Isaac Bigio
Analista internacional
A dos meses y medio de que el maestro rural Pedro Castillo se hubiera convertido en el primer Presidente izquierdista electo en la historia peruana, el partido Perú Libre (PL), el cual le llevó al poder, ha decidido ir hacia votar por no darle confianza al nuevo Gabinete e ir a la muy posible expulsión de todos sus militantes que queden como ministros.
Crisis por cambio ministerial
El 6 de octubre Castillo hizo jurar a su segunda Primera Ministra. Ella es Mirtha Vásquez, la cual substituyó en su cargo a Guido Bellido, quien fue el primer Premier peruano en masticar coca y hablar en quechua en el Congreso, y al cual la derecha le había querido sacar por haber amenazado con poder nacionalizar el gas. A diferencia de su predecesor, Vásquez es mujer y nunca ha sido de PL.
Al hacer ese cambio mantuvo a dos tercios de sus anteriores ministros, pero renovó a media docena de estos. No obstante, dichas acciones de Castillo han herido a muchos de sus aliados. Varios de sus anteriores ministros removidos se han sentido despreciados y el Dr. Vladimir Cerrón, Secretario General de PL, ha visto que, tras la salida de Bellido, ya no hay nadie en el Gobierno al cual él considere como su «camarada».
La idea del maestro parece haber sido colocar más mujeres en el Gabinete y a una Premier que, además, tenga más experiencia en negociar con un Congreso hostil. Vásquez es la primera y la única persona que se reclama de izquierda que haya liderado el Legislativo (el último previo al actual, el cual duró desde noviembre 2020 a julio 2021).
La reacción más dura ante los nuevos cambios ha provenido del jefe del Partido que le llevó al poder, al cual Castillo durante la segunda ronda llegó a ofenderlo al decir que no lo iba a colocar ni siquiera de «portero». A pesar de que Castillo llegó a la Presidencia con el nombre, los símbolos y las consignas del partido, el Presidente s eha negado a colocar a cualquier cerronista en su gabinete, tal vez buscando evitar que el Secretario General de PL quiere seguir interviniendo en éste con sus tuits y comunicados contra tal o cual ministro o para seguir evitando que le tilden de «comunista».
Cerrón ha hecho pública una resolución de la «Asamblea nacional» de Perú Libre ocurrido el 13 de octubre en el cual se concluye que el Partido de Gobierno no va a dar un voto de confianza al nuevo gabinete, hecho inaudito en la historia nacional, especialmente a menos de 3 meses que se ha instalado un nuevo mandatario.
Además, deja ver que la bancada de PL se va a depurar decantándose de los maestros y dirigentes aliados que fueron electos en sus listas (los mismos que, probablemente, conforman la mayor parte de su bancada) y también de sus militantes Dina Boluarte (vicepresidenta) y de Betsy Chávez, por haber aceptado «individualistamente» carteras.
Así, la primera y única bancada que ha declarado que no va a apoyar al nuevo Gabinete es, pues, la del oficialismo. Si en caso de que se repitiese que unos 50 congresistas de la derecha dura volviesen a negarle el voto de confianza al Gabinete y PL se vaya a sumar a ese sector, es posible que Mirtha Vásquez pudiese no reciboir el indispensable voto de confianza del Congreso.
Sin embargo, ni siquiera el fujimorismo ha dicho esta vez que va a rechazar al nuevo Gabinete, pues la ultraderecha solamente pide las cabezas de los ministros del Interior y de Educación, por lo que es posible que Vásquez pudiese salir aireada con los votos del grueso de la derecha y de la izquierda no cerronista. El diario centrista «La República» aplaude que Cerrón se autoexcluyese para de esta manera presionar a que Castillo adopte un curso más afín a lo que han sido otros gobiernos de izquierda moderada en la región.
Lo más grave es que Cerrón, por decisión propia, decide romper con el Gobierno y con su propia bancada. Con esto hace que ésta pase de ser la mayor bancada que haya tenido tanto este como en el anterior Congreso para quedar, muy posiblemente, por debajo de la de Fuerza Popular de Keiko Fujimori.
