Página de inicio » Memoria Histórica » 11 de noviembre de 1989: Ofensiva Hasta el Tope y Punto… ¡Febe Elizabeth Vive!
Miguel Mármol hijo, Secretario Nacional de Memoria Histórica del FMLN.

11 de noviembre de 1989: Ofensiva Hasta el Tope y Punto… ¡Febe Elizabeth Vive!

Por: Oscar Martínez
[email protected]

El Salvador: una guerra civil de 12 años (1980-1992), con una ofensiva final del 10 de enero de 1981 que marca el inicio del conflicto bélico y una ofensiva Hasta el Tope y Punto…Febe Elizabeth Vive desarrollada el 11 de noviembre de 1989 que impulsa el fin de la guerra con los Acuerdos de Paz en 1992 pactados entre la guerrilla del FMLN y el Gobierno Salvadoreño.

Revivir esa gesta heroica de la ofensiva Hasta el Tope y Punto, desde el testimonio del Secretario Nacional de Memoria Histórica del FMNL, Miguel Mármol, como protagonista de la guerra del pueblo, es importante para la construcción de la Memoria Histórica de la lucha del pueblo salvadoreño contra el autoritarismo militar, el imperialismo norteamericano, la oligarquía con sus expresiones empresariales, políticas e ideológicas “la guerra psicológica” y sus “tanques de pensamiento”.

A este evento heroico histórico, le antecede la Insurrección de 1932, liderada por comunistas, indígenas, jornaleros, universitarios e internacionalistas para desmontar el sistema económico, político, ideológico y militar explotador y represor que se había montado en contra de la voluntad del pueblo explotado y empobrecido como condición para la existencia de una clase social de la burguesía criolla.

Desde esos tiempos se construye el poder popular y en ese esfuerzo miles de compañeros y compañeras ofrendaron sus vidas en combate y misiones, otros fueron desaparecidos, capturados, torturados, recordemos a los miles de pobladores desplazados por la estrategia militar promovida por el imperio de tierra arrasada, a los exiliados políticos…

Pero la lucha continúa con los veteranos y veteranas, lisiados y lisiadas de guerra que en alianza con los veteranos de la Fuerza Armada luchan por justicia social, al igual que la lucha de madres, padres y familiares de las víctimas de las masacres para ponerle un “¡stop!” a la impunidad del poder oligárquico-imperialista.

La lucha del pueblo es permanente por la dignificación de nuestras vidas, las reivindicaciones pueden ser diferentes, sus luchadoras y luchadores sociales también, así como los instrumentos organizativos creados para la lucha en sus diferentes momentos de ofensiva, contraofensiva, desacumulación, acumulación, resistencia, situación revolucionaria, contrarrevolución, victorias y derrotas, propuesta y contrapropuestas, aciertos y desaciertos, esa es la dinámica que expresa la situación de correlación de fuerza de las fuerzas revolucionarias y contrarrevolucionarias.

Lo importante será aprender a superar las derrotas, crear las condiciones de profundización de los procesos de unidad de la clase trabajadora, hacer las lecturas y reflexiones de las realidades de forma oportuna para arribar a nuevas formas de organización, movilización y lucha por las transformaciones que construya una nueva sociedad incluyente, en armonía con el medio, en donde la colectividad de la persona humana sea la finalidad y sujeto y no el objeto mercantilizado. La base de todo esto debe ser la persona como sujeto político formado en lo político e ideológico que domine la tecnología, es lo que hemos conocido como el cuadro político para darle sostenibilidad a la lucha que debe asumirla y hacerla todo el pueblo.

Comandante Rogelio Martínez, al frente de un batallón de guerrilleros del PRTC en el cerro Guazapa, a mediados de los años 80. Foto del archivo fotográfico del PRTC

Durante la guerra, esa lucha del pueblo con apetito de poder político, se palpaba y se sentía en el frente, cuando uno observaba todos los movimientos de las estructuras político-militares, con altos niveles de secretividad, que se preparaban para acudir al llamado de la Comandancia General y la gran cantidad de fluidez de información de los radios estratégicos, lo llevaba a uno a intuir que algo importante estaba sucediendo, dice Miguel Mármol.

