28 BRUMARIO DE NAYIB BUKELE, ¿GOLPE DE ESTADO EN DESARROLLO?
Salvador Recinos
Para el próximo 28 de febrero están programadas las elecciones de alcaldes y diputados en El Salvador, pero en realidad hemos estado en ese 28 de febrero desde hace un año, al menos. A cuestión de 3 semanas de ese evento electoral, la tensión política ha llegado a un nivel extraordinario. Del pasado 31 de enero a la fecha han sido asesinados cuatro militantes de dos partidos de oposición, tres del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN; la otrora guerrilla de los 80) y al menos en dos de esos casos se ha logrado confirmar que los ejecutores de tales crímenes políticos son miembros del equipo de seguridad del ministerio de Salud, una dependencia del gobierno central presidido por Nayib Bukele, quien ha defendido abiertamente desde el primer momento a los autores materiales de esos dos asesinatos políticos.
Hoy, nueve de febrero, diversas organizaciones de izquierda se han manifestado contra el golpe de Estado suscitado por cuestión de minutos hace un año, el nueve de febrero de 2020. Un golpe de Estado del ejecutivo al órgano legislativo que duró, aparentemente, unos cuantos minutos, pero golpe de Estado indiscutible, y en mi opinión, golpe aún en marcha. Unos días antes de ese 9 de febrero, el presidente Nayib Bukele ordenó a la Asamblea Legislativa sesionar ese día agendando como único punto la aprobación de un préstamo y amenazó convocando a una insurrección popular para asegurar que dicha sesión del parlamento se realizara. La mayoría de los diputados y diputadas, al ser de oposición, decidieron no asistir y Bukele ocupó militarmente el salón de sesiones de la asamblea, se ubicó en el curul correspondiente al presidente de dicho órgano de Estado, abrió oficialmente la sesión plenaria y expresó “queda claro quien tiene el poder”. Simbólicamente; este hecho se parece mucho al de la Francia del siglo XIX cuando Luis Bonaparte, tras un par de años de haber sido electo como presidente, con amplio apoyo de las masas populares, solicitó al parlamento francés que modificara la constitución para que ésta le permitiera reelegirse en su cargo, la respuesta de aquel parlamento fue un rotundo no.
En los últimos días; el presidente Bukele, voceros de su gobierno y de los partidos; Gran Alianza por Unidad Nacional (GANA; expresión burguesa relativamente nueva), Cambio Democrático (CD; tradicionalmente reformista) y Nuevas Ideas (expresión burguesa con amplio respaldo de las masas populares), a través de su maquinaria de propaganda, han estado instalando en el imaginario de esas masas populares la narrativa de un “inminente fraude electoral” que estaría siendo orquestado por todos los partidos de oposición. Este mismo día; a la discusión parlamentaria ha sido introducida una iniciativa, por el también partido de oposición Alianza Republicana Nacionalista (ARENA; expresión burguesa tradicional), con la cual se pide que se active el artículo 131 inciso 20 de la Constitución para que con al menos dos tercios de los votos de los diputados electos (56), se declare la incapacidad física o mental del presidente, previo dictamen unánime de una comisión de cinco médicos nombrados por la Asamblea. El FMLN y el Partido Demócrata Cristiano (PDC; la otra expresión burguesa tradicional) han respaldado que dicha iniciativa sea introducida en la agenda de la próxima reunión de la comisión política de la actual asamblea. Por otro lado, organizaciones de la sociedad civil de izquierda han presentado una iniciativa más en la que proponen a la asamblea desaforar al actual Ministro de Defensa por los hechos ocurridos en febrero de 2020 y posterior a eso evaluar su eventual destitución. Con este panorama; a las excusas que Bukele a mi criterio, ya tiene fijadas en su sueño húmedo de “reencarnación neoliberal morazánica” junto con otras de carácter más objetivo, se suman dos excusas más para avanzar hacia una consolidación de su golpe de Estado.
Si el FMLN apoya la iniciativa de ARENA al interior de la comisión política de la asamblea estaría practicando un nuevo “harakiri político” pues quedaría registrado en la historia que apoyó una decisión que luego obligó a Bukele a consolidar su golpe de Estado. Además, también es de entender que esa eventual materialización del golpe no solo afectaría al FMLN sino a todas las restantes expresiones de izquierda del país. Esto quedaría claro al materializarse ese golpe de Estado, que significaría un “18 brumario de Nayib Bukele” iniciado el 9 de febrero de 2020 pero extendido, en forma de 28 de febrero por casi un año, de ahí el “28 brumario de Nayib Bukele”. Estoy ocupando estas figuras porque los acontecimientos del 18 brumario de Luis Napoleón, desde el punto de vista teórico, dieron lugar a la configuración de lo que entendemos como “régimen bonapartista” y ese fue el que se instaló en la Francia del siglo XIX luego del golpe de Estado de este personaje un día 18 brumario. Recordemos que la revolución francesa también cambió el calendario gregoriano por un nuevo calendario y por eso también los nombres de los meses cambiaron. El régimen bonapartista es aquel en el cual la clase económicamente dominante, no cuenta con los medios necesarios para gobernar con métodos democráticos y se ve obligada a tolerar (para preservar la propiedad privada) la dominación incontrolada del gobierno por un aparato militar y policial, es decir, por un personaje que bien podría llamársele “salvador”. Este tipo de situación se crea cuando las contradicciones de clase se vuelven particularmente agudas; el objetivo del bonapartismo es prevenir las explosiones (políticas y sociales). De esta forma el bonapartismo aparece como un “régimen personal” que se eleva por encima de la sociedad y “concilia” con ambas clases sociales, pero al mismo tiempo, protege los intereses de la clase dominante (Beltrán, 2019). Para la materialización del régimen bonapartista, inevitable en la Francia del siglo XIX como en el contexto inmediato salvadoreño, Bukele cuenta con la aprobación de las masas populares y ese régimen se convertirá en persecución y el intento de aniquilamiento político de todas las expresiones de izquierda, así pasó durante la dictadura de Luis Bonaparte. La represión ante la oposición de izquierda que materializaba los intereses de la clase trabajadora fue feroz y ante la clase burguesa hegemónica fue, por supuesto, altamente complaciente en sus intereses y demandas. Este riesgo, ahora más evidente que nunca, demanda, desde hace años, por cierto; una reflexión más profunda, una unidad y una disposición a la resistencia por parte de las izquierdas de El Salvador.
