Por: Leonel Herrera*
La democracia no es la única violada, asesinada, descuartizada y enterrada por el régimen autoritario de Nayib Bukele. La nueva dictadura instaurada el pasado 1o. de junio en el país también mantiene una ofensiva letal contra el medioambiente.
El 24 de abril de 2023, casi un año antes de la reelección inconstitucional del ahora dictador escribí: “Nayib Bukele no sólo ha sido el mayor destructor de la incipiente institucionalidad democrática del país, sino que también su gobierno es el principal depredador medioambiental y, por tanto, la mayor amenaza para el agua, los ecosistemas y la continuidad de la vida en El Salvador”.
“La perspectiva autocrática, la actitud autoritaria y las ansias de perpetuarse en el poder llevaron a Bukele a liquidar la insuficiente separación de poderes, la independencia judicial, la transparencia y la rendición de cuentas; y el sesgo anti ecológico de su visión del desarrollo y la búsqueda de acumulación de riqueza que permita a su clan familiar convertirse en grupo oligárquico, lo empujan a una arremetida brutal contra el medioambiente”, señalé en un artículo que titulé: “Nayib Bukele, el destructor ambiental”.
((https://www.diariocolatino.com/nayib-bukele-el-destructor-ambiental/)
Basaba dicha afirmación en la negativa de Bukele de ratificar el Acuerdo de Escazú, que promueve la información, participación y justicia ambiental; la aprobación de la Ley de Recursos Hídricos, que abre puertas a la privatización del agua; la decisión de enviar al archivo los proyectos de ley de prohibición de agrotóxicos, de soberanía alimentaria y otras normativas ambientales; y la aprobación de una “ley de desalojos” para viabilizar proyectos depredadores de los ecosistemas.
También señalaba la negativa gubernamental de revertir el proyecto urbanístico “Valle El Ángel”, a pesar de estar ubicado en una zona de riesgo de deslaves y amenazar la existencia del manto acuífero de Nejapa, que provee la mitad del agua para el Área Metropolitana de San Salvador; y la intención de reactivar la tenebrosa minería metálica.
Además, definía al Ministerio de Medioambiente como “un ágil y eficiente tramitador de permisos para proyectos depredadores de los ecosistemas”; y mencionaba que “la acelerada depredación urbanística en zonas como la Cordillera El Bálsamo y el Volcán de San Salvador confirman la ideología anti ecológica del bukelismo”.
Aquel diagnóstico realizado en el marco de la celebración del Día Internacional de la Madre Tierra no sólo no ha cambiado, sino que ahora es mucho más grave y podría alcanzar dimensiones catastróficas, sobre todo con la posible reactivación de proyectos mineros.
El 5 de junio fue el Día Mundial del Medioambiente y en la vigésimo cuarta edición de la “Caminata Ecológica”, realizada un día antes, las organizaciones ambientalistas denunciaron, como problemáticas más graves, la mayor contaminación y escasez de agua, más depredación de ecosistemas a manos de proyectos turísticos y urbanísticos, la persistente amenaza de la nociva extracción minera y la criminalización del activismo ambiental.
La situación es particularmente agraviante con el empecinamiento de la dictadura por mantener detenidos durante diecisiete meses a los líderes comunitarios de Santa Marta y ADES. A pesar de la falta de pruebas, la fiscalía de Bukele se negó a retirar la acusación y una jueza injusta ha mandado a juicio a los activistas antimineros, lo cual confirma claramente la arremetida gubernamental contra el medioambiente.
Ojalá, la población que avaló la destrucción de la democracia no permita también que se consuma la depredación total del medioambiente, ya que está en juego la continuidad de la vida de las actuales y futuras generaciones del país.
*Periodista y activista social.