El presidente y candidato presidencial, Nayib Bukele, ordenó, recientemente, la destrucción del Monumento a la Reconciliación, construido en el marco del 25 aniversario del Acuerdo de Paz, con la idea, de acuerdo con la narrativa de Bukele, de borrar 32 años de la historia contemporánea de El Salvador, y sus antecedentes.
En la narrativa de Bukele, la historia de El Salvador comienza con su llegada a la presidencia de la República y, según él, negando la historia como la guerra civil y el fin de esta mediante un acuerdo de paz es suficiente para meterle a la ciudadanía un nuevo “chip” de la historia salvadoreña, historia que solo cabe en la mente de Bukele y los que se han convertido en sus “súbditos”, pues en el ciudadano y su pensamiento crítico, difícilmente se le puede borrar la historia de un “tuitazo”.
El Acuerdo de Paz, firmado el 16 de enero de 1992, en el Castillo de Chapultepec, México, tiene a su base una guerra civil de 12 años, iniciada abiertamente, tras la “Ofensiva Final” del 10 de enero de 1981, impulsada por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Un Frente conformado por cinco organizaciones Político-Militares que tuvieron su nacimiento a inicios de la década de los años 70, a excepción del Partido Comunista que nació en marzo de 1930. El resto de las organizaciones: Fuerzas Populares de Liberación (FPL-EPL), Ejército Revolucionario del Pueblo (PRS-ERP), Resistencia Nacional (RN-FARN) y el Partido Revolucionario Centroamericano (PRTC-FARLP) nacen entre 1970 y1976.
Es necesario recordar que el nacimiento de las organizaciones político-militares se debió a una creciente lucha popular y social en protesta a la situación política, económica y social del país, creada por una dictadura militar iniciada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez. Con Martínez se puso a las fuerzas armadas al servicio de los intereses oligárquicos, cuya acumulación se fundamentó en los despojos, primero, y la explotación después.
A pesar, por ejemplo, que el monocultivo del café, conocido como el “grano de oro” en El Salvado, generó las principales riquezas a los cafetaleros desde los años 40 a los 60, ni la oligarquía cafetalera, ni el Estado crearon políticas para sacar de la miseria e un inmenso ejército de campesinos que durante todos esas décadas esa mano de obra trabaja tres meses al año, en las cortas de café, para mantenerse un año con una canasta básica compuesta de maíz, frijoles y arroz.
Luego vinieron otros monocultivos, y se inició del momento de una tímida industrialización del país, pero las condiciones económicas para las grandes mayorías, sobre todo los campesinos, no significó ningún avance.
A lo anterior hay que agregar que el partido oficial, es decir, el partido de los militares y la oligarquía, el último fue el PCN, se convirtieron en partidos únicos, y le cerraron los espacios a la oposición política.
Y en la medida que el descontento crecía en el campo y la ciudad, los gobiernos militares y pro oligárquicos recurrieron a la represión que se agudizó a principios de los años 70.
Esa situación económica reflejada en la pobreza y extrema pobreza, más los cierres de espacios políticos a la oposición, acompañada de la violación de los derechos humanos, llevó a muchos líderes sindicales y universitarios, entre otros, a pasar de la lucha económica a la lucha política, y para esta última se necesitaba de organizaciones políticos militares, y con ello al aparecimiento de las FPL, ERP, RN y PRTC, como hemos apuntado arriba.
Con el aparecimiento de estas organizaciones político-militares y la unión de estas, junto al PCS en el FMLN, la guerra civil era inevitable. Guerra que concluyó tras una larga negociación con la intermediación de las Naciones Unidos, y con la firma de un Acuerdo de Paz.
Ese Acuerdo de Paz propició, con el surgimiento de nuevas instituciones y reformas importantes a la Constitución de la República, el nacimiento de una incipiente democracia en El Salvador.
Gracias a ese Acuerdo se creó una nueva policía, se redujo el ejército, pero además se le asignaron solo dos funciones y le quitaron otras como la de ser un ente político y electoral.
Gracias al Acuerdo se creó el Tribunal Supremo Electoral (TSE), la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), se transformó la Corte Suprema de Justicia y se creó el Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ) con lo que mejoró el sistema judicial.
Por primera vez, gracias al Acuerdo de Paz, hubo verdadera independencia de los tres poderes de la República de El Salvador (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
Gracias a la nueva configuración del país, producto del Acuerdo de Paz, incluso Nayib Bukele llegó a ser presidente de la República. Curiosamente, es el mismo Bukele el que no solo ha hecho retroceder el gran avance democrático en el país, sino que pretende borrar de la historia el Acuerdo de Paz y su función en la instauración democrática de El Salvador.
Pero Bukele podrá derribar documentos y negar la historia, pero esta tiene sus propias leyes, y prevalecerá en la memoria colectiva por siempre.