Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
“Saludemos la patria orgullosos, de hijos suyos podernos llamar, y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar” fragmento del Himno Nacional de El Salvador compuesto en 1879 por el general y poeta migueleño Juan José Cañas y el músico italiano Giovanny Enrico Aberle; que fue cantado por vez primera un 15 de septiembre del año en mención.
Recientemente se festejó en la región centroamericana, el Bicentesimo Segundo Aniversario de Independencia Patria; que recuerda la emancipación de la corona española en 1821, que otorgó a los países del itsmo la libertad de sus territorios. Tal suceso rememora nostalgias de aquellas épocas de finales de los 70s y principios de los 80s en la que esta efeméride se celebró con mayor fervor patrio en la Ciudad de Las Colinas.
Para el caso en mención, no hubo en esta ciudad, hogar que no fuera adornado con bellos gallardetes azul y blanco en los frontales de sus puertas, o que sus ciudadanos participaran activamente de los actos cívicos realizados en la extinta Concha Acústica del Parque Daniel Hernández, en la que estudiantes y pueblo, escuchaban atentos los largos discursos de las autoridades civiles y militares de ese tiempo, recibiendo posteriormente a estas alocuciones un suculento refrigerio.
Aquellos lunes cívicos en las instituciones educativas, entonando el Himno Nacional con gran fervor, replicando la oración a la bandera salvadoreña, aunado a ello las acertadas reflexiones para la vida por parte de los docentes, sin faltar los actos culturales representativos de los países del itsmo centroamericano.
Cómo olvidar las extensas asoleadas en el patio del Instituto Nacional José Damián Villacorta, en la que alumnos de la desaparecida Escuela de Policía, instruían a los estudiantes en técnicas de marcha; siendo la única protección de los jóvenes educandos una gorra o visera contra el implacable sol del día.
¿Quién no recuerda los 15 de septiembre a las cinco de la mañana con el toque de diana en el extinto cuartel de Santa Tecla, ordenando a la tropa formar en escuadras para rendir tributo al pabellón nacional, el que era izado al compás de las sagradas notas del himno patrio, ejecutadas por la Banda Regimental teniente coronel Óscar Osorio, bajo el fuego de artillería?
Y qué decir de los engalanados escolares luciendo sus mejores vestiduras, marchando eufóricos al compás de bandas marciales, tal como lo reflejan las fotografías compartidas por el buen amigo Enrique Valerio: así como de los gallardos abanderados que con paso sincronizado marchaban rozagantes por la ciudad, las bellas cachiporras que, con peculiar gracia, realizaban complejas rutinas con las que deleitaron a la concurrencia.
De todo ello, solo queda el recuerdo de una época en la que los símbolos patrios fueron motivo de orgullo, lo que poco a poco pasa desapercibido por la indiferencia de las nuevas generaciones y el desinterés de las autoridades, como resultado de la influencia negativa de nuevas culturas, que irrespetan la identidad de los salvadoreños.
Que la celebración del Bicentesimo Segundo Aniversario patrio, sea un llamado a la reflexión a defender la libertad y democracia, obtenida con la vida de sus mejores hijos a lo largo de su historia ¡Felices fiestas independentistas!
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