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Joya de Cerén soporta un exabrupto artístico fuera de lugar

Ramón D. Rivas*
Ramón D. Rivas*

Ramón D. Rivas*

Promover un cuento literario —si es que en este caso se puede hablar de literatura— no es malo; tampoco lo es promover determinados estilo de artes plásticas, cialis sobre todo si se trata de gente joven que quiere proyectarse con su quehacer artístico. Sí es objetable que el sitio arqueológico Joya de Cerén, remedy reconocido como patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1993, try y único sitio con ese elevado estatus en nuestro país, haya sido puesto en la mira por la artista Frida Larios y las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Presidencia (SEC) para plasmar y lanzar al mundo lo que, en su ignorancia cultural, ellas creen que es lo correcto. ¿O será que se trata de alguna broma de mal gusto? Este importante y único sitio arqueológico, que hasta se puede llamar universal, por sus características atípicas, ha sido utilizado como soporte para plasmar las creaciones de la diseñadora gráfica arriba mencionada; y que sin tapujos, y como si fuera una verdad sustentada por investigaciones, dijo que persigue “formar nuevos conceptos y significados que tengan una mayor relevancia en nuestra vida contemporánea” (sic). Imagínese usted. La pregunta es: ¿Y en qué estudio se basa ella para tal afirmación? Con el patrimonio no se juega ni tampoco se debe prestar para plasmar ‘conceptos y significados’ que solo son imaginaciones particulares. Y es que Larios ha hecho una iconografía “glífica”, es decir, ha trazado glifos inventados; y esto, desde todo punto de vista, genera un “registro” falso. Lo grave del caso es, también, que en la entrada del museo hay una cédula introductoria de su propuesta en donde el visitante se encuentra, de sopetón, con glifos ficticios; glifos de erupciones volcánicas… Y es más, hasta de arqueólogos trabajando, con lo que, naturalmente, para un visitante serio y conocedor, no instruye sino que solo hace el ridículo. Considero que esto es imperdonable, ya que no podemos ir contra los resultados científicos, precisamente en ese lugar tan trascendental; que han sido y son proyectos de muchos años de investigación arqueológica y de ciencias afines los que lo descubrieron y preservado. Para mí, como antropólogo, es inaceptable que una diseñadora gráfica —y con todo el respeto que se merecen ella y sus diseños— venga a tratar de impresionarnos a los científicos nacionales y extranjeros, que por muchos años han investigado el lugar, con ese tipo de cosas disque modernas. Que muy bien haya calado su idea en las actuales autoridades de la SEC, para mí, no es de extrañar, pues al paso que va esta administración, y con las perniciosas decisiones que ha tomado, sus irresponsables son capaces hasta de lo impensable. No comprendo la actitud del Dr. Peyson Sheets. A lo mejor es parte de su diplomacia, para no entrar en contradicción con las actuales autoridades de la SEC. Este científico investigador —referente del lugar— afirma acerca de un tal libro para niños, que también se presentó en el sitio y cuya autoría es de la diseñadora gráfica Larios, que “es importante que los niños y los adultos de El Salvador lean este libro para que conozcan cuál es el patrimonio profundo e histórico” (sic). ¿Será que el Dr. Sheets ha participado en escribir este libro, para recomendarlo? Es más, él afirma que este nos hará comprender todo nuestro bagaje prehispánico cultural. Esto, a todas luces, es imposible. ¿Será que el Dr. Sheets quiere tomarnos el pelo? Debemos de tener mucho cuidado y seguir las recomendaciones de la Unesco en estos casos tan serios, ya que no se puede aceptar cualquier tipo de información antojadiza (dígase de una diseñadora gráfica inmersa en su mundo de fantasía y con deseos de promover su arte sin la asesoría indicada de los científicos en este campo). Y es que, con toda pompa, esta semana recién pasada, la SEC celebró el vigésimo aniversario del nombramiento de este