Hasta hoy 37 de los 130 congresistas conformaban parte del Grupo Parlamentario de PL. Tras esa decisión, tal vez la mitad o inclusive la mayoría acaben excluídos de dicha bancada. De esta manera, PL pasaría de ser el primer grupo parlamentario a quedar por debajo de los 24 parlamentarios de FP, e incluso podría acercarse a tener alrededor de la misma cantidad de 15 legisladores que tienen tanto Acción Popular como Alianza Para el Progreso (APP). No puede descartarse que la mayoría de los 37 parlamentarios electos en el ticket de PL decidan quedarse con el nombre oficial frente a la minoría que pudiese seguir a Cerrón.
Con esta decisión los hermanos Cerrón pierden peso, se apartan del Gobierno que colocaron en su puesto, pueden separar de su seno a la Vicepresidenta que milita en sus filas (y que, eventualmente, podría reemplazar a Castillo), generan elementos de crisis y de desmoralización en su militancia y debilitan el bloque oficialista de izquierda que reunía 42 legisladores (37 de PL más 5 de Juntos Por el Perú).
Cambios
La principal crítica que Cerrón y Bellido hacen es que se cambió a un Premier «puka» (rojo en quechua) por una «caviar» (término impulsado por el fujimorismo para describir a sus adversarios de centro o izquierda, pero que Cerrón emplea para atacar a sus rivales dentro de la izquierda que siempre quieren estar en el poder). Cuando se dio a conocer que había renunciado Bellido a la Presidencia del Consejo de Ministros, Cerrón tuiteó pidiendo que se respete que el partido tenga ministros y que no se les dé mayores cuotas al Frente Amplio (del cual proviene Vásquez) o a JPP. Su hermano Waldemar Cerrón, el jefe de la bancada de PL, pidió incluso 8 a 9 ministros para PL.
Como Castillo decidió no acceder a esas demandas ni aumentar la cuota de PL en el Gabinete, entonces se produjo una ruptura. A pesar de que PL iba a tener dos ministras, eso no convencía a Cerrón pues él intuyó de que se trata de «traidoras».
El nuevo comunicado de PL ahora dice que ya no quieren nuevos puestos, ni siquiera en las prefecturas. El problema va a ser con los militantes de PL que ya están en cargos públicos pues se deberá tomar la decisión si siguen en esos cargos (que tanto les costó conseguir) o los dejan. Sin embargo, hay una total contradicción pues una de las conclusiones de las reuniones de PL fue cambiar a dos secretarios que se han dado a la fuga pues la justicia les pide que vayan a prisión por cuestiones de corrupción y quien acaba de ser nombrado el nuevo Secretario de Prensa, Richard Rojas, inmediatamente fue nombrado por Castillo y por su canciller Oscar Maúrtua (que tanto Cerrón y Bellido atacaron como «derechista») como el primer embajador peruano en Venezuela tras reestablecerse las relaciones diplomáticas entre Lima y Caracas. Rojas y PL han aceptado ese nombramiento con lo cual es lícito conjeturar cuán seria es esa demanda de replegarse de todo puesto oficial, y si más bien ello no es una pose de negociación para pedir más cupos aduciendo que éstos no les interesan.
Llama la atención el que el motivo del quebrantamiento tenga que ver más con puestos que con posiciones políticas. De hecho, hay una constante. Cuando el candidato presidencial del Partido Morado Julio Guzmán fue donde Castillo a reconocer su triunfo, Cerrón tuiteó atacándole por pedir puestos. Luego, 4 días antes de la transferencia del mando presidencial del 28 de julio se organizó el I Congreso Nacional de PL para demandar que el Primer Ministro sea de PL. El inicial intento de hacer que PL presida la Mesa Directiva del Congreso hizo que no se pudiese trabajar una alianza con el ala de Lescano de AP para hacer que un acciopopulista de dicho sector presida el congreso en alianza con PL, JPP, SP (Somos Perú) y Morados, por lo que dicho cargo pasó a Maricarmen Alva con una directiva muy a la derecha.
