Acá las firmas

 

Acá las firmas

Caralvá

Intimissimun

En ocasiones parece que vivimos una vida ficciosa, recorro situaciones jamás pensadas hace treinta o cuarenta años, es extraña la circunstancia de participar en un proceso electoral en medio de la pandemia más pavorosa de la humanidad en los últimos cien años, en ocasiones la agenda de nación no infiere peligros sociales de un virus tan mortal como invisible, de tal manera que las elecciones no se pueden reprogramar.

Pero la palpitante historia de una realidad salvadoreña plagada de tragedias me hace percibir segundo a segundo esa constante de caminar sobre la memoria, esa sensación me invita a pensar que este camino ya lo recorrí hace mucho tiempo, efectivamente cuando éramos viejos, tan viejos éramos con veinte años y pensando cambiar el mundo con nuestras vidas, parecido al “mundo  infantil” con todos los objetos animados, era un escenario de posibilidades siempre a favor, no obstante pronto aconteció la terrible década de la guerra civil.

Ahora me encuentro en una pequeña mesa de madera, surgen fantasmas transparentes entre sus espacios caoba, emergen décadas de acompañamientos sociales, amigos y amigas entrañables e inolvidables, tengo la sensación de repetir eventos universitarios cuando llamábamos a votar en los procesos internos y pedíamos no votar en las elecciones con los gobiernos militares… ¡imaginen! Ahora defendemos la democracia y la firma vale… hay mucha nostalgia y acompañamiento, recuerdo aquellos años de la Universidad intervenida por el Ejército, manifestaciones alegres bajo la lluvia y compañeras de apellidos ilustres “lado al lado”,  era cuestión de honor protestar contra el Imperio, vivencia en aulas y estudios con muchos años de sacrificios, aquella nación no era democrática nunca lo fue, mientras la tragedia aún esperaba en la guerra civil, al pensar en ello la memoria no olvida los pequeños eventos que cambiaron nuestras vidas: personajes brillantes disfrazados de modestos sacerdotes con su voz pausada, lo poco era mucho en aquellos años.

La paz llegó el 16 de enero de 1992. Hasta el Imperio aplaudió ese acuerdo.

Muchos años después una nueva administración olvida la fecha, olvida la guerra, desconoció la historia de muchos años y regresó al viejo tema autoritario, el conflicto aparece de nuevo en escena.

Entonces la opción es la misma, la defensa de la democracia, participación ciudadana en un nuevo ciclo social, sobre la mesa de madera termina mi reflexión en un popular sitio de arte teatral llamado La Galera, alguien fuma en otra mesa mientras el olor a tabaco se expande entre los asistentes, solicito firmas entre los asistentes, necesito 10,000 de ciudadanos respaldantes ¿es una broma? ¿es un imposible?… de pronto escucho: “yo votaré por vos”, le explico que solo es una firma de respaldo, entonces repite: “yo votaré por vos”…  aquella amiga viajó kilómetros para firmar y me conmueve… he ganado mi elección.

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