Por: Oscar Martínez
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La historia política de El Salvador durante siglos ha sido unipolar laboristas y conservadores, malady liberales y republicanos fueron intentos nacionales de reconocer ideas diferentes coexistiendo en un mismo microcosmos, generic pero esa historia, la misma historia hacía tropezar estas incipientes experiencias con la dura piedra del totalitarismo, ese totalitarismo con cara de criollo, latifundista, comerciante, empresario, inmigrante o militar que usurpando el derecho del pueblo por la fuerza concentraba el poder en un solo polo, atrofiando o nulificando el derecho del pueblo y quedándoselo para sí, negando la coexistencia de ideas encontradas y borrando a sangre y fuego cualquier intento de hacer valer nuestros derechos.
Nuestra patria está teñida con ríos interminables de huellas con sangre nativa, campesina, obrera, estudiantil y de profesionales, testimonio de ello son la masacre del 32, los 70´s, y 80´s, donde la conciencia colectiva reconoce la necesidad de la alternancia real.
La paciencia colmada por años de soportar un solo polo hacen surgir gritos de descontento, cientos, miles de ciudadanos claman por esa alternancia y no será sino hasta 1992, cuando por fin se reconozca a fuerza de sangre y muerte, el derecho de todo un pueblo a escoger, el derecho a alternar -ejercer su propio poder-.
Poco a poco se fueron sentando bases para que la oposición llegase a quitarle el miedo a la población del fantasma de la alternancia esa que se veía mala, utópica, imposible.
Así la alternancia política en El Salvador inicia en el 2009 con el triunfo electoral del partido de izquierda FMLN y continúa con el segundo triunfo electoral del FMLN en el 2014, con Salvador Sánchez Cerén, convirtiéndose así, en un aporte a la democracia que estamos construyendo.
En ese sentido los 100 días del gobierno de Sánchez Cerén, (si bien son un parámetro no son un espejo real del desempeño del gobierno, tiene sentido únicamente como punto de partida para el mismo) tiene importancia histórica por el respeto a los resultados del evento electoral, esto impregna confianza en las elecciones como medio para llegar al Poder Ejecutivo.
Eso es excelente, porque por medio de la vía pacífica, se cortó desde el 2009, el hilo umbilical de un partido-oligarca, concentrador de capital amparado en una normativa jurídica que le permitió gobernar por muchos años, por medio de un sistema autoritario y corrupto que preñó de una dependencia ideológica, económica, política y de miedo al pueblo.
Revisar esa ruptura de ese patrón cultural 5 años +100 días después, de estar gobernando el FMLN, debe asumirse como un avance político, en el desarrollo de la conciencia social del pueblo y un desarrollo de la forma de organización y pensamiento de las fuerzas de izquierda, progresistas y democráticas de El Salvador.
La alternancia política se ha combinado con la concurrencia de la pluralidad del universo de las fuerzas sociales, económicas y políticas desmaneadas de dogmas y conveniencias coyunturales para contribuir en el desarrollo y avance dinámico de la vida política de El Salvador en donde todos ganan, unos más que otros, pero ganan.
En esa lógica de ganar-ganar, el gobierno liderado por Salvador Sánchez Cerén, lo que debe de procurar y garantizar es que salgan gananciosos en concreto y no en teoría el pueblo que es el corazón del FMLN porque es, lo que da sostenibilidad, poder y razón de ser, al instrumento político.
Entonces, la concurrencia de las alianzas para sumar votos y para la conformación del los dos gobiernos de izquierda es válida y necesaria, elevándose así, a la categoría de gobierno de amplia participación política.
Esta nueva forma de gobernar con las múltiples expresiones políticas tiene la virtud de experimentar nuevas formas de gobernabilidad y entendimiento para caminar hacia la construcción de una nueva realidad política salvadoreña, en donde cada quién, desde su reacomodo, puede acumular o desacumular poder para implementar su proyecto político, en tiempos determinados por la correlación de fuerzas.
Esa nueva dinámica de ejercer el poder, es posible porque hay dos polos políticos hechizadores dispuestos a ceder y aceptar la correlación de fuerzas que impone la cruda realidad política de ganar-ganar y no la lógica del perder de uno sobre la derrota del otro en un 100%.
Esa dinámica de gobernar con el concurso de todas las fuerzas es la que se va a experimentar con los Concejos Municipales Plurales- ya normados. Ese es el escenario pacífico, jurídicamente normalizado, en donde las fuerzas políticas han aceptado para luchar por el poder político.
Toda fuerza política que se resista a la aceptación de esta nueva realidad está condenada a ser marginada o fracasar, al menos, por esta realidad inmediata que vivimos. Al no ser que una de las fuerzas determinante en la vida política de El Salvador acumule tanta fuerza que sea capaz de irrumpir está realidad que pareciera ser suavizadora de las luchas de clases.
Esa realidad vivencial del momento debe advertir al adversario político y a la derecha empresarial a que renuncie de su actitud incongruente con la nueva realidad política que se está configurando e imponiendo con un nuevo tipo de gobierno de la izquierda del FMLN.
La derecha económica, política e ideológica debe de aceptar su derrota electoral, y abandonar sus prácticas corruptas, autoritarias y mañoseo para continuar en la vida política, pues de nadie es desconocido, el aprieto en que se encuentra su Presidente Honorario de su partido ARENA, Francisco Flores -que debería ser un campanazo de advertencia de los cambios en El Salvador- o al menos que han perdido poder formal, aunque tengan el poder real.