Por David Alfaro
16/01/2025
En enero de 1992, El Salvador marcó un hito histórico al firmar los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 12 años de guerra civil, un conflicto que dejó más de 75,000 muertos, 8,000 desaparecidos y un país profundamente dividido. Con esta firma, el país buscaba cerrar un capítulo de violencia que había asolado a la sociedad y avanzar hacia una nueva etapa de democracia y reconciliación. Sin embargo, pronto quedó claro que la paz no es un acto, sino un proceso continuo. Más de tres décadas después, los Acuerdos de Paz siguen siendo un punto de debate: ¿Fueron un verdadero cambio o solo el final de las armas?
Es importante analizar este evento sin caer en idealizaciones románticas, pero tampoco en desprecios injustos. Reconocer sus logros y limitaciones nos permite entender tanto el pasado como el presente de El Salvador.
Los logros de los Acuerdos de Paz: Un paso hacia la esperanza
Los Acuerdos de Paz representaron avances históricos que marcaron un antes y un después en el país, especialmente en términos de la transición democrática y el cese de la violencia armada:
1. Fin del conflicto armado:
Los Acuerdos de Paz pusieron fin a más de una década de violencia que dejó un impacto devastador en la población. Este logro, aunque no resuelve automáticamente otros problemas, representó un alivio crucial para un país desgarrado por la guerra.
2. Reformas constitucionales:
Se llevaron a cabo reformas significativas para garantizar el respeto a los Derechos Humanos y limitar el poder de las instituciones represivas. Esto incluyó la depuración de las Fuerzas Armadas, el fin de cuerpos de seguridad represivos como la Guardia Nacional, y la creación de la Policía Nacional Civil (PNC), una institución civil que reemplazó a los antiguos cuerpos militares.
3. Desmovilización de combatientes:
La guerra llegó a su fin con la desmovilización tanto de las guerrillas del FMLN como de los grupos paramilitares. Más de 13,000 combatientes entregaron sus armas y se reintegraron gradualmente a la vida civil, marcando un primer paso hacia la reconciliación.
4. Creación de la Comisión de la Verdad:
Se estableció un mecanismo independiente para investigar las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto, con el objetivo de reconocer el sufrimiento de las víctimas y promover la reconciliación.
Estos logros fueron esenciales para garantizar una transición hacia un país menos violento y más democrático. Sin embargo, los Acuerdos también dejaron importantes tareas pendientes.
Las deudas pendientes: ¿Qué salió mal?
Si bien los Acuerdos de Paz lograron poner fin a las armas, no lograron abordar las raíces estructurales del conflicto. Esto ha generado críticas válidas sobre los límites de lo que realmente se alcanzó:
1. Desigualdad social persistente:
Las profundas brechas sociales que alimentaron el conflicto no fueron atendidas de manera efectiva. La pobreza y la exclusión continuaron afectando a grandes sectores de la población, mientras las élites económicas mantenían su poder y riqueza. La implementación de políticas neoliberales, como la dolarización y privatizaciones, exacerbó estas desigualdades, dejando a muchos salvadoreños sin acceso a servicios básicos.
2. Impunidad:
Aunque la Comisión de la Verdad documentó graves violaciones a los derechos humanos, su informe careció de fuerza vinculante, y los responsables de crímenes de guerra y lesa humanidad quedaron impunes. La Ley de Amnistía de 1993 blindó a los perpetradores, perpetuando una sensación de injusticia entre las víctimas.
3. Inseguridad pública:
La desmovilización de los combatientes no fue acompañada de políticas efectivas para su reintegración socioeconómica. Esto, combinado con la falta de oportunidades, alimentó el surgimiento de nuevos problemas de seguridad. El surgimiento de las pandillas que llegaron «importadas» de Estados Unidos al gran caldo de cultivo de un El Salvador desigual y neoliberal, tuvo como consecuencia el aumento de la criminalidad. Las tasas de homicidios en El Salvador se dispararon en las décadas posteriores, convirtiéndose en un problema tan grave como el conflicto armado.
4. Descontento social:
Amplios sectores de la población continuaron sintiéndose marginados del sistema político y económico. La falta de voluntad para transformar las estructuras de poder y redistribuir recursos económicos dejó a muchos con la sensación de que la paz fue solo un acuerdo entre la oligarquía, los políticos y los líderes guerrilleros.
Reflexión final: La paz es más que la ausencia de guerra
Los Acuerdos de Paz de 1992 marcaron el final de un capítulo violento en la historia de El Salvador y sentaron las bases para un sistema político más democrático. Sin embargo, la firma de la paz no fue el fin de los problemas del país, sino el inicio de un nuevo reto: construir una paz sostenible, basada en justicia social y oportunidades…reto que nadie tomó en sus manos.
Hoy, 33 años después, los logros de los Acuerdos parecen desdibujarse frente a las dificultades actuales. Las desigualdades estructurales que no fueron atendidas siguen alimentando la inseguridad, la migración masiva y el descontento social. Ante esto, cabe preguntarse: ¿Cómo se puede construir una paz real y duradera en un contexto en el que persisten tantas deudas históricas?
La paz no debe ser romantizada ni despreciada, sino entendida en su complejidad. Los Acuerdos de Paz fueron un logro histórico, pero también un recordatorio de que el verdadero cambio requiere más que palabras en un papel; exige voluntad política, justicia y compromiso con los sectores más vulnerables.
Hoy, el camino hacia la paz sigue abierto, y corresponde a las nuevas generaciones continuar esa lucha, si es que quieren, aprendiendo del pasado y exigiendo un futuro más justo y equitativo. ¿Estamos listos para asumir ese desafío?