Diferencias políticas
Cuando se produjo el cambio del gabinete, el congresista Guillermo Bermejo, el más izquierdista de todos, le saludó pensando que se refrescaba el Gobierno pues no veía ningún cambio significativo de línea.
Él, en cambio, sí ha cuestionado que Castillo y Cerrón hayan vuelto a subscribir el pacto militar con EE. UU. del USAID (al cual Bolivia y Venezuela condenan como injerencismo militar estadounidense) o hayan autorizado el ingreso de tropas extranjeras (incluyendo norteamericanas y europeas). Bellido, además, en contra de muchos de su bancada, firmó para que el cadáver de Abimael Guzmán, un preso condenado por terrorismo que estuvo casi 3 décadas en la cárcel, no sea entregado a su familia, sino que fuese incinerado y dispersado por el mar, medida que no existe en ninguna otra democracia occidental frente a sus propios ciudadanos.
Cerrón y Bellido también estuvieron de acuerdo con ratificar a Julio Velarde como Director del Banco Central de Reserva, aunque tradicionalmente la izquierda a él le había condenado por ser el garante del neo-liberalismo y de las altas tasas de préstamos que benefician a la banca privada. Ambos, a su vez, han avalado la continuidad de la misma política macroeconómica monetarista heredada del fujimorismo, la misma que no quiere subir los bajos sueldos y salarios (los cuales, en términos de dólares han caído mucho), controlar precios, chocar con el FMI o el Banco Mundial, o nacionalizar ni una sola empresa o fundo.
Es posible que, ahora, Cerrón y Bellido empiecen a chocar con Castillo tratando de impulsar una constituyente, el ingreso libre a las universidades y la nacionalización del gas.
No obstante, es de aclarar que cuando Bellido presentó su plan de Gobierno para ser ratificado por el Congreso él no planteó ninguna de esas 3 medidas pues no quiso chocar con varios sectores de derecha cuyos votos necesitaba para recibir su voto de confianza.
Marxismo-Leninismo
El saliente ministro de cultura Ciro Gálvez ha notado que mientras PL se reclama marxista-leninista, Castillo no. En verdad, ni el candidato llevado por PL para la Presidencia peruana ni el que llevaron para la Alcaldía de Lima (Ricardo Belmont) jamás se han declarado socialistas, antiimperialistas, antioligárquicos, revolucionarios, rojos o proletarios. Ambos son demócratas anticorrupción, mientras que Belmont abiertamente se considera un empresario centrista y anticomunista.
Según Lenin el «Estado capitalista» y la «democracia burguesa» no pueden ser reformados, sino que deben ser derrumbados mediante una revolución proletaria socialista que expropie a la burguesía y que se base en las organizaciones obreras, campesinas y populares y en las tropas que se rebelen contra sus oficiales.
Cerrón y Bellido no hablan de Estado burgués ni de buscar acabarlo, sino de ir reformando al actual Estado, a cuyas leyes e instituciones se apegan. Nunca mencionan al proletariado y tampoco se asientan en los sindicatos y las organizaciones obreras.
Ambos cuestionan a los «caviares», pero no al capitalismo o al neoliberalismo, pues sostienen que hay que ir a una «economía popular de mercados» y aceptan tener que mantener el actual modelo económico monetarista que fue inicialmente creado basándonos en el «Consenso de Washington».
PL tiene dos opciones:
1) Mantener el Marxismo-Leninismo, lo que implicaría pasar a conformar una oposición de izquierda contra Castillo buscando impulsar una revolución anticapitalista.
2) Persistir en sus políticas de querer reformar al actual modelo centrándose en algunos cambios de políticas o de ministros, para lo cual debieran liberarse de esa camisa de fuerzas ideológica que es reclamarse como comunistas, algo que espanta a potenciales aliados y a empresarios.
