Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Según encuestas publicadas, el partido oficial (no Gana, sino NI) goza de la preferencia de la mayoría de las personas.
Como nunca, según la última encuesta de la UCA, a la votación asistirá una inmensa mayoría de electores convocados. ¿Por qué entonces el candidato a presidente, y presidente actual, expresa temor a perder un solo diputado de su partido?
¿Tiene acaso otras encuestas?, ¿mira el ejemplo de Guatemala, donde ahora gobierna quien aparecía en los últimos lugares en las encuestas? o, ¿es consciente de que ha causado mucho daño y que es el temor el que lleva a decir que su partido es el preferido?
Chantajear a la ciudadanía difundiendo mentiras para que las personas crean que votar por candidatos de oposición es igual a liberar delincuentes, es muy bajo, y expresa la ausencia de nociones sobre democracia. Es un total desprecio a la democracia y a los otros partidos contendientes e irrespeto a la ciudadanía.
Como bien se lo dijo Karina Sosa, candidata a diputada por el FMLN en el departamento San Salvador, los diputados no tienen las llaves de los centros penales, ni mandan sobre los jueces.
Según la Constitución, los diputados del partido que sea deben legislar en interés del pueblo; así debe ser según la ley y la Constitución; pero, con las declaraciones del señor Bukele queda claro que él controla esos organismos de Estado y que se lo permite la obediencia de una mayoría absoluta de diputados a su servicio, no al servicio del pueblo salvadoreño.
El artículo 79 de la Constitución, en su segundo inciso, establece que “para la elección de diputados se adoptará el sistema de representación proporcional”, y da por sentado que en ese órgano de gobierno debe haber representación diversa, por eso el sistema que el oficialismo y sus aliados modificó busca, por el contrario, el predominio de un solo partido y anular el pluralismo político.
¿Es al balance de poderes al que teme el candidato Bukele?
Según ese mensaje de campaña llamando a votar exclusivamente por su partido, en nombre de una falsa seguridad, brindada con la restricción de garantías constitucionales y manteniendo al país bajo un régimen de excepción, el presidente y candidato asume que él es quien debe controlar la presidencia, el órgano legislativo, el judicial, la fiscalía y se desprende que, con eso y las “presiones de estado”, controlarlo todo, todo, todo.
No lo dice, pero es igual a decir, vote por la dictadura que le ofrece NI.
Digo falsa seguridad, porque seguridad es no tener temor, ni ser capturado arbitrariamente; si seguridad sentiera la gente quitaría los portones de seguridad, las seguridades privadas de las colonias, sería innecesario tanto despliegue militar y policial, sería innecesario duplicar el ejercito y manipular la policía.
Otros lo han dicho… no son los diputados de oposición los que han sacado jefes mareros de la cárcel y del país para protegerlos, ni los que niegan la extradición de otros jefes de pandillas; pero si los diputados oficialistas guardan silencio y evitan ejercer facultades potestativas para investigar esos hechos, denunciados desde otros países como México y Estados Unidos.
El principio de reglas claras, resultados inciertos, que sería el apropiado para unas elecciones limpias y libres, está ausente aquí, a partir de todas las mutaciones al sistema electoral que el oficialismo ha realizado, anulando municipios, disminuyendo diputados, cambiando formula de asignación de votos a escaños, usando medios oficiales y fondos públicos para favorecerse electoralmente, regulando maneras de votar sin garantías de que se cumpla el principio de a cada ciudadano un voto.
Si han cambiado tanto el sistema, si han utilizado tanto sus posiciones de gobierno para su beneficio, si las encuestas les favorecen, resulta extraño que invoquen peligros inexistentes por si la oposición gana suficientes diputados para equilibrar el poder.
De lo que debemos estar seguros, es que ante tantos retrocesos, tanta prepotencia, tanto desprecio a la democracia y a la Constitución, provocará un día que esa mayoría comprenderá lo contraproducente para su interés que resulta endosar su confianza al ahora partido oficial.
Sin transparencia, sin rendición de cuentas, con más endeudamiento del país, sin protección del Estado a los derechos civiles, políticos y humanos, el porvenir será difícil.
Pero en todo tiempo, el sentido de justicia y dignidad emergen y forjan revolucionarios. Entre ellos y con ellos estarán miles de salvadoreños para luchar por recuperar para el país la democracia y la Constitución secuestradas.