2020

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y Editor

suplemento Tres mil

 

“Feliz 2020”, decía aquel anuncio en medio de uno de los tantos rotulos luminosos de los pasillos de un centro comercial. Así como estaba escrito, el año que estamos viviendo: 2020, parecía algo sacado de una película de ciencia ficción, como me lo hizo saber el escalofrío que me hizo hacer uso de todos los recursos de mi memoria.

Al menos eso me hizo recordar aquellos días en la década de 1980 cuando no contaba una década de vida y me parecía tan lejana e inalcanzable la cifra que ahora estamos viviendo a partir del 1 de enero, un tiempo que ni el 1984 de George Orwell nos dejaba cercano, aunque quizá al superar mi adolescencia llegué a sentir un poco aquello de que el tiempo es tan efímero que al final solo somos un poco de polvo en el viento, que bien expone Kansas en su canción Dust in the wind, y sí un poco en la saga de películas de Matrix cuando Morpheo le dice a Neo que se encuentran en algún punto del 2000 ciento y algo. “Algún punto”, Algún punto como hoy en que pensamos llegar al 2020, pero para el calendario judío estamos en el 5780, mientras para el calendario chino tradicional es el 4718. Y para otras culturas la fecha difiere, y de igual forma para otras civilizaciones. Al final, estamos en algún punto del tiempo.

Yo en cambio me remonto al escenario de 1986 del calendario gregoriano con el que crecí, cuando veía Star Wars y otras películas similares que nos hacían ver el futuro con la huella característica de la época en la que vivíamos, tal y como en Un Mundo Feliz de Aldos Huxley  en donde se narra que movían las cámaras de video por diferentes lugares gracias a inmensos cables que les permitían moverse. Huxley así imaginaba el futuro junto con la incobtable cantidad de televisores en las habitaciones de las personas (en algo no se equivocó). Mientras nosotros soñabamos con pequeños objetos que nos permitieran hablar con otras personas que se proyectaban por medio de hologramas sin imaginar que el telefono, el televisor y la computadora terminarían siendo uno.

Y ahora nuestras computadoras de mano que llamamos celulares nos hacen ver todo aquello como algo vetusto o vintage. Pequeños objetos que se han convertido en parte de nosotros y que cada mes evolucionan, cada día, cada hora, cada minuto. Pronto no serán un aparato de plástico, aluminio, vidrio, estaño, carbono, níquel y litio, serán de materiales orgánicos o capaces de cohabitar con nuestro cuerpo y se instalaran directamente en el cerebro.

Confieso que ni en sueños me vi cruzando el umbral del 2020, con los riesgos que conlleva calzarme los cuarenta años de edad sabiendo que en 2120 es imposible que esté vivo (aunque de lograrlo queda de testigo esta columna, de mi duda), así como incluso lograr llegar al 2086, en cambio mi descendencia sí tendrá la posibilidad.

2020 es una realidad, como 3000 y como la edad que tenga cada lector que se tomó una cifra determinada de minutos de su tiempo para leer a cada uno de los escritores que sábado a sábado alimentan las ocho páginas de este suplemento cultural, que inicia 2020 como año de la resistencia en este preámbulo de sus 3 décadas de vida, en la espera de lograr la centuria como único suplemento cultural de El Salvador. Y seguimos contando.

Ver también

Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024