Lo más probable que adopten un híbrido entre ambas salidas. Al separarse de Castillo podrán radicalizar su mensaje y aparecer como los más consecuentes que se oponen a que sé dé un nuevo viraje derechista como el que el expresidente Ollanta Humala dio. Sin embargo, PL no parece apuntar a adoptar una estrategia bolchevique para tomar el poder por la vía insurreccional, sino que va a buscar entroncarse con las corrientes del Foro de São Paulo que buscan ir haciendo cambios graduales dentro de las democracias multipartidarias y de los sistemas de mercado. Incluso, es posible que este comunicado no busque una ruptura con Castillo, sino darle una alerta de la pesadilla que le espera si termina rompiendo con el partido que le hizo llegar a Palacio. Tampoco se puede descartar que PL y Castillo vuelvan a fumar la pipa de la paz.
Desafíos
PL y Castillo deben de darse cuenta de que es imposible que haya un Gobierno que dure un quinquenio con el actual Congreso donde la extrema derecha nunca ha cesado de planear golpes y obstrucciones, y que si quieren realizar cambios sociales aplicando su programa están obligados a movilizar a las masas.
Si en julio Castillo y Cerrón se hubiesen concentrado en hacer mega-marchas (como las de los 4 suyos que echaron a la dictadura de Alberto Fujimori en 2000) para evitar los nuevos golpes fujimoristas y llegar a Palacio, hoy tendrían arrinconando a la derecha.
Al no apelar a esas movilizaciones, al mantener los salarios al mismo valor que hace más de 40 meses atrás, al no controlar precios o crear bolsas de familia, al no recuperar el gas, entre otras demandas, PL y Castillo pierden piso.
Hoy el Congreso quiere modificar inconstitucionalmente la cuestión de confianza para ir hacia la vacancia presidencial y crear 5 nuevas leyes antilaborales que van a facilitar despidos, que las gratificaciones sean parte de los salarios y que jornadas de tiempo completo sean consideradas de tiempo parcial.
Solamente con movilizaciones de masas y una asamblea constituyente se va a poder frenar esa embestida.
Castillo y los partidos que apoyan su Gobierno como PL, PMP, JPP, FA y otros, juntos con los sindicatos y organizaciones sociales bien pueden unirse para promover grandes marchas que haga que la calle se haga sentir y hagan recular al golpismo. El frente único no anula las diferencias, pero obliga a acciones conjuntas.
Cerrón, con su táctica de romper a la bancada de PL y de negarse a darle confianza al nuevo Gabinete, se está haciendo un grave perjuidio a sí mismo.
Por un lado divide y minimiza a su militancia, a su bancada y a su partido, cuando lo que él debió haber hecho es exactamente lo opuesto: transformar a PL en un Partido de masas donde por lo menos el 1% de sus 8,8 millones de votantes sean militantes que coticen y activen, para lo cual es imprescindible que dentro de este haya una pluralidad de corrientes y muchas afiliaciones de sindicatos.
Por otra parte, puede aparecer como cómplice de la derecha contra Castillo. Uno perfectamente puede rechazar las políticas del oficialismo pero darle un voto crítico al Gabinete para hacer frente al fujimorismo. Con esta manera Cerrón aparecería consecuente y no se divorciaría de los millones que votaron por Castillo.
Democracia interna
El comunicado de PL habla de haber sido suscrito por una «Asamblea nacional» realizada el 13 de octubre. Empero, allí no aparecen firmas. ¿Qué bases y quiénes participaron en dicho evento? ¿Participaron delegaciones de las 27 regiones, incluyendo de los Peruanos del Exterior? ¿Dónde se realizó esta asamblea y cuánto tiempo duró? ¿Se invitó a Castillo, Presidente de PL, o a Dina Boluarte, militante de PL y Vicepresidenta? ¿Cuáles fueron los documentos a discutir y cuál fue el debate? ¿Dónde están las fotos, los videos y las actas? ¿Puede la militancia o el electorado de PL ver las granaciones de dicha asamblea?
La Vicepresidenta Boluarte dice haberse quedado sorprendida por la realización de esa asamblea y por sus conclusiones, mientras que, seguramente, al Presidente del Partido y del País, tampoco le invitaron. El congresista Bermejo tampoco puede responder que otros miembros de su bancada de 37 integrantes estuvieron en dicho cónclave.
Se supone que para tomar una decisión tan trascendental como es la de romper, aunque sea de manera temporal, con el Presidente y Vicepresidenta a la cual pusieron en Palacio, deberían haber tenido un gran debate interno altamente participativo.
