Carlos Girón S.
Con el inicio de un nuevo año, el mundo, las naciones, los pueblos miran con expectativa qué cosas, qué acontecimientos, qué buenos eventos, qué sorpresas podrá traer en sus alforjas, y en lo personal, los individuos proyectan su pensamiento tratando de otear su horizonte. En general, todos guardamos la esperanza de que nos traerá cosas buenas, principalmente salud, paz, amor y bienes que sostengan y mejoren nuestras vidas en lo propio y en lo familiar, y también en la comunidad.
Deberíamos estar conscientes de que lo que venga a nuestras vidas será producto de las acciones, las obras que hayamos realizado. La salud –el don más valioso de todos, junto al sentimiento del Amor— depende del cuidado que tengamos con nuestro cuerpo físico, así como el anímico y el mental. Debe tenerse en cuenta que –aunque no parezca- la manera de pensar es muy influyente y determinante para que tengamos armonía en todo el ser; esa armonía es sinónimo de salud.
La comunidad en que se vive es similar. Si hay buenas intenciones, deseos y voluntad: si hay tranquilidad y paz en los parroquianos, eso se irradiará al entorno y la gente vivirá bien. Si en común preparan proyectos de obras de mejoría física o ambiental, la colectividad puede esperar el progreso.
Vengamos ahora a lo que es nuestro país. ¿Qué expectativas podemos tener con los días por venir, con el nuevo año 2019? Primero que todo, debemos estar conscientes de que tales expectativas dependerán de nuestro actuar colectivo en todo lo que es la organización política, social, económica, productiva y demás. Y, por tratarse de un año de elecciones, la “suerte” de nuestro país será determinada por los nuevos gobernantes que asuman las riendas del Gobierno Central. Dos son los candidatos más fuertes que aspiran a ser los gobernantes, merecer el voto de los ciudadanos.
Lo que suceda el 3 de febrero próximo de 2019 será crucial, determinante, o para continuar con el progreso que a ojos vista ha estado estos ocho años de una nueva clase y forma de Gobierno, o –para infortunio y que el Cielo no lo permita— para un retroceso, que sería completamente desastroso, no solo porque se detendría y quizá hasta se revertiría el progreso, las mejoras que en los distintos órdenes de la vida nacional se han tenido. De esto último no cabría duda…
La población deberá tener sumo cuidado en valorar debidamente lo que representará la papeleta que tenga en sus manos ese 3 de febrero. Tiene que escuchar serenamente la voz que le dicte su conciencia, que le dirá lo correcto y más conveniente. En esos momentos debe tener en su mente los beneficios que ha tenido la gran mayoría de habitantes con los programas sociales que han desarrollado estos dos últimos gobiernos. Es insoslayable el éxito que han tenido los programas de asistencia a la agricultura, y la ganadería; a la educación (erradicación total del analfabetismo en gran número de municipios). Las ventajas que ha acarreado la Reforma de Salud introducido por estos gobiernos. Será prolijo enumerar todos los programas implementados para ayudar a la gente a mantenerse saludable, incluyendo las numerosas clínicas, laboratorios, quirófanos, etc.
Los ciudadanos no deberían ser ingratos, injustos, desagradecidos, votando a favor de la oposición –representativa de los intereses de una minoría opulenta y despreocupada de las mayorías-. Debe recordar en esos momentos los graves daños que esa oposición le ha ocasionado a nuestra Patria en todas las formas, robando en metálico verdaderas fortunas del Erario, además de los impuestos no pagados que suman otros millones.
En las elecciones legislativas anteriores el pueblo se equivocó de plano, dando “un voto de castigo” a quienes han sido sus bienhechores. Ahora a toda costa debe evitar semejante error, que sería fatal. Todos vimos las consecuencias del error cometido en dichas elecciones. Se propició la instauración de una verdadera dictadura legislativa, que ha castigado tanto y de muchas formas a la población, incluidos quienes les dieron sus votos, que es de esperarse que demuestren un arrepentimiento, rectificando su error.
Hay que tener cuidado –hay que insistir repitiéndolo— de que un extranjero, no auténticamente salvadoreño, llegue a ocupar la Presidencia de la República. Ese peligro no se ha desvirtuado todavía. El TSE está pecando desde ya por omisión.
Nuestra niñez actual merece que se le depare un buen futuro en estos próximos años a fin de que al crecer sean ciudadanos útiles a la Patria. Si llegaran a perder los beneficios que ahora se les conceden sería muy desastroso para ellos. Por eso es preciso, conveniente y justo que se piense en ellos al momento de acudir a las urnas nosotros los ciudadanos. Debemos actuar responsablemente, velando por los mejores intereses de nuestro querido país.
Tengamos presente, en todo momento, lo crucial que será el nuevo año 2019: para un mejor futuro, o un fatídico retroceso… ¡Conciudadanos: salgamos a defender la Patria que nos vio nacer y nos acoge generosamente!