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Abolir los Acuerdos de Paz 1992 y la República

César Ramírez

@caralvasalvador

La negación de las bases democráticas, los Derechos Humanos, impulsar una nueva Constitución, rol de la Fuerza Armada, Sistema Electoral, Régimen de Excepción etc. desintegran el modelo que propició la paz durante treinta años, ahora esa condición la observamos en plena destrucción, con diversas manifestaciones indignantes y el colmo la “reelección presidencial”.

En 1931 el Golpe de Estado del martinato inició la ruptura constitucional, derrocó al presidente Arturo Araujo, a partir de ese momento esa administración continuó como si no hubiese ocurrido nada; se debe destacar que las elecciones fueron convocadas durante la administración del presidente Araujo antes del cuartelazo… así se efectuaron elecciones municipales y diputados a escasos 32 días del Golpe Militar, posteriormente el General Martínez proclamó la reelección presidencial indefinida.

Ahora en 2022 se recuerda las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado, con un desprecio total a la vida humana, con un Estado Policial y Fuerza Armada sin límites, donde la defensa de los derechos humanos fue calificada de “comunista”.

En consecuencia, observamos como la República desaparece bajo el manto del autoritarismo y causa fatiga la cantidad de eventos inconstitucionales, no existe una defensa jurídica, ni condición ciudadana amparada en el contrato social nacional.

Es necesario leer y recordar que el mes de julio de 1992, el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas publicó el documento Acuerdos de El Salvador en el camino de la Paz, un libro que debería ser impreso millones de veces y estudiado en todo nivel educativo, pero no sucede así.

Reproduciré un fragmento: “ … puso fin a una cruenta conflagración civil que duró doce años y costó más de 75,000 víctimas entre la población salvadoreña. El Acuerdo es, así mismo, la culminación de un largo proceso que se inició cuando los cinco presidentes centroamericanos pidieron la intervención del Secretario General de las Naciones Unidas para que interpusiera sus buenos oficios con el fin de lograr la pacificación en la región de América Central, lo que fue ratificado por la resolución 637 (1989) de 27 de julio de 1989, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La partida de nacimiento formal está, sin embargo, registrada en el Acuerdo de Esquipulas II, del 7 de agosto, diseñado por el Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, que planteó una solución global para la pacificación en el istmo basada en la consolidación de la democracia promoviendo el diálogo nacional, una amnistía general, un cese del fuego, la celebración de elecciones libres y limpias y el repudio a los grupos insurgentes y a las fuerzas irregulares, con el compromiso de impedir el uso del territorio de cada país para desestabilizar a otros países de la región” pág i Acuerdos de El Salvador / ONU – DIPONU, ONUSAL – s.l. jun 1992—159 p.

Si estas breves palabras son insuficientes, consideremos que una guerra civil es el futuro que nos espera cuando se destruye la democracia, por lo tanto, no habrá paz y si no es ese desafortunado evento, entonces será una dictadura sangrienta como el martinato que permaneció 14 años en el poder.

Las dos acciones:  abolir los Acuerdos de Paz 1992 y entronizar la dictadura, provoca la destrucción de la República, en esa circunstancia no existe división de poderes, ni justicia y las instituciones se vuelven cómplices de la voluntad del gobernante, tampoco existen Derechos Humanos junto a todos los vicios autoritarios etc., la oposición ciudadana es doblegada por el temor a la represión.

Ese es nuestro momento histórico, las soluciones son conocidas.
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