Contradictoriamente, una de las resoluciones de dicha asamblea es llamar a sancionar a quienes filtran informaciones internas, pero esto último es inevitable en una democracia multipartidaria y en un partido que se supone es el que ha sido electo para gobernar.
Nunca antes en la historia de ninguno de los países de la costa pacífica sud o centro americana ha habido un partido y una plancha presidencial que hayan sacado 8,8 millones de votos. Y el partido que ha sido elegido está en la obligación de mostrar con transparencia sus debates internos, en los cuales deben participar todos sus comités de base e incluso sus electores.
No se puede imponer decisiones al partido que ha logrado la votación más alta jamás lograda en todo el oeste sudamericano sin que participen todos sus congresistas, su plancha presidencial, sus bases y sus electores. Hacer eso destruye la democracia interna y el control de las bases y genera una forma de toma de decisiones que puede acabar con la renuncia o expulsión de varios líderes partidarios y también derrumbando a todo un movimiento social.
El viraje de Cerrón
Tras la aparición de dicho comunicado las declaraciones de Cerrón y Bellido son cada vez más hostiles. No está claro si lo que quieren es asustar al maestro para que renegocie con ellos y ampliar la cuota de PL en el Gabinete, o si se están preparando para una ruptura.
Mientras tanto, Cerrón ha hecho exactamente todo lo que la derecha, el centro y la izquierda moderada han estado queriendo: hacer que él se divorcie de Castillo. No ha sido el Presidente quien ha expulsado al líder del partido que le llevó a Palacio, sino al revés.
De tanto haber querido recortar la influencia de los ministros de justicia, economía y exteriores en el poder, ahora la han de incrementar. Si antes Cerrón quiso vetar que Verónika Mendoza, Daniel Abugatás, Jorge Nieto, Yohny Lescano, Daniel Salaverry u otras figuras de la centroizquierda, el centro o la derecha antifujimorista pudiesen llegar al Premierato, ahora, con su decisión, le han allanado el camino.
Cerrón, por su parte, se encuentra en un proceso judicial donde la fiscalía le pide cárcel por malos manejos. Como parte de ese proceso se ha ordenado prisión preventiva contra el número dos de PL y se ha congelado las cuentas de la madre de los Cerrón, viuda de un asesinado por causas sociales. Tal vez, como parte de su estratagema, Cerrón puede estar buscando pasar a la oposición para así sostener que es víctima de una persecución política o buscar asilo. En otras latitudes se han dado caso de izquierdistas radicales que se alían a la derecha para deponer gobiernos de izquierda «tibia», a cambio de algunas concesiones.
En todo caso, es claro que la manera en la cual la Justicia hostiga a los Cerrón es mucho más severa que la que se adopta ante claros casos de corrupción como los cometidos por los Fujimori y una serie de parlamentarios y figuras de derecha.
Semanas atrás Cerrón se convirtió en el primer y único líder peruano en proclamar su candidatura a la Presidencia para las elecciones del 2026, con lo cual busca evitar que Castillo quiera forzar a un cambio constitucional para ir a un segundo mandato o que aparezca otro dirigente de izquierda o de su partido en querer reclamar tal sitial. Al parecer toda su estrategia es una de carácter netamente electoral tendiente a buscar reemplazar a Castillo, ya sea si es que el maestro logra culminar su quinquenio o en caso de que él fracase o se adelanten las presidenciales.
El 2 de octubre del 2022 se deben dar las elecciones regionales y locales peruanas ante las cuales ya Keiko Fujimori viene preparando sus cuadros mediante sus «escuelas naranjas». Cerrón si persiste con su decisión debilita la formación de un bloque de izquierdas, y parece que puede estar contemplando apuntar a ir solo como cabeza de una supuesta oposición de izquierda al Gobierno. De consumar tal giro Cerrón va a lograr que Castillo y las fuerzas y masas que aún creen que este Gobierno puede ir hacia un cambio social deban buscar un nuevo vehículo electoral (que puede ser un nuevo Partido Magisterial Popular o un frente en torno a JPP y otros movimientos). Cerrón podría quedarse con el membrete y el símbolo de PL, pero eso no le generaría automáticos buenos resultados. Recordemos que en las elecciones presidenciales del 2016 Cerrón tuvo que retirar su candidatura por falta de apoyo y que en las legislativas del 2020 solo consiguieron medio millón de votos y ningún congresista.