Entonces, en esos momentos no supimos de primera mano que estaba la Comandancia reunida; pero si sabíamos que la Comandancia estaba en actividad, y ya en febrero de 1987 ya venía el flujo de información, es decir, fue evidente que la reunión fue importante y ya había instrucciones para los preparativos políticos, técnicos, logísticos, militares y de todo tipo en los frentes de guerra.

Nosotros, en esos años de 1986 y 1987, nos imaginábamos que algo importante iba a suceder, lo que no sabíamos era el tiempo que íbamos a pasar. En lo personal yo vi la movilización del comandante Dimas Rodríguez y de Gerson Martínez, que iban de San Salvador a Chalatenango y fue un movimiento rápido y con muchos jefes políticos-militares, como el comandante Lucio Sosa y otros jefes que partían para Chalatenango, y entonces uno decía: “híjole ya viene otro vergeo”.

De la contraofensiva estratégica, ya en febrero de 1987 ya había información, habían cuatro documentos que se giraron en torno a las nuevas disposiciones políticas y militares que iban a realizarse, unos documentos hechos en  mimeógrafos artesanales y que no eran muchos pero hablaban de la situación política, militar, de la lucha social, de la lucha del poder de doble cara. Ya para febrero se estaban llamando a dirigentes del movimiento social de San Salvador para que subieran al frente; entonces, fue como rápido el efecto de la reunión como del plan operativo, pero a todo eso, sin dimensionar que era una preparación de años, y ya en ese año 87 empezamos a ver los AK-47, RPG-7,  Dragunov, entre otros para reemplazar el armamento nominal que tenía la guerrilla, que era el M-16, M60, etc.

Ese fue un movimiento constante, pero muy paulatino, que uno no se imaginaba la envergadura de lo que se venía, uno pensaba que era un ataque a un cuartel, a una base militar; pero no esa dimensión que iba a tener la contraofensiva, y comenzamos a oír ese término de la COES -contraofensiva estrategia- y poco a poco se fue configurando que era un esfuerzo de gran dimensión y que había que prepararse.

Recuerdo que tuvimos que buscar esas armas y municiones que pesaban un “cachimbo” para armar a esas grandes columnas de milicianos y compañeros de masas y los compas cuando veían el nuevo armamento decían ¿y esas armas q son, para qué son? Están nuevas y bonitas… Y más bonito se puso el día de la ofensiva, creo que fui la primera baja de la unidad militar a la que pertenecía, cuando bajábamos desde el cerro de Guazapa y llegamos a Soyapango en coordinación con los compañeros del PRTC, con el comandante Rogelio (Martínez) y todo el mando de la Fuerzas Armadas de Liberación FAL.

Aunque había un gran entrenamiento en el uso de las armas, de las tácticas a desarrollar en los combates en la ciudad, fue muy impactante al llegar y ver todo esa fuerza combativa en un terreno nuevo para la tropa. Recuerdo que cuando entramos todas las columnas por San José Cortés en Ciudad Delgado y llegamos a lo que ahora es la universidad Don Bosco, la población era evidentemente de la guerrilla del FMLN y había una muestra de apoyo muy fuerte de la población al ofrecernos agua, dulces, café, y todo lo que tuviera la gente, esa acogida del pueblo fue muy fuerte, muy calurosa.

La tropa guerrillera llegó a las posiciones establecidas. A nosotros nos tocó llegar a lo que ahora es el Centro Escolar República de Corea, en donde estaba el ejército, y los compañeros cuando vieron el despliegue del ejército no dejaron de estar sorprendidos, no esperábamos que el ejército estuviera ahí, entonces los compañeros que iban en la vanguardia se detuvieron para replegarse; entonces, yo de iniciativa personal les digo “no, si ahí esos se van a ir, no es necesario ni que combatamos, se van a ir al vernos”, y me bajo la calle y efectivamente los soldados eran de la Fuerza Aérea y cuando vieron el grueso de la tropa guerrillera, se corrieron, y los compañeros comenzaron a tomarse toda esa colonia que se llama Los Santos, y se quedó un grupo de soldados en la escuela que se quedaron desorientados, no vieron que los soldados se habían retirado y entonces los compañeros iniciaron a dispararle a los soldados, y me dijeron “ya cayeron los soldados” y vamos a verlos; pero cuando llegamos estaba un soldado herido y como todo en la oscuridad, cuando pasamos por donde él, él nos dispara por atrás, y fue ahí donde hieren al tío Leo y a mi persona, y creo, que creo que somos las primeras 2 bajas de la ofensiva, por la hora, que fueron minutos antes de las 8 de la noche y ahí comenzó el combate en la zona de Soyapango, en el Centro Escolar República de Corea.

