Roma / AFP
La diócesis de Roma anunció la apertura del proceso para la beatificación del superior de los jesuitas de 1965 a 1983, padre Arturo Arrupe, conocido por sus posiciones liberales y abiertas, informó el portal de noticias del Vaticano.
Arrupe, vasco-español, fallecido en Roma el 5 de febrero de 1991 a los 84 años, superior general de los jesuitas en los años en que el papa Francisco era provincial de la orden en Argentina, fue el primero en la historia de la influyente Compañía de Jesús que renunció al cargo, hasta ese momento vitalicio.
La apertura del proceso para la canonización de Arrupe, que permitió a numerosos sacerdotes jesuitas apoyar movimientos de liberación en América Latina por lo que fue acusado de izquierdista, fue confirmada a la prensa también por su tercer sucesor, el venezolano Arturo Sosa Abascal.
El general de la Compañía de Jesús, el llamado «papa negro», era un hombre carismático, que se encontraba el 6 de agosto de 1945 en Japón cuando explotó la bomba atómica.
Esa experiencia marcó la vida de Arrupe, que era médico, al cambiar profundamente su visión del mundo después de haber vivido la tragedia de Hiroshima en primera persona.
La posible canonización de Arrupe por parte del primer pontífice jesuita de la historia, resulta un gesto importante y simbólico para el papado de Francisco, criticado también por sus posiciones liberales.
El mismo papa Francisco ha confesado en varias ocasiones que padre Arrupe contó mucho en su vida desde la época en que era un simple seminarista.
Padre Arrupe fue también el fundador en 1980 en Roma del Servicio Jesuita para los Refugiados que ofrece ayuda a los inmigrantes e indocumentados, una de las mayores preocupaciones del pontificado de Francisco.
El papa argentino ha visitado en varias ocasiones el centro de asistencia jesuita así como la tumba del padre Arrupe, en la céntrica Iglesia de Jesús en Roma.
La puesta en práctica por parte de Arrupe de las aperturas aprobadas en la década del 60 por el Concilio Vaticano II y su compromiso con los más pobres, le costaron fuertes tensiones dentro y fuera de la Iglesia católica y en particular con el papa Juan Pablo II, que lo desautorizó.
«Manténgase alejado de todas las tendencias secularizadoras, (…) respete la ortodoxia doctrinal», advirtió Juan Pablo II en un discurso a los representantes jesuitas en 1979.
Provincial de los jesuitas en Argentina entre 1973 y 1979, el entonces padre Jorge Bergoglio, hoy en día papa Francisco, también se oponía a los excesos marxistas en la lucha social, lo que generó tensiones con la compañía e incluso con Arrupe, a quien podría llegar a santificar.
El camino para llegar a ser santo suele ser largo y consta de varias etapas, entre ellas demostrar que intercedió en dos milagros tras haber sido sometidos al parecer de un comité de médicos y teólogos.