Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Una elección en el país representa siempre un desafío de posicionamiento político, de organización y movilización de la ciudadanía y de las fuerzas políticas. Así, para el proceso electoral que culmina el 4 de marzo próximo, la integración de 9,422 Juntas Receptoras de Votos (JRV) constituye uno de los más grandes.
Elementos claves de este proceso es que existen diez partidos políticos participando que han inscritos al menos ocho planillas diferentes para diputados en la mayoría de departamentos, y también miles de planillas para Concejos Municipales; es decir, la competencia vista por la oferta a la ciudadanía es abundante.
Es de esperar que la parte organizativa del Tribunal Supremo Electoral vaya agotando en tiempo las actividades requeridas, para que en los 262 municipios y los 1,595 centros de votación estén aseguradas las condiciones para que la ciudadanía acuda a ejercer su derecho al sufragio, tales como papeletas, formularios de actas, urnas y anaqueles, padrones de votantes y el resto de materiales que facilitan la votación.
El desempeño del TSE se podrá comparar con su propio desempeño al de 2015, que por primera vez incluyó una nueva modalidad de voto: el voto fragmentado, el que no se puede comparar con procesos de otros países, porque somos los únicos en tener tantos cambios abruptos en el sistema en tan poco tiempo. La Sala de lo Constitucional desde las nubes contemplará sus inventos, pero es la estructura organizativa que facilita el sufragio la que pondrá a prueba esos inventos; inventos que en el 2015 provocaron serias dificultades, tantas que muchas personas aseguraban que jamás volverían a ir a una JRV.
En 2012 hubo desbloqueo de listas propuestas por los partidos y eso ya representó una dificultad para las JRV; en el 2015 el proceso fue mucho más complejo, porque cambiaron las reglas en medio del proceso y se impuso el voto fragmentado, y además se elegían los diputados al Parlamento Centroamericano (PARLACEN), lo que obligó a tener en todos los departamentos una papeleta con 180 fotografías cada una, sumada a la de diputaciones a la Asamblea Legislativa, la que varía su complejidad, en dependencia de la cantidad de escaños que elige cada circunscripción electoral departamental.
El recuerdo de la complejidad de 2015 pesa en la psicología de las personas que voluntariamente formaron parte de las JRV, pero es bueno tener en cuenta que esta vez no habrá papeleta de PARLACEN. En seis departamentos, que se eligen a 3 diputaciones, el proceso, aunque siempre será complejo, el mismo es manejable, por lo que es de esperar que el escrutinio preliminar se desarrolle en menos tiempo.
Dos departamentos eligen 4 diputaciones, uno elige 5 y dos departamentos eligen 6 diputados, estos tendrán una dificultad mayor para sus JRV. La mayor complejidad estará en Santa Ana, La Libertad y San Salvador que eligen 7, 10 y 24 diputaciones, respectivamente. En estos departamentos, la capacitación de las JRV debe ser reforzada, pues, sus dificultades pueden ser mayores a la hora del escrutinio preliminar.
Ahora que una parte de los integrantes de las JRV lo serán, no por haber sido propuestos por un partido político, sino por haber salido sorteados, puede apreciarse y debe valorarse el servicio a la democracia que ese enorme contingente de salvadoreños y salvadoreñas que, desde 1994, han estado prestos a brindar un servicio, siendo o no integrantes de un partido político.
De antemano, debemos alentar a todas y todos a cumplir la disposición de integrar una JRV, de capacitarse adecuadamente y de ejercer con la mejor voluntad de servicio sus funciones el próximo 4 de marzo. Todas y todos, provengan de propuestas de partidos o sea que fueran resultado de un sorteo, deben valorar el servicio al desarrollo democrático de nuestro país y es de esperar que el TSE respete su trabajo.
Una JRV se integra cuando menos con tres miembros: Presidente(a), Secretario(a) y Vocal, y, si por ausencia de quienes se niegan a integrar estos organismos le toca a algunos ejercer en esa condición de tres miembros, deben hacerlo con la misma seguridad.
No olvido los carteles de las mesas de escrutinio final con insultos a los magistrados que inventaron el voto cruzado, pero si el escrutinio final, que es el que da el real resultado definitivo, sobre la base de los datos consignados en las actas originales de las JRV, puede ser más expedito, esto dependerá del desempeño de las 9,422 JRV. De allí la importancia de su integración y preparación. En el FMLN alentamos a cumplir con entusiasmo este servicio y a las jefaturas de centros a contribuir con ellos y ellas.
Asumamos con la más alta responsabilidad la formación de estas personas, pues en sus manos estará el resultado del proceso electoral del 4 de marzo, el cual debe ser fiel reflejo de la voluntad ciudadana.