Sergio Inestrosa
1
Un día, tal vez no muy lejano,
despertaremos del sueño de la muerte
y esta se habrá ido para siempre
y entonces solo nos quedará la vida.
2
Trepo por las laderas sombrías de la noche
con el ansia de quien, acosado por los recuerdos,
huye en busca de un refugio,
aunque sea, como todo en la vida, pasajero.
3
La mañana aún está lejana,
pero llegará sin duda pues, tarde o temprano,
todo acaba por llegar
(si se tiene tiempo y paciencia)
pero aún es noche cerrada
y la mañana no ha llegado aún… Aún no.
4
En medio del trajín del día a día,
a veces lentamente,
otras con inexplicable prisa,
se cae, siempre, en los brazos de la muerte.
5
Aunque nuestro tiempo sea siempre
demasiado corto, la espera se vuelve
siempre demasiado larga.
6
La muerte está presente en todo;
pero su silencio triunfante, su aire fétido
anuncian siempre el caos que precede
a otras formas de vida.
7
Es tiempo de que el mundo arda,
que la nieve nos golpee el rostro,
que la lluvia inunde calles y avenidas,
que el silencio gobierne nuestras vidas.
8
Aunque no lo sepamos, ya estamos muertos
aunque nuestra muerte definitiva
tarde como el sueño, a veces, en llegar.