Considero que Bukele está jugando perfectamente su papel Bonapartista, creó una narrativa con la que se ganó la simpatía de las masas populares vendiéndoles una apariencia que le hace ver como poseedor de intereses irreconciliables con el tradicional bloque hegemónico de la burguesía salvadoreña. Aunque es cierto que hay en marcha un proceso de reorganización al interior de la burguesía, y que Bukele junto con otro grupo de empresarios están conduciendo un esfuerzo por ganarse un espacio más favorable a ese nivel, no es cierto que sus intereses sean irreconciliables e incluso, tras estos primeros meses de su gobierno, ya se ven claramente muestras de coqueteo con ese bloque, tal es el caso del reciente permiso ambiental entregado al proyecto Valle El Ángel de la familia Dueñas. Su fin último, es pues, acumular más capital y ya hay signos muy significativos de que esta dispuesto a hacer lo que sea con tal de lograr ese fin. En este sentido; considero que deberíamos de preocuparnos por aclarar más lo ocurrido el 31 de enero a los militantes del FMLN pues, según le parece al expresidente Mauricio Funes, “…este seguro fue un acto premeditado, alguien debió haber dado la orden para llevar a cabo la emboscada…” (Funes, 2021). Si tomamos en cuenta el desarrollo de los acontecimientos y retomamos mi hipótesis del plan hacia el golpe de Estado, esa emboscada resulta sospechosamente vinculada a la acción emprendida este día por el diputado Parker de ARENA que propuso esa iniciativa de declaratoria de incapacidad física o mental de Bukele dando como argumento, además de lo ocurrido el 9 de febrero, también los atentados del 31 de enero. Como ya lo mencioné, esa iniciativa de ARENA le da una excusa más al actual presidente para disolver la asamblea y pasar al escenario antes descrito. Un escenario en el que la fuerza armada, indiscutiblemente, tendría un papel determinante.
El fin último de Bukele, es imposible que lo alcance, sin un control total del aparato del Estado. Factores como; la tradicional forma de votar de los salvadoreños y salvadoreñas, en la que para evitar el control total del Estado por parte de una sola fuerza política los resultados comúnmente difieren entre las elecciones para diputados y acaldes con respecto a las presidenciales, la cantidad de casos de corrupción descubiertos por la Fiscalía General de la Republica y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador, la inminente crisis económica que causará haber endeudado el país por casi el 100 % del Producto Interno Bruto, los hechos ocurridos el 9 de febrero y el 31 de enero, los votos duros tanto del partido ARENA como de los del partido FMLN, entre otros, puede que estén poniendo en riesgo el control absoluto que Bukele necesita en la asamblea legislativa al no obtener la cantidad de diputados y diputadas en el evento electoral del día 28 de febrero. Este puede ser un motivo muy intenso que este presionando a Bukele para sellar su “28 brumario”.
Finalmente; ustedes estarán pensando, “no se atreverá porque Estados Unidos no se lo permitirá”. Al respecto, diré; debemos buscar la manera de superar la construcción social que nos hace continuar esperando que otro país resuelva nuestros problemas, como reflexión inicial. Si bien es cierto que; Trump ya no está en el poder y ahora su lugar lo ocupa Biden, que la senadora estadounidense Torres dijo que los días de tolerancia a los ataques de Bukele se acabaron y que el embajador en funciones de Estados Unidos organizó una reunión con los secretarios de todos los partidos políticos en la que estos se comprometieron a realizar elecciones libres, justas y no violentas, quiero recodarles que un compañero argentino dijo en cierta ocasión que no se podía confiar en el imperialismo pero ¡ni tantito así! ¡nada! En 2009 cuando fue el golpe de Estado en Honduras también acababa de llegar al poder Barak Obama y este condenó públicamente el golpe militar pero cuando otros presidentes de América Latina le pidieron intervenir de manera más activa, Obama les interpeló recordándoles que en su retórica aquellos presidentes latinos siempre demandaban del gobierno de Estados Unidos detener su intervención en los asuntos de los países latinoamericanos. Con eso y otros elementos el golpe de Estado en ese país hermano ha tenido las consecuencias históricas que conocemos. Los intereses económicos imperiales de Estado Unidos Bukele no los pone en riesgo al consolidar su golpe de Estado, su proyecto de profundización neoliberal por el contrario oxigena esos intereses en el marco de la disputa por la hegemonía global entre el imperialismos norteamericano y China. Estados Unidos tiene además muchos problemas que resolver en su interior en momentos históricos como estos, una crisis política intensa, una situación económica desfavorable y una crisis migratoria muy grave. Así están los acontecimientos y la correlación histórica de fuerzas a estas alturas del siglo XXI en el corazoncito de América Latina.
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