La llegada a El Salvador a principios de la semana del jefe de la diplomacia de los Estados Unidos, Marco Rubio, dejó al descubierto la clase de político que es Nayib Bukele, sus intereses y sus prioridades.
Como ya lo ha destacado la oposición seria y responsable de El Salvador, se esperaba que Bukele, quien obtuvo casi un millón de votos de la “diáspora” salvadoreña en las elecciones anteriores, aprovechar la visita del Rubio para gestionar a favor de los migrantes salvadoreños indocumentados, y sobre todo, los que están levemente protegidos con algunos programas como el TPS y DACA.
A Bukele la “diáspora” solo le interesa en los periodos electorales. Qué engañados están los connacionales en Estados Unidos.
Entre ambos programas, cerca de 250 mil salvadoreños tiene una leve protección, porque si bien Joe Biden, el presidente saliente, prorrogó el TPS para los salvadoreños por 18 meses más, esto no es garantía que sea aceptado por el presidente republicano Donald Trump, la prueba es que, en apenas dos semanas de haber asumido la administración de la Casa Blanca, le puso fin al TPS para los venezolanos.
Bukele, entonces, debió primero abogar por los del TPS y DACA, y, por supuesto el resto de migrantes indocumentados salvadoreños, que, de acuerdo a cifras oficiales de los Estados Unidos, suman el millón y medio, aproximadamente.
Bukele utilizó la visita, y las más de tres horas de la reunión con el Jefe de Estado de los Estados Unidos, para mostrarle y jactarse de su rancho privado en Coatepeque, que de acuerdo con las fotos difundidas por Casa Presidencial es un racho propio de un multimillonario.
Bukele, con su racho, y sus otros inmuebles adquiridos en los primeros cinco años de gobierno, le dejaron claro a Rubio, a quienes hemos visto las fotos, que en efecto, en El Salvador ha habido desarrollo, pero no para el pueblo, por supuesto, sino para la familia Bukele.
Bukele, en el gobierno de Biden había dicho que El Salvador no era el “patrio trasero” de los Estados Unidos, con Rubio demostró que El Salvador no es soberano, sino que se lo ofeció, como el basurero de los Estados Unidos. O como Trump lo dijo en otro momento: “El Salvador es un hoyo de mierda”.
“Hemos ofrecido a los Estados Unidos de América la oportunidad de externalizar parte de su sistema penitenciario. Estamos dispuestos a admitir únicamente a criminales convictos (incluidos ciudadanos estadounidenses convictos) en nuestra mega prisión (CECOT) a cambio de una tarifa”, dijo el presidente Bukele.
Con este ofrecimiento de Bukele, a cambio de nada, es decir, sin canje por la estabilidad de los del TPS o DACA, deja claro que Bukele solo quería la palmadita del amo, a cambio de dólares. “La tarifa sería relativamente baja para Estados Unidos, pero significativa para nosotros, y haría sostenible todo nuestro sistema penitenciario”, dijo el propio Bukele.
Y como hemos dicho antes, a Bukele le vinieron a imponer lo que los Estados Unidos quieren, y Rubio lo dejó claro: “Aceptó recibir de regreso a todos los pandilleros salvadoreños de la MS-13 que se encuentran en Estados Unidos ilegalmente. También prometió aceptar y encarcelar a inmigrantes ilegales violentos, incluidos los miembros de la pandilla venezolana Tren de Aragua, pero también a inmigrantes ilegales criminales de cualquier país”.
Rubio dice, en dos ocasiones que Bukele “ACEPTÓ”, es decir, no fue ofrecimiento de Bukele, sino, una imposición de Estados Unidos.
Osea, pues, a Bukele se le olvidó hablar por los salvadoreños en el exterior, solo aceptó recibir a los “indoumentados de la MS” y los criminales de otros países.
Por cierto, la embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga, dijo que Bukele le había pedido a Rubio, el retornar a El Salvador a los líderes de la MS13 en prisión Estados Unidos, esos líderes que el gobierno de Bukele puso en libertad de forma ilegal, que si no hubiesen sido capturados por el FBI en México, los salvadoreños seguirían engañados de que esos criminales seguían presos en El Salvador.
A Bukele pues, no le interesa ni la soberanía ni el futuro de la diáspora salvadoreña.