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4 AÑOS DE MEDICINA AMARGA… Y PROPAGANDA

Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Los datos fríos encierran la dura realidad que viven miles de familias: 38.6% de familias reciben menos de $350 dólares al mes, indica el informe de situación de país de la Universidad Francisco Gavidia.

Y el 66.9% de familias salvadoreñas recibe menos de 500 dólares al mes. Pero la minoría que gobierna, que tiene el propósito de mantenerse en el gobierno, presenta otra fotografía de país y la hace creer a muchos, a fuerza de propaganda engañosa.

Van a cumplirse 4 años de la llegada de Nayib Bukele a la presidencia de la República, y dos años pasaron ya de contar con una mayoría legislativa a sus órdenes, un sistema de justicia  domesticado y la lealtad a toda prueba de la fuerza armada y la policía nacional civil (FFAA Y PNC).

Pudo entonces realizar reforma tributaria progresiva para cobrar más impuestos a quien tiene más, pero eso no pasó y no es esperable que pase; pudo haber cumplido sus promesas a los policías a quienes les prometió un salario de mil dólares, o a los veteranos una pensión de 300 dólares.

Pero esas no son las únicas promesas incumplidas, la promesa incumplida de mayor alcance es la promesa de cumplir con la Constitución de la República, la misma que violará si se inscribe como candidato para las elecciones presidenciales de febrero de 2024.

Pero sí ha cumplido la promesa de dar medicina amarga. Medicina amarga que no cura, y que, en ocasiones, mata.

¿Cuántos conocen esta realidad… de beber medicina amarga? Lo supieron los diputados el 6 de febrero de 2020, lo supieron los salvadoreños a los que se les impidió ingresar al país durante la pandemia, los que fueron capturados y retenidos en centros de contagio de la enfermedad, los pequeños comerciantes que tuvieron que cerrar sus pequeños negocios y los que dejaron de ir a trabajar.

Pueden medir la calidad de gobierno que representó la llegada del presidente y su mayoría legislativa a su servicio: los agricultores y ganaderos para quienes no existe apoyo, antes bien se les obliga a abandonar sus actividades cuando se privilegian las importaciones; y lo saben porque se carece de apoyo para la familia en el campo, al punto tal que los censos del sector indican que más de cien mil campesinos dejaron ya de cultivar.

Saben que la propaganda de un país seguro y con desarrollo turístico nada tiene que ver con la pérdida del empleo, con los despidos de miles de personas en el gobierno central, las autónomas, la Asamblea Legislativa y las alcaldías que les obliga a emigrar y, en ocasiones, a ser capturado en la frontera de Estados Unidos y ser deportados.

No es casual que se afirme que durante el gobierno de Bukele un medio millón de personas se ha ido del país, y que la población decrece.

La falta de justicia correcta, imparcial y justa, la conocen bien las decenas de presos políticos, los exilados, los que luchan en los tribunales porque se les quitan sus negocios para favorecer a otros amigos del gobierno; y lo saben también los miles de capturados injustamente, de los que se afirma que ya liberaron cinco mil.

También la conocen los jueces despedidos, aparentemente por haber llegado a sesenta años; los pastores de iglesias protestantes y los curas que han sido amenazados y calumniados; los periodistas que han tenido que callarse o irse del país; los vendedores y vendedoras informales que se retiran “voluntariamente” de sus lugares donde han ganado sus ingresos por años, antes de que se los lleven presos aplicando el llamado régimen de excepción.

¿Cuántos son los que a golpes han abierto sus ojos, y se dan cuenta que el país que hoy tenemos carece de las libertades y garantías establecidas en la Constitución y en las leyes? ¿Que lo que esperaban resultó al contrario?

La propaganda de un país que existe para una minoría, que se aprovecha de estar en el gobierno y que se proyecta al exterior como un país que ha cambiado para bien, no cambia estas realidades. Y menos repondrá las vidas truncadas en los centros penales, en los hospitales, sin que un juez pueda reconocer que sus derechos han sido violentados.

Esta realidad es el marco del cuarto aniversario de la llegada de un grupo al poder gubernamental, que hace todo para perpetuarse y mantener a la mayoría de personas y familias en el penoso calvario de pobreza, temor y sin seguridad de conservar sus empleos. Es la realidad de un país endeudado, sin autonomía municipal ni libertad para los funcionarios electos bajo la misma bandera que cobija al presidente. Medicina amarga y propaganda, engaño y desengaño.

 

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