Por Iosu Perales
El fichaje de Sebastián el Loco Abreu por Santa Tecla me entusiasma. No hay loco más cuerdo que este uruguayo que dice “No concibo la vida sin reír”. Abreu jugó en 2009 en mi equipo, la Real Sociedad de San Sebastián y demostró que su vida es remate, es gol, y hacer más grande y amable el fútbol. Nació en Minas, Uruguay, en 1996 donde pronto le llamaron “loco” como sinónimo de lindo, nada que ver con loco de ido. Apodo que lo sigue ganando cada día por la alegría que transmite.
Amigo de Juanma Lillo (estuvo en conversaciones para entrenar a la selecta y actualmente está en el Sevilla con Sampaoli) y de Pep Guardiola, vivió con ellos una aventura mexicana que le marcó la vida. De aquellas tertulias de los tres, suele decir: “Era como estar en el paraíso. Era fascinante. Hablaban de posicionamiento, de estilo, de método de trabajo. Yo callaba, escuchaba y aprendía. Es uno de los regalos que me dio la vida”. De ellos dice que le ayudaron a interpretar el juego de una manera insospechada. En esas conversaciones se obsesionó por ser entrenador un día. Lo será.
Un profesional de los pies a la cabeza, en la Real Sociedad marcó goles y demostró una calidad fuera de lo común en el área chica. Un tipo del que se recuerda en San Sebastián su honestidad dentro y fuera del campo, su contribución al colectivo, su carácter sociable y su amor incondicional a su profesión. Hablar de Abreu en mi ciudad es recordar a un crac.
Ha jugado en 22 equipos, entre ellos su Nacional de Montevideo, River Plate, el gran Botafogo, el América de México, Cruz Azul, Dorados, San Lorenzo de Almagro, Gremio… tal vez porque no es hombre de anclarse en un lugar por mucho tiempo y su forma de ver la vida le empuja a conocer lugares, gentes y culturas, a vivir la vida como un continuo reto de aprendizaje. Es tan inteligente que no tiene problemas en hacer bromas consigo mismo: <<No juego en el Barcelona porque no me alcanza para un fútbol tan elegante, jejeje>> dijo una vez. Él mismo cuenta que en época de fichajes Pep Guardiola le enviaba un mensaje: <<Loco, ¿no sabes de un delantero centro con gol?>> Y el Loco le respondía: <<Pep, voy mañana>>. Y siempre, siempre, acababan igual: <<”¡Ché loco, que quiero un delantero, no un parrillero para el asado!>>. Pero lo cierto es que se trata de un jugador elegante, de un talento extraordinario para olfatear el gol y esperar el balón en el lugar adecuado para empujarlo a la red.
Al saber de su fichaje por el Santa Tecla lo primero que he pensado es ¿pero sabe este hombre a que país llega? Claro que lo sabe. Es un hombre informado, pero no es de asustarse. Siempre ha optado por lo difícil. No me cabe duda que con su compromiso y sus goles de talento se ganará a la afición tecleña y el respeto de los futboleros del país.
En su última época de seleccionado uruguayo, aunque no jugaba mucho por el empuje de los jóvenes, Óscar Washington Tabárez, el seleccionador, lo consideraba imprescindible. El secreto estaba en que el “Loco” Abreu hacía –y hace- siempre equipo y era capaz de poner el ego individual al servicio del ego colectivo. Además, era un referente para todo el seleccionado. En Uruguay todavía se recuerda su gol de penalti a lo Panenka contra Ghana en el mundial de Sudáfrica. Lo tiró en quinto lugar y fue decisivo. Cuando tomó carrera para lanzarlo todo el equipo, empezando por Tabárez, estaba muerto de miedo. Él tan tranquilo, hizo la paradita y gol.
Como vasco que soy recuerdo que el “Loco” respondió así a una pregunta sobre cómo recordaba su paso por la Real Sociedad: <<De San Sebastián me marcó la mentalidad del vasco, que es similar al uruguayo: esa rebeldía, esa defensa de una causa… Y no hablo de política, hablo del sentimiento, de su mentalidad>>. Gracias “Loco”.