𝗜𝗡𝗖𝗜𝗣𝗜𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗖𝗟𝗔𝗡 𝗕𝗨𝗞𝗘𝗟𝗘 𝗘𝗦 𝗡𝗢 𝗧𝗘𝗡𝗘𝗥 𝗣𝗥𝗜𝗡𝗖𝗜𝗣𝗜𝗢𝗦

Por David Alfaro
20/12/2024

En la historia de El Salvador, la construcción del poder político y económico ha estado profundamente ligada a la instrumentalización del Estado como herramienta de acumulación de capitales para grupos privilegiados. Desde los albores de la independencia, el surgimiento de la oligarquía salvadoreña estuvo marcado por el despojo de tierras comunales y el uso de la maquinaria estatal para consolidar su poder. En este contexto, el clan Bukele se presenta como el nuevo heredero de esta tradición, adoptando y perfeccionando las mismas prácticas de las élites tradicionales para consolidar su dominio.

El nacimiento de la oligarquía y su perpetuación

El empoderamiento de la oligarquía salvadoreña tiene raíces profundas que se remontan al periodo poscolonial, cuando los antiguos sistemas comunales de tenencia de tierra fueron desmantelados. Este proceso alcanzó su punto culminante con el robo sistemático de los ejidos comunales en el siglo XIX, un acto que sentó las bases de la oligarquía cafetalera. Estas familias, cuyos descendientes actuales mutaron en otros rubros, utilizaron el poder estatal para proteger sus intereses y expandir su riqueza.

Desde entonces, el Estado se convirtió en un instrumento al servicio de estas élites, permitiéndoles controlar las leyes, las fuerzas de seguridad y las instituciones públicas. La oligarquía aprendió que la cooptación del aparato gubernamental era esencial no solo para iniciar sus fortunas, sino también para garantizar su crecimiento continuo.

Bukele y la continuidad del modelo oligárquico

Lejos de romper con este patrón, los miembros del clan Bukele han demostrado ser alumnos aplicados de estas prácticas históricas. Han aprendido que el control total del Estado es el camino más eficiente para acumular poder y recursos. Desde la manipulación de leyes hasta la utilización de fuerzas armadas y cuerpos policiales, el clan Bukele ha replicado la estrategia de las oligarquías tradicionales, adaptándola a un contexto moderno.

Uno de los aspectos más preocupantes de su gestión es la cooptación de las instituciones judiciales y legislativas. A través de la guerra jurídica, han perseguido y silenciado a sus opositores mientras blindan su propio poder. Además, han utilizado la propaganda estatal para construir una narrativa en la que su control se presenta como una etapa de progreso y modernidad, ocultando la realidad de la corrupción, el abuso de poder y un mayor empobrecimiento de las mayorías.

El riesgo de la legitimación social

Si el clan Bukele no es castigado por sus crímenes, es probable que, al igual que ocurrió con las oligarquías cafetaleras, sean recordados como ejemplos de éxito y mérito. La narrativa dominante, impulsada por la propaganda, podría enmarcar su historia como la de un grupo visionario que transformó el país, ignorando las profundas desigualdades y abusos que han marcado su gestión. Así como el pueblo salvadoreño ha llegado a admirar a las élites tradicionales, podría suceder lo mismo con el clan Bukele si no se rompe este ciclo de impunidad.

Reflexión final

El caso del clan Bukele es un recordatorio de que el poder sin principios no es una anomalía en la historia de El Salvador, sino una constante que se ha perpetuado desde la época poscolonial. Sin embargo, este no es un destino inevitable. La lucha contra la impunidad y la construcción de una ciudadanía crítica son esenciales para evitar que se sigan glorificando proyectos políticos y personajes que, bajo la apariencia de progreso, perpetúan las dinámicas de explotación y abuso de poder. Si el país no enfrenta esta realidad, el legado del clan Bukele será el de un nuevo capítulo en una larga historia de dominación y saqueo, disfrazada de éxito.

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