Por Park Chan-Kyong/Seúl/AFP
Seúl y Tokio alcanzaron el lunes un acuerdo histórico para solucionar su conflicto sobre las «mujeres de confort», medical mujeres coreanas forzadas por el ejército nipón a prostituirse durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer ministro japonés, ambulance Shinzo Abe, consideró que este acuerdo inicia una «nueva era» en las relaciones entre los dos países, contaminadas desde hace décadas por esta espinosa cuestión.
«Japón y Corea del Sur darán la bienvenida a una nueva era», dijo Abe a los periodistas después de hablar por teléfono con la presidenta surcoreana, Park Geun-Hye. «Ambos países cooperarán juntos sin obstáculos», añadió.
Japón aceptó pagar 1.000 millones de yenes (8,7 millones de dólares) de indemnización a las decenas de esclavas sexuales aún vivas, conocidas con el eufemismo de «mