ASOCIACIÓN INTERSECTORIAL PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO
Y EL PROGRESO SOCIAL – CIDEP –
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San Romero de América, medical como ha sido denominado a nivel popular el Arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, pills nació en Ciudad Barrios departamento de San Miguel el 15 de agosto de 1917; se caracterizó por ser un sacerdote caritativo, desinteresado y preocupado por los sectores más desfavorecidos del país. El 24 de marzo de 1980, tres años después de su nombramiento como arzobispo de San Salvador, fue asesinado mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia.
El trabajo pastoral de Romero ha trascendido incluso a nivel internacional, en el año 2010 la Organización de las Naciones Unidas -ONU- adoptó por consenso la resolución que proclama al 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, cuyo fundamento primordial lo constituye su legado como un incansable defensor de los derechos humanos.
En el contexto la ceremonia de beatificación que se realizó el pasado 23 de mayo, es importante no perder de vista el legado social e histórico que transciende a su mensaje, su martirio y su beatificación. Cabe recordar en estos momentos que en 1993 la Comisión de la Verdad, un organismo creado durante los Acuerdos de Paz en El Salvador, en su informe llamado “De la locura a la esperanza” señaló a Roberto D´Aubuisson como el autor intelectual del asesinato de Romero; cinco días después la Asamblea Legislativa del país aprobó la “Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz” que dejaría impunes hasta la fecha, la muerte del obispo y la de miles de personas asesinadas y desaparecidas durante el conflicto.
Ahora el mensaje de Monseñor Romero debe ser contundente y se vuelve más vigente que nunca, ya que seguimos viviendo y sufriendo la impunidad del pasado con una ley de amnistía que no permite que se conozca la verdad y se haga justicia, y la impunidad y la injusticia social estructural que cada vez más aumenta la brecha entre ricos y pobres.
Como ejemplo, retomamos el fragmento del libro “El pensamiento Teológico Pastoral en la homilías de Mons. Romero” : Conmovido por la penuria y las circunstancias de hambre aguantadas por la gran mayoría de su pueblo, monseñor Romero se empeña en describir la realidad tal como se sufre, procurando provocar en los pudientes una respuesta positiva: “El pueblo salvadoreño es …un pueblo que cada vez se va empobreciendo más y ya no soporta los efectos de la desproporcionada distribución de la riqueza; y, por otra parte, unos cuantos poderosos económicamente, que al ver en peligro sus intereses personales lo atacan y amenazan y le exigen que retire cualquier moción encaminada a corregir la injusticia”. Homilias, 7 octubre 1979, vol VII, 332.
Este es el legado a recordar, invitamos a la población a comprender y hacer propio su legado como una forma de luchar por la verdad, la justicia y la paz en El Salvador.