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A la multitud que gritó ¡Crucifícale!  y Sócrates por impiedad

 

Caralvá

Intimissimun

Gratas palabras encuentro en viejos textos, que no por ello dejen de ilustrar la misma pasión por la vida en sus diversas expresiones;  como especie homínidas  repetimos y repetimos la votación griega que condena a muerte a Sócrates por Impiedad a los dioses y corromper a la juventud… en otros eventos la violencia parece tan fundacional como (in)necesaria bajo la óptima del poder, a Jesucristo lo observamos en cada barrio pobre en sus jornales, obras de construcción, bares callejeros siempre perseguidos por la justicia que no le perdona una huelga por aumento del salario, así mueren crucificados en el Calvario del capitalismo que permanece intacto a lo largo de los siglos por más misas concelebradas en todo el mundo, entre nosotros impera la desigualdad racistas en muchos niveles, si hablamos de oportunidades sociales ahí está la UNESCO, OIT, ONU, si hablamos de justicia la última palabra se encuentra en los cementerios ¡oh especie homínida tan susceptible a la palabra animal!

Y repetimos… (fragmento Sembrando)  “El soberano impulso que mi alma enciende; por los que no trabajan, trabajo y lucho, Si el mundo no lo sabe, ¡Dios Comprende! Hoy es el egoísmo torpe maestro, A quien rendimos culto de varios modos, Si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro, ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos! En la propia miseria los ojos fijos, Buscamos las riquezas que nos convienen, Y todo arrostramos por nuestros hijos, ¿Es que los demás padres hijos no tienen?… Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre, Y, en las guerras brutales con sed de robo, Hay siempre un fratricida dentro del hombre, Y el hombre para el hombre siempre es un lobo. Por eso cuando al mundo, triste contemplo, Yo me afano y me impongo ruda tarea, Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo, Aunque pobre y humilde parezca y sea. ¡Hay que luchar por todos los que no luchan! ¡Hay que pedir por todos los que no imploran! ¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! ¡Hay que llorar por todos los que no lloran! ¡Hay que ser cual abejas que en la colmena, Fabrican para todos dulces panales. Hay que ser como el agua que va serena, Brindando al mundo entero frescos raudales. Hay que imitar al viento, que siembra flores, Lo mismo en la montaña que en la llanura: Y hay que vivir la vida sembrando amores, con la vista y el alma siempre en la altura. Dijo el loco… M.R. Blanco Belmonte (1871-1936)

Gratas palabras de esa utopía, la Historia demuestra que a pesar de los siglos poco evolucionamos en la sociedad, aún con la tecnología, aún con un Nuevo Testamento, hasta el día en que la multitud pronuncie ¡A Jesús! y ¡no Barrabás!, hasta el día que perdonemos a Sócrates por su impiedad a los dioses y corromper a la juventud, hasta el día que aceptemos que aun somos antropoides y no humanos.

amazon.com/author/csarcaralv

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