Samuel Amaya
@SamuelAmaya98
Era un 12 de marzo de 1977 cuando el padre Rutilio Grande, de 49 años, Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Lemus, de 16 años, fueron emboscados y ametrallados por miembros de los Escuadrones de la Muerte cuando se dirigían hacia El Paisnal, a la misa vespertina de la novena de San José. Desde entonces, la iglesia católica pide a sus feligreses que sigan el legado, en el sentido de luchar contra la pobreza para hacer una sociedad más justa.
Tras 45 años del asesinato, la Arquidiócesis de San Salvador realizó una misa en conmemoración del aniversario del martirio de los beatos, ya que habrá que recordar que el pasado 22 de enero, estos tres mártires fueron beatificados por la iglesia católica con el aval del Vaticano, presidido por el papa Francisco.
La misa fue presidida por el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, quien aseguró que el padre Rutilio siempre fue una persona enfocada en servir a los más pobres del país.
“(El 12 de marzo de 1977) es el día del martirio del padre Rutilio y compañeros mártires, Manuel y Nelson, felizmente, la santa sede decidió que hoy mismo sea su fiesta, el mismo día que nacieron para la vida eterna. Con el asesinato de Rutilio Grande, se abrió una nueva página de la historia”, detalló el arzobispo de San Salvador.
Empero, Alas sostuvo que el asesinato del padre Grande fue un crimen “sin igual”, pues era “un sacerdote inocente que fue asesinado injustamente. Fue matado a causa de su pastoral profética desarrollada en su parroquia, en Aguilares, allí sin lastimar y violentar a sus fieles en la práctica de su religión popular, fue formando lentamente una verdadera comunidad de fe, esperanza y de amor entre ellos, haciendo consciencia de su dignidad de personas, de sus derechos fundamentales propios y promoción humana”.
El 12 de marzo de 1977 una nueva etapa histórica comenzó, pues luego de ser abatido por las balas, desencadenó a un compromiso directo de la iglesia con los pobres, por ejemplo, un Monseñor Romero con una pastoral profética que denunció el pecado personal y social, un desarrollo más dimensional de la doctrina social y una iglesia dispuesta a derramar su sangre en defensa de los valores del Reino de Dios y que apuesta el bien común.
Tras 45 años del asesinato de Grande, Lemus y Solórzano, El Salvador necesita convertirse al amor y dejar de lado la violencia, enfatizó Alas. Los religiosos comentaron que sé es necesario seguir el legado de Grande porque él quería una sociedad más justa, más igualitaria, tal y como replicó Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
El Complejo Educativo Católico San Francisco, en su mayoría conformado por jóvenes, llegaron a la misa para rendirle devoción a Rutilio Grande. Una hermana de la parroquia le alegró que sea la primera vez que Rutilio Grande sea agasajado como beato, pues antes, lo celebraban como siervo de Dios.
“Como jóvenes nos hemos hecho presente, porque queremos recuperar la historia, queremos conocerle más, imitarle más, y, sobre todo, luchar también por esa justicia, por esa igualdad que él con el Monseñor Romero lo hicieron”, detalló Rosmeri, hermana del Complejo Educativo Católico San Francisco.
El grupo juvenil, llamado “Monseñor Romero”, el cual la hermana dirige, está conformado por 70 personas que se organizaron en 2015 para la beatificación de Romero. Los jóvenes preceden desde diferentes municipios que se reúnen cada domingo, pues desean un seguimiento con Cristo y la historia. Desde que conocieron la noticia de que Rutilio Grande y los dos laicos iban a ser beatificados, a los alumnos se les enseñó su biografía y el legado para que lo pongan en práctica.
Nohemí Rivas, de 14 años, es una de las adolescentes que busca aprender de la historia en la iglesia, y en el caso de Rutilio Grande aseguró que “fue un padre cercano a las personas pobres y era muy humilde, él nos dejó ese ejemplo”.
Las exigencias colectivas en el imaginario de Rutilio Grande
“¿Qué nos dirían monseñor Romero y el padre Rutilio Grande en estas fechas?”, fue una de preguntas que lanzó Escobar Alas a la feligresía.
Según dijo Alas, sería la exigencia en favor de los trabajadores y que desaparezca el actual sistema de pensiones, porque “mientras hace millonarias a las empresas administradoras de los fondos de los trabajadores, mata de hambre a estos, a los derechohabientes”.
“El actual sistema, no podría ser más injusto, la voz de nuestros mártires estaría exigiendo un nuevo sistema previsional que asegure que todos los fondos de los trabajadores sean en provecho de ellos”, comentó Escobar.
En otro punto, la voz de los mártires, exigieron que se defienda el Valle del Ángel, puesto que es un importante y necesario reservorio hídrico para los habitantes de Nejapa, Quezaltepeque, Apopa, Mariona y otras comunidades de San Salvador. “La voz estaría exigiendo a todos los cristianos, no construir en ese lugar, templos, ni católicos ni evangélicos, sino por el contrario, nos exigirían que nos unamos todo para no permitir esa gravísima destrucción del medio ambiente”. Habrá recodar que empresas privadas construyen un proyecto urbanístico que afecta a las comunidades aledañas.
Y como tercer llamado, sería la revisión de la actual Ley de Recursos Hídricos, para que efectivamente proteja el derecho humano al agua que tienen los pobres, que proteja los mantos acuíferos y sus cuencas, que se respeten a las comunidades y a las juntas de aguas.