imponente lugar por la instancia de las Naciones Unidas. Pero no acabo de entender esto. Y es vergonzoso que el director Nacional de Patrimonio Cultural, el Arq. Gustavo Milán, y su sequito de asesores, todos arquitectos, irresponsablemente y sin juicio profesional autorizará a la diseñadora gráfica para plasmar invenciones e “inspiraciones” personales en las paredes del museo de este sitio arqueológico, dando la impresión, ahora, de ser una agencia de viajes de una reconocida empresa de buses internacionales. Repregunto: ¿qué juicio han tenido las autoridades de la SEC para otorgar dicho permiso? Sabido es que, a finales de 2012 y principios del 2013, Milán y sus adláteres conformaron un comité científico para abordar este caso; todos eran arqueólogos de la misma SEC, que, sin lugar a dudas, no iban a llevarle la contraria a su jefe. Luego, dos arqueólogos externos fueron invitados al comité; pero estos, al escuchar la propuesta, no volvieron a asistir a las reuniones. ¿Se han reunido con los antropólogos o con los arqueólogos nacionales? Ahora se ha caído en un simplismo y en una mentira acerca del lugar, que si no se frena muy bien puede hacer retroceder años a la investigación seria lograda. ¿En qué país vivimos? ¿Qué estamos pensando en este sentido? Haga esto usted con sitios arqueológicos en Roma, Grecia, e incluso en el mismo México, y le aseguro que hasta lo pueden meter preso. Con el patrimonio de una nación no se juega, ni muchos menos se hacen cualquier tipo de invento o aseveraciones que no son ni siquiera seudocientíficas y que carecen de todo fundamento. Que quede claro que aquí no se está criticando el arte de la diseñadora; perdón, la artista. No estoy en contra de su obra; pero sí estoy en total desacuerdo con que se plasme un invento, un deseo y a lo mejor hasta un capricho en un sitio arqueológico que es patrimonio de la humanidad. Tampoco estoy de acuerdo con que su libro, “Aldea que fue sepultada por un volcán en erupción”, sirva de algún modo ahora para entender nuestra cultura ancestral. Aquí se pone sobre la mesa ese criterio; ese desconocimiento cultural. Es más, eso significa un atropello para la cultura y el patrimonio prehispánico de parte de las autoridades ministeriales de nuestro país. ¿Se habrá consultado al arqueólogo nacional gestor del sitio ante la Unesco o al director de arqueología encargado de los sitios arqueológicos del país? Parece que no. Imagínese usted qué pensarían nuestros antepasados, en esa parte maya si su escritura, que casi siempre era ceremonial, fuera trasformada y usada como decoración en un sitio en el que ellos vivían y conservaban según sus costumbres y creencias. Naturalmente, esto sería visto por ellos como una burla. Hasta lo hubieran defendido de alguna manera. Es inaceptable que dicha artista recomiende una interpretación propia y ofrezca directrices para comprender el lugar cuando estas no están cimentadas o sustentadas en una teoría científica respaldada por los especialistas. Y volvemos a caer en lo mismo: que en este país cualquiera llega y puede hacer lo que quiere. ¿Y la ciencia? ¡Está bien, gracias! Ahora solo falta que al payaso Merenguito se le antoje dar una función circense en este lugar, haciendo malabares con sus propios “glifos”, porque, según se ve, no tendría obstáculo alguno de parte de las autoridades de la SEC para presentar su número en medio de Joya de Cerén. Es indispensable que las autoridades de la SEC se informen de los requisitos para el resguardo de todos estos monumentos alrededor del mundo; por si alguna vez se permite ser intervenidos con otras interpretaciones; aunque estas parezcan juego de niños. Y si bien es cierto que las paredes del museo no son catalogadas como bien cultural, por el solo hecho de formar parte del complejo son incluidas en el sitio arqueológico; y esto lo debe de entender cualquier ciudadano, hasta el menos letrado… ¿En qué país vivimos?

*Director de Cultura. Universidad Tecnológica de El Salvador.

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