Redacción Nacionales
@DiarioCoLatino
Morena Herrera, histórica defensora de derechos humanos, forma parte de la Colectiva Feminista, quien participó como ponente en el Foro: Militarización y Crisis Democrática en las experiencias de El Salvador, Honduras y Nicaragua, realizado por la Plataforma por la Seguridad Ciudadana (PSC).
Herrera llamó la atención sobre ya la “larga crisis democrática” en El Salvador, tras descartar que sea “coyuntural”, y que ya se evidencia el desgaste de los mecanismos democráticos como espacio de solución de los problemas de la gente, dijo a Diario Co Latino, en entrevista exclusiva.
– ¿Cuál es el contexto de esta crisis democrática?
Lamentablemente, no hemos logrado que estos principios y mecanismos democráticos, la gente los tome como espacios en donde se pueden resolver sus problemas.
Y eso fortalece las visiones autoritarias, mesiánicas y militarista, porque si la democracia no me sirve para resolver una serie de problemas, la gente entonces busca otras medidas y como tenemos la tendencia a la dicotomía de bueno y malo, entonces, nos vamos a los extremos en nuestra visión.
– ¿Cómo quedan entonces los Acuerdos de Paz, como refundación de país?
Lo que estamos viendo es el resultado de un proceso largo y como ejemplo, te pongo a la Policía Nacional Civil (PNC) que -para mí- fue uno de los principales logros de los Acuerdos de Paz (1992), pero a esa policía la despojaron de ese carácter civil.
El nombre lo mantiene pero en el contexto actual de lo que hacen, la forma en la que actúan o se presentan ante la población como ese uniforme oscuro, el armamento que portan; la manera en que se expresan … es una policía que busca generar miedo. Y se perdió la confianza, la necesidad de relacionarse de forma empática y afectiva con la población, para convertirse en una policía militar.
– ¿Por qué esa transformación a una policía militar?
El gobierno actual a pesar de que cuenta con un apoyo electoral -digamos- fuerte y controla la Asamblea Legislativa, pero no tiene una fuerza de presencia organizativa y territorial. Entonces, recurre a una policía casi militar y la Fuerza Armada como símbolo de poder, pero en el fondo -para mí- es un símbolo de debilidad.
Porque un gobierno que necesita presentarse rodeado de militares, un presidente que necesita presentarse rodeado de policías militares, en el fondo es un mandatario que se está dejando ser presa de las fuerzas armadas, entonces, este proceso de militarización debilita el carácter del gobierno y una sociedad democrática.
-¿Por qué esta práctica militarista?
Es una tendencia en América Latina y en especial Centroamérica. Y creo que por el proceso anterior al ver históricamente el año 1987, que se establecieron ó los Acuerdos de Esquipulas II, se abrió un proceso de búsqueda de soluciones democráticas.
Y, claro, a partir de ahí, se ha venido involución ando, pasando por los años noventa, que tocó a todos los países porque hay una pérdida del sentido democrático. Y esto es lo más grave para mí.
– ¿Cómo están las mujeres en esos contextos de pérdida de derechos y democracia?
Las mujeres llevamos la peor parte, porque el militarismo fortalece una manera de abordar los problemas, donde el que tiene la fuerza tiene la solución; en donde el que tiene el poder domina todo y, entonces, esto se traduce a distintos ámbitos de la vida.
En los hogares, es común que la voz del patriarca, es la que se escucha, y por más que tengamos leyes que protegen derechos de las mujere, los mecanismos de justicia no están sirviendo para el acceso a la justicia para ellas. Entonces, necesitamos cuestionar de fondo las relaciones que tenemos y construir alianzas a mediano y largo plazo, para transformar esta realidad y ahora nos toca desde las organizaciones sociales, a mi juicio.
– ¿Por qué el diálogo social está desechado actualmente?
Yo creo que la pandemia sirvió para justificar la pauta en cuanto a mecanismos de diálogo y construcción de consensos. La pandemia sé que ha hecho difícil una serie de cosas. Y ha favorecido las posturas autoritarias, y creo que el gobierno actual tiene miedo al diálogo, porque tiene miedo a establecer relaciones en las que las organizaciones puedan expresar su posición crítica.
Nosotras seguimos teniendo una postura de colaboración crítica, así como la tuvimos con gobiernos anteriores, se trata de una forma de relacionarnos con una instancia pública, ya sea del Ejecutivo o cualquier otro poder del Estado, que esté trabajando por el derecho de las mujeres o por relaciones de igualdad y equidad. Entonces, estamos dispuestas a colaborar con esa institución, -no con la persona-, sino con la entidad de gobierno y mantenemos el criterio de una mirada y posición crítica y el derecho a expresarla, porque sino pierde sentido nuestra razón de ser como organizaciones feminista.
– ¿Cómo se han relacionado con instancias de gobierno?
Nosotras hemos estado en diálogo con el ISDEMU, recientemente, lo hacemos con Ciudad Mujer desde el año pasado y estamos también en diálogo con el Ministerio de Educación y en los últimos meses hemos retomado la relación con la Policía Nacional Civil (PNC).
Con ellos habíamos perdido contacto porque desde el principio de este gobierno cerró espacios, cuando traíamos una larga trayectoria de trabajo colectivo. Ahora se está retomando de nuevo aun se está relacionando de manera tímida -porque tienen miedo- y si, tienen miedo al diálogo con las organizaciones sociales es lamentable.