Roma/AFP
Las guerras y los desastres naturales han provocado el aumento de los niveles de «hambre aguda» en el mundo, donde 124 millones de personas en 51 países necesitan ayuda urgente para no morir, según un informe elaborado entre otros por Naciones Unidas y la Unión Europea.
Se trata de un grave incremento con respecto a 2016 (con 108 millones en 48 países), según el último Informe Mundial sobre crisis alimentarias.
El estudio advierte que la situación tiende a agravarse sobre todo por los conflictos en Birmania, Nigeria, Yemen y Sudán del Sur, además de la sequía que azota a buena parte del continente africano.
El informe global, elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Europea y otras organizaciones internacionales especializadas, define «la inseguridad alimentaria aguda como hambre de una severidad tal que representa una amenaza inmediata para la vida de las personas».
El estudio considera que las crisis alimentarias están cada vez más determinadas por causas complejas como son los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos y los elevados precios de los alimentos básicos, factores que a menudo coinciden al mismo tiempo.
El estudio hace un llamado a los países y organizaciones a actuar «de forma simultánea para salvar vidas, medios de subsistencia y abordar al mismo tiempo las causas profundas de las crisis alimentarias».
Conflictos y cambio climático
Para los expertos de Naciones Unidas los conflictos siguen siendo la causa principal de las hambrunas que padecen 18 países, 15 de ellos situados en África o en Oriente Medio, afectando a 74 millones de personas.
Los desastres climáticos, en particular la sequía, causaron crisis alimentarias en 23 países, dos tercios de ellos de África, precisa el informe.
«Se trata de crisis complejas que tienen consecuencias devastadoras y duraderas», recalca en una nota la FAO, la agencia especializada de Naciones Unidas para la lucha contra el hambre.
El informe, de más de 200 páginas, calcula que unos tres millones de latinoamericanos padecen inseguridad alimentaria, la mayoría residentes en países como Haití, Honduras, Nicaragua, El Salvador y algunas regiones de Venezuela.
Los niños y las mujeres son los más afectados por la falta de alimentos y es necesario «encontrar soluciones permanentes para revertir la tendencia», reconoce la FAO, cuya sede central se encuentra en Roma.
Coordinación global
Con el objetivo de lograr una mayor coordinación en la lucha contra el hambre y los conflictos, las agencias de Naciones Unidas así como la Unión Europea consideran clave, además de la ayuda humanitaria urgente, que se establezcan con anticipación «iniciativas para el desarrollo».
Para ello fue creada en 2016 la «Red mundial contra las crisis alimentarias» con el apoyo de la Unión Europea, la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
«Frente a los desastres naturales y a aquellos provocados por el hombre, deberíamos dar una respuesta global más robusta y estratégica a las crisis alimentarias», reconoció Christos Stylianides, Comisario Europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis.
«Debemos reconocer y abordar el vínculo entre el hambre y los conflictos si queremos alcanzar el hambre cero. Invertir en seguridad alimentaria y medios de subsistencia en situaciones de conflicto salva vidas, fortalece la resiliencia y puede contribuir también al mantenimiento de la paz», aseguró por su parte el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva.
«El informe mundial sobre crisis alimentarias desvela la magnitud de las crisis actuales pero también nos muestra que si juntamos la voluntad política y la tecnología de hoy en día, podemos alcanzar un mundo más pacífico y estable y donde el hambre se convierta en algo del pasado», estimó el director ejecutivo del PMA, David Beasley.