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Conmemoran masacre del 32. Foto Diario Co Latino

1932: una herida que aún no sana en El Salvador

Por: Iván Escobar

La invisibilización, doctor view es la principal agresión que han sufrido a lo largo de estas décadas los pueblos ancestrales en El Salvador. Y es que a partir de la masacre de 1932, sales durante la administración del dictador Maximiliano Hernández Martínez, dejó al país la mayor represión contra las poblaciones indígenas en los últimos tiempos.

Ya en 1833, el líder indígena Anastasio Aquino se había revelado contra el Estado, contra un sistema producto de la independencia centroamericana, y que una década después no dejaba beneficios para la población indígena, en ese entonces una mayoría, pero que estaban sometidos a un régimen de marginación y explotación.

Un artículo publicado en la edición de 1988 de la revista Realidad de la UCA, del sacerdote jesuita Segundo Montes, titulado: “Levantamientos Campesinos en El Salvador”, revela algunos elementos del por qué estos sucesos prácticamente pasan desapercibidos, a pesar del golpe que dejó en la sociedad indígena de aquel entonces.

En esta investigación de Montes, él habla de tres tipos de levantamiento que ha tenido en su historia El Salvador, y los cuales divide: el primero, el levantamiento de 1833, con Anastacio Aquino, como líder de los nonualcos; un segundo, es el levantamiento de 1932, el cual encabezó José Feliciano Ama, y el cual tuvo lugar en la zona de los izalco, en el occidente del país; un tercer levantamiento que define es “la revolución campesina”, que se da a partir de los problemas sociales de las décadas del 70´ y que desemboca en el conflicto armado que vivió el país por 12 años.

Respecto a los dos primeros levantamientos Montes, considera que una característica y de ahí, que no lograron consolidar en un proceso revolucionario, es por la “carencia ideológica”.

En la conclusión de la investigación se reitera que “a lo largo de la historia, desde la conquista y colonia, pero sobre todo desde la independencia, primero centroamericana y luego nacional, ha habido una serie de movimientos campesinos, de los que los más importantes han sido los de 1833, 1932 y el presente (el conflicto armado). Sin embargo, existen o se perciben diferencias muy claras entre los dos primeros y el último, que explican su proceso y desenlace”, considera.

Y añade que “del análisis de los procesos y movimientos estudiados se puede concluir que alzamientos campesinos que estén focalizados y carezcan de una ideología más amplia y de una teoría y proyecto revolucionarios – más aún si tienen un fuerte componente étnico indígena -, están llamados al aislamiento y consiguiente fracaso, con masacres de su población por la concentración de fuerzas armadas gubernamentales que lo aniquilan en breve tiempo”.

Un ejemplo de aniquilamiento del levantamiento de 1932, y que este 22 de enero está cumpliendo 83 años, se disolvió en un par de días, por parte de las fuerzas militares del General Martínez, que implacablemente arremetieron contra toda población indígena de la zona occidental, efectos que se extendieron años posteriores con la marginación, exclusión, y ocultamiento al que recurrieron los sobrevivientes y sus descendientes, que intentaron borrar su pasado para no ser asociados con aquellos hechos.

Ha sido hasta los últimos años que el tema ha comenzado a verse no solo como elemento de investigación histórica, sino dándoles espacio a las comunidades indígenas que han sobrevivido en más de ocho siglos a esta represión, y que hoy intentan dar a conocer al mundo aquella época oscura de la cual comienzan a salir.

Desde 1932 a la fecha sigue la herida

Los gobiernos posteriores a la dictadura de Martínez, siguieron el patrón de marginar y ocultar los hechos. A tal grado, que la historia nacional escasamente registra estos hechos, la información sobre los sucesos del 32´ apenas logra encontrarse en la literatura nacional o estudios académicos.

Oficialmente nunca se tocó el tema. Y el tema indígena se comenzó a ver más por lo estético o lo folclórico nunca se profundizó sobre las causas de marginación y explotación al que fueron sometidas las poblaciones, y que a la fecha siguen viviendo en extrema pobreza.

Es digno de resaltar que en junio del año pasado, la Asamblea Legislativa, ratificó la reforma a la Constitución de la República, para que el Estado salvadoreño reconozca a los pueblos indígenas y adopte políticas de desarrollo de las comunidades. La ratificación es uno de los mayores logros de las poblaciones indígenas, cabe destacar que la derechista ARENA mantuvo su negativa y no dio los votos para este reconocimiento.

La derecha salvadoreña y conservadora en estos años se ha dedicado a mancillar el dolor de las poblaciones indígenas, y ha mantenido generación tras generación la forma de invisibilizar toda expresión indígena.

Izalco es de las poblaciones más emblemáticas de la represión, pero igual muchas poblaciones aledañas, y que a la fecha, no se logra saber con exactitud el número de muertes por la represión gubernamental.

Montes en su artículo reitera que las demandas de las poblaciones indígenas si bien carecían de un componente ideológico, pero eran demandas “casi exclusivamente económicas y reivindicativas”. Cabe destacar que la crisis de finales de los 20´y principio de los 30´, obligó a la mayoría de población a expresarse en las calles y reclamar sus derechos, las poblaciones indígenas no se quedaron atrás.

La rebelión sumó el apoyo del Partido Comunista Salvador, joven fuerza política, que no habría logrado calar en la sociedad en general, y no pudo consolidarse como un solo movimiento de lucha contra el sistema. Aunque los sucesos del 32´, dieron paso a un proceso de concientización en la sociedad salvadoreña, por ello, la parte oficial trató a toda costa de minimizarlo, y hacer crear que solo era un intento comunista, que había sido erradicado.

Y esto lo confirma Segundo Montes en su ensayo, donde precisa que sus estudios sobre el levantamiento de 1932, encontró que no se dio esa relación con el Comunismo. “…Trato de probar que no fue un “levantamiento comunista”…a  mi criterio fue un levantamiento campesino, casi espontáneo, aunque tenía ya un incipiente y débil componente ideológico del partido comunista en formación”.

A 83 años las comunidades siguen resistiendo. Hoy tiene mayor voz, y el nuevo gobierno ha ofrecido política de desarrollo, y espacios de participación.

Sin embargo, en la sociedad se sigue viendo la masacre de 1932, como un suceso lejano, aunque las heridas siguen abiertas en muchos.

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