Ya hemos visto la triste experiencia de anteriores frentes o movimientos de izquierda que se transforman en organismos que giran en torno a un caudillo, todo lo cual ha acabado haciendo que movimientos que inicialmente aglutinaban masas se tornen cenáculos.
¿Leninismo?
De darse una ruptura Cerrón y Bellido podrían apelar a retomar un discurso «leninista», el cual han desterrado totalmente durante estas elecciones y estas primeras semanas del Gobierno.
En ese caso sus credenciales bien pudiesen ser discutibles. Veamos un ejemplo, Bellido en la campaña electoral prometió que lo primero que iban a hacer en el Gobierno iba a ser romper relaciones diplomáticas con EE.UU., pero, cuando él fue Premier ratificó estas y al USAID y dejó entrar uniformados norteamericanos.
Lenin siempre planteó que los Partidos Comunistas en todo el mundo deberían postular sus propios candidatos, los cuales deberían estar sujetos a su disciplina estricta. PL, como ya hemos visto, llevó a la alcaldía capitalina y a la Presidencia de la República, a personalidades que no se reclaman socialistas.
Cuando en 1917 Rusia estuvo liderada por Alexander Kerenski, cabeza de un gobierno de los socialistas revolucionarios y mencheviques con sectores capitalistas, Lenin se negó a entrar a su seno, le caracterizó como un demócrata pequeño burgués, pero le defendió contra golpistas como Kornilov, pidiéndole siempre que rompa con los ministros «burgueses» y que haga una serie de reformas sociales.
A diferencia de Lenin, Cerrón no estructura a su partido en las organizaciones obreras, no da definiciones marxistas de clase, pasa de un apoyo incondicional a Castillo a buscar echar abajo a su Consejo de Ministros (incluso con la posibilidad de votar por ello junto con la ultraderecha golpista), y no busca ir a una revolución socialista. Tal vez calcula que su actitud ha de obligar a Castillo a recular, a ampliarle la cantidad de ministros en el Gabinete, a hacer que la nueva Premier plantee renegociar el gas y la constituyente (cosa que no hizo Bellido cuando fue a presentar su plan ante el Congreso) o a conducir a que ella caiga, para que de esta manera el Parlamento gaste su bala de plata y luego el Ejecutivo constitucionalmente pida nuevas elecciones al Legislativo.
Castillo y Cerrón pierden con la división
En vez de estar entrando a una disputa entre Cerrón y Castillo, ambos debieran impulsar grandes acciones de masas para defender la democracia contra los golpistas y avanzar en una agenda social.
Castillo insiste en que él no va a girar hacia el centro o la derecha y que sigue la misma línea que trazó cuando Bellido fue su Premier. Empero, Castillo puede verse obligado a girar más hacia el centro y hacia un pacto con AP, APP, SP y los Morados para mantener la gobernabilidad. Esa ruptura va a dificultar la campaña por una nueva asamblea constituyente.
Muchos activistas pro-Castillo, en vez de estar recolectando firmas para una consulta popular pro-constituyente, ahora buscan inscribir nuevos partidos como el Popular Magisterial y uno otro que, al igual que en el caso del PPK, tenga las mismas siglas de Pedro Castillo Terrones (PCT).
Si Cerrón no corrije su actual rumbo va a perder peso político y su partido va a dejar de ser el más importante del país para reducirse a tener una bancada chica y con pocas probabilidades electorales de cara a los comicios locales y regionales de octubre 2022. Sin apoyo de masas no le va a ser fácil a él y a su familia resistir la ofensiva judicial en su contra.
Quien más provecho va a sacar de esta ruptura van a ser los propios enemigos de PL y quienes siempre quisieron colocar una cuña entre PL y su plancha presidencial. Cerrón y Bellido bien podrían recapacitar y recular.