Con mi brazo despedazado, continúe con los compas hasta el 18 de noviembre -2 días después del asesinato de los Jesuitas- porque el Comandante Lucio me informó que me entregaría a la Cruz Roja Internacional porque no andábamos equipo médico, al decirle que no estaba de acuerdo opto para irme al cerro de Guazapa con otros 10 compas heridos de gravedad, que algunos llevamos en hamacas, por eso fue lento el regreso para la recuperación que duró 6 meses. Al llegar a Guazapa asumimos nuevas responsabilidades, entre ellas monitorear información nacional e internacional que eran insumos para el análisis del desarrollo de la guerra y por eso sabíamos que la burguesía se iba del país y el ejército estaba desmoralizado.

A pesar de nuestras heridas andábamos en la línea de fuego y con una moral alta que nos permitía agitar a la tropa guerrillera para enfrentar las embestidas del ejército…y esa fue la labor que hacíamos desde la condición de heridos, realizamos una labor política con la población de Soyapango, en momentos que la Fuerza Armada ya bombardeaba a la población indiscriminadamente.

El 20 de diciembre de 1989, ahí por los días que los Estados Unidos invade Panamá, nosotros, desde las fuerzas de la Resistencia Nacional RN, las Fuerzas de Liberación Nacional FAL, el PRTC y las FPL estábamos en Guazapa enfrentando con la guerra de guerrillas a la tropa enemiga. Y así seguimos de enfrentamientos a enfrentamientos, nos enteramos de la derrota electoral de los Sandinistas, el 25 de febrero de 1990, -11 años de la revolución sandinista se derrumbaba (1979-1990-)- ese golpe lo sentimos y en ese contexto el ejército incrementó su accionar con una campaña de guerra psicológica que buscaba nuestro rendimiento y deserción; pero no lograron.

En esa dinámica se reanudan las conversaciones de diálogo- negociación en abril de 1990 entre el FMLN y el GOES y ese hecho habría otro escenario político para que nosotros como FMLN lanzáramos el 20 de noviembre de 1990 una maniobra militar, denominada “Castigo a la Fuerza Armada Antidemocrática” concentrado en someter a la Fuerza Armada, que se logró con la neutralización de la Fuerza Área con el uso de misiles tierra-aire.

En Guazapa ahí por el 20 y 21 de diciembre de 1991 se da el último combate en donde cae combatiendo el Capitán Samuel y una compañera. Guazapa fue un frente de mucho combate de victorias permanentes porque estuvimos en Guazapa -a 1 hora con 27 minutos (62.7 km) por Autopista Este-Oeste y por la Carretera Troncal del Norte a 1 hora con 44 minutos (70.2 km)- hasta finalizar la guerra el 16 de enero de 1992, con los Acuerdos de Paz.

Hoy estamos en todo el país con un contingente de jóvenes, mujeres, trabajadores, estudiantes, veteranos y lisiados de guerra, trabajando con toda la estructura nacional en el territorio departamentales y municipales, trabajando en la organización y formación política, con análisis y planes de trabajo, enfrentando la verdad y la memoria de este pueblo heroico con sus mártires y heroínas, en donde nos replanteamos el trabajo con todo el pueblo en la ciudad y en el campo, articulando los temas de país con los temas locales, por eso ¡la lucha continua!

Ver también

“Nosotros fuimos a aprender de ellos y luego a ayudarles cuando pudiéramos”: Miren Odriozola

Tomado de El GARA Una vida no cabe en una conversación. Mucho menos, la de …