Licenciada Norma Guevara de Ramirios
El domingo 3 de febrero de 2024 serán las elecciones presidenciales y legislativas en nuestro país y, a estas alturas, ya deberíamos saber quiénes tienen derecho a votar.
Sin embargo, la maquina de hacer y reformar leyes, impide que sepamos con qué reglas se realizarán esos comicios.
Mientras tanto, las condiciones de vida de la población se agravan para la mayoría que vive de empleos, de la actividad informal, de la agricultura, y hasta para quienes apoyan su subsistencia con las remesas que envían familiares desde el exterior.
A un año se sabe que la mayoría de personas encuestadas, por diferentes métodos y casas de estudio de opinión, afirman no tener preferencia por ningún partido político, y que la mayoría que sí lo tiene, también tiene clara su preferencia por el partido creado por el presidente, no por el que lo llevó a esa posición.
Se ignora el costo que tendrán los comicios mientras la cartera de hacienda no envíe a la asamblea legislativa el proyecto de presupuesto extraordinario. Sin embargo Las noticias indican que costarán unos 130 millones de dólares; una cantidad que jamás ha gastado el país en elección alguna y que, supuestamente, se encarece por el voto desde el exterior.
Las decisiones del oficialismo se ven a la legua, en las declaraciones de sus voceros en favor de la reelección presidencial, prohibida por la Constitución; en los movimientos de sus piezas locales y en la actividad de la entidad que concentra el poder de levantar polvo en las calles, la mentada dirección de obras municipales.
Deben aspirar reforzar la propaganda con inauguraciones que, a manera de espejitos y luces, vuelvan a encantar al electorado.
Pero no todo es color de rosa, ni en la vida de la gente, ni para la autocracia que nos gobierna y que ha destrozado la institucionalidad, incluida la institucionalidad electoral.
Decenas de miles de familias sufren los efectos de políticas, como la política de seguridad basada en capturas masivas que incluyen tanto a mareros como a personas inocentes, basada en la construcción de cárceles modernas y enormes, en el resto de penales se mantiene el hacinamiento y la tortura a los detenidos.
Las cosas no lucen bien en los mercados, donde se puede comprar menos por el alza de precios; tampoco para miles de comerciantes informales que vendían en la calle y se les ordena desalojar sin alternativas para realizar su actividad.
Los empleados de educación, que esperaban su nivelación ganada por ley desde 1997, ahora son informados que dicha nivelación no se realizará, y por supuesto que tampoco están contentos.
Y aunque pongan la cara alegre y realicen despilfarro, los propios funcionarios de gobierno, que no alcanzan a pagar los salarios de los empleados, y con la exigencia de gastar para impresionar como gobierno de “primer mundo”, también deben estar tronándose los dedos.
Sobre esta realidad debe operar la ciudadanía con mayor nivel de conciencia de lo que el pueblo se juega en las elecciones de febrero y marzo del próximo año, sobre esta realidad debe crearse la propuesta alternativa, que permita recuperar el país.
Esa es la labor de las fuerzas políticas sociales, partidarias y no partidarias, que a lo largo de estos años de gobierno se han expresado en rechazo a la desconstrucción de la democracia, que tanto costó al pueblo.
Es insuficiente señalar, criticar lo que vemos mal en nuestra sociedad; es insuficiente darnos cuenta de los efectos nocivos para el futuro, es necesario dar un paso adelante y articular fuerza, elaborar entre la diversidad de una propuesta alternativa a la rutina en que se ha convertido el régimen autoritario que nos gobierna.
Sobrepasar el miedo, como de vez en cuando la protesta laboral de trabajadores enseña, que son capaces de vencer el temor para exigir sus salarios, sus derechos. Así también las fuerzas organizadas, social y políticamente, deben vencer el temor y echar a andar una opción que salve a nuestra sociedad del neofascismo que domina.
No será fácil, pues la mentira ha hecho su obra, la propaganda en favor del régimen igual, pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, la oportunidad de defender los derechos del pueblo están allí en esos comicios, en la lucha contra el fraude.