Aída Párraga
Poeta y actriz
San Salvador, clinic El Salvador
¿Qué puede significar ¿“1932”? para cualquier lector de este libro?
Como puede ser una cifra de un libro de contadores, puede ser el número de estudiantes de un centro educativo, puede ser cualquier cosa, puede ser nada…
Sin embargo, es una fecha que tiene significado, o al menos debería tenerlo, para un poco más de 6 millones de personas que viven en El Salvador.
1932 fue un año difícil, empezó “el levantamiento indígena” y el gobierno lo aplastó inmisericorde. Pero esta no es una clase de historia, sino un intento de contextualizar el Poemario 1932 de Marco Herrera; con versos cortos, cada estancia describe sutilmente un momento de ese levantamiento, lo hace con la belleza que la concisión le otorga siempre a la poesía. La rapidez y contundencia de los versos me hace imaginar la masacre: Cada bala una vida, cada verso una vida reivindicada. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas murieron aquel sangriento año en El Salvador, pero realmente no importa si fue una o cien mil, la vida tiene un valor que no se puede medir con el número de cadáveres que recogemos al final de la locura y de la saña.
Marco Herrara, poeta, periodista y promotor cultural de origen salvadoreño, radicado desde hace muchos años en República Dominicana, visita El Salvador para presentar este poemario. Las lecturas serán el lunes 29 de septiembre en La Casa de la Cultura de San Miguel al las 5:00 pm; martes 30 en el Museo de Antropología de la Universidad Tecnológica a las 5:30 pm y el jueves 2 de octubre en Los Tacos de Paco, col. Miramonte, a las 7:00 pm.
Febrero
I
Percance de amor
fue la tierra.
II
Imágenes ideadas
al contacto de un beso
palabras susurradas al oído.
III
La confirmación del deseo,
la sentencia incumplida.
IV
La difamación del tiempo
y el espacio…
V
Eróticos versos!
VI
Fue percance de amor
La vida.
VII
La invención de incognitos
placeres y subterfugios.
VIII
Una inspiración
a la sonrisa y a nacer
de nuevo.
IX
¡A parir con el dolor
de la insurgencia ciudadanos
de otras eras,
y de otros mundos!
Marzo
I
No se podría
hablar de cosas
sin importar,
ni de versos.
II
ni de muertos
que solo las
cenizas entienden.
III
Ni de viajeros
solitarios
hacia el destierro
IV Ni de hojas
secas,
ni de sombreros
lejanos
ni de legendarios
kepis.
V
Ni de heredades
que vibran,
ni de confinamientos
voluntarios
ni de reclusorios de locos.
VI
Ni de curas extranjeros
devorando al Dios vivo
en la palabra.
VII
Ni de carretas
errantes,
ni de taciturnos
bueyes.
VIII
Solo del espectro
de una contienda,
…otra y otra.
IX
hasta brillar la nada
en nuestro cielo.
X
¡30 mil los fusilados!
uno a uno como sarna
esparcida
en los perros.
XI
Uno a uno como
esparcidos en la
memoria
y en el duelo…
Marzo
I
He aquí la absolución
de los pecados.
II
Porque maldecir
un nombre
no justifica la acción
de la palabra.
III
ni la redención,
ni los improperios.
IV
He aquí la absolución
de todos los males.
V
porque los muertos
no hablan
ni padecen.
VI
Ni siquiera
escuchan
la confabulación
de estos versos.
VI
Ni la visión de
los desterrados.
VI
Ni el clamor
de los que pidieron
justicia desde
el pulpito.
VI
Ni el desden
de los que tuvieron
por filosofía
sus andrajos.
VII
He aquí que
la palabra
se hizo carne…
VIII
y la sangre
se hizo vida.
IX
No importan
ya los apellidos
ni las afiliaciones.
X
Ni las cuentas,
ni los títulos
en el banco.
XI
no importo yo
ni cualquier otro.
XII
Ni el balance
de lo bueno,
ni de lo malo.
XIII
Es la hora convenida
como un conjuro.
XIV
Como remanente
de tiempo y de fuego.
XV
Como lluvia
que ha ido salpicando
de metáforas esta pesadilla.
XVI
Es la hora de amar
aunque nos digan
que el mañana
promete tan
sólo los paredones.
Marzo
(Finales)
I
Todo aumenta como hiedra
en cada resquemor
y miedo.
II
En cada idolatría
y perjurio.
III
Imágenes de papel
silenciadas en cobardía.
IV
El eco de cada disparo
confinando
a los hombres al claustro.
V
Como tumbas,
como higueras olvidadas
en los parajes.
VI
Armas mortíferas
y oxidadas
por el tiempo.
VII
Jóvenes reclutas
en la inmensidad
del acoso.
VIII
Obedeciendo
en la insensatez
de sociedades enteras.
IX
Sin otro remedio,
Obedeciendo.
X
Simplemente obedeciendo…
Abril
(A Hector Oquelli)
I
Es alborada
y el mirar es fatídico.
II
Sólo una tez fresca
de mujer
me acompaña.
III
una palabra amiga.
IV
Una camisa
sucia que he
vestir.
V
Una identidad
que he de negar
hasta el final
de los siglos.
VI
Es alborada
tan solo en el lecho
donde
han de rondar
mis manos
por caminos seguros.
VII
Donde he de beber luz
y procrear los hijos.
VIII
Es alborada
en los terrenos baldíos
de la muerte
IX
Entre obscenos
edificios
y monumentos.
X
Entre pasos
acostumbrados
al desencanto.
XI
Estómagos vacíos
y pómulos abofeteados
por la inclemencia.
XII
En los expendios
de licor.
XIII
En los arrabales…
XIV
Es alborada
y culmina entre
las piernas el deseo.
XV
Entre pausas y gemidos…
XVI
El amor grande
que quizás
no arrasó
consigo la revuelta.
Abril
(Finales)
I
Fueron meretrices
entre sus
garras las doncellas.
II
Gorriones que
dibujaban
en la esperanza
blancos lirios
y azucenas.
III
Fueron eco
de mi voz
todos los llantos.
IV
Silenciosos funerales,
cada quien
a su conciencia.
V
Fueron cruz
los soñadores
ante sus leyes.
VI
Delincuentes que
se buscaban
en la vida
y se buscaban
hasta en la muerte.
VII
Fueron trigo y odio
los mutilados de ese año.
VIII
Pan que enterramos
junto al poema
entre viseras
y gusanos.
IX
Esa paz de la
que heredamos
Tan solo la guerra.
1932
I
Fiel es el recuerdo
entre enredaderas
y musgos.
II
Barro, cabuya
y petates.
III
Fiel en este siglo
de cirios
y machetes que
relucieron en la derrota.
IV
Ojos que se
cerraron para siempre
entre la humareda,
la pólvora
Y el odio.
V
Fiel a todos ellos
que callaron
y durmieron
fantasmal
en sus ventanas.
VI
Comadronas que
ayudaron a
dar a luz
cafetos que se
transformaron
En ubres de leche.
VII
Higos que nadie
Comió.
VIII
Años por los
que anduvimos.
ausentes.
IX
Fiel en el recuerdo
porque estamos vivos
todavía.
X
Igualmente ciegos
y silenciados.
XI
Libres,
pero sentenciados
a muerte.
ORACION
I
… Y oraron los hombres
esas orgias de luz.
II
La indiferencia
como un contraste
humano y realista.
III
La fe como una espada
calcinante para
los ojos de los ciegos.
IV
Pan para el
hambriento,
entre hostias
ensangrentadas.
V
Esos juegos de azar
en los que perdimos
la vida.
VI
Oraron los hombres
y la noche se
hizo día.
VII
Las bestias
cumplieron
su acometido
pudriéndose
en el fuego de
sus sueños
apocalípticos.
VIII
(En el mortal
engendro
con todos
sus fusiles).
IX
Rameras
que lloraron
a tiempo
por lo que
ya estaba escrito.
X
Demonios que
brotaron de sus
pulpitos y de sus altares.
XI
Marañas con lo
que desaparecieron
también sus recuerdos.
XII
Oraron los hombres
y érase la
fe en la vida.
XII
La paz como una
consecuencia
natural y digna.
XIII
Una fiesta entre
aromas de
eucaliptos y flores.
XIV
Profetas que
hablaron
cotidianas lenguas.
XV
No, no había muerto nadie.
XVI
Oraron los hombres
y no hubo fuerza
para parar la voz viva.
XVII
Ni aun con
sus estandartes
y dogmas.
XVIII
La angustia sacrificada
por lo que la
sangre había
salvado
ya los abismos
y todas
las trampas.
XX
Oraron los hombres,
solos y en silencio.
XXI
Sin mas amparo
que sus vestimentas
y el lujo.
XXII
Sin más refugio
que la promesa
y la visión
de una catástrofe
pasada.
XXIII
Oráculos de amor
entre las
asechanzas de la muerte.
XXIV
Genios furibundos
en los que se
cosecho la ira.
XXV
Párvulos de la venganza.
XXVI
Hegemonías de fuego
y de diluvios.
XXVII
Oraron
Pensando ir
Lejos
en la
confabulación
y la mentira.
XXVIII
La obstentacion
como
símbolo del
progreso.
IXXX
Pensando alcanzar
la gloria
en sus
mañanas de sal.
XXX
En sus fiestas de
oropel
y piedras
preciosas.
XXXI
El blason
para edificar
sus
tumbas.
XXXII
Oraron quietos y
meditabundos.
XXXIII
Entre sus ruinas.
XXXIV
Sus teléfonos
Sonando.
XXXV
Sus guardianes
asusados
por la
derrota.
XXXVI
Alcanzados
por el temor a
una reacción química.
XXXVII
Oraron
remembrando
grandes
ciudades de otros
tiempos.
XXXVIII
Cruzadas,
arcas del
triunfo,
obeliscos
y torres.
XL
Oraron,
porque la oración
fue su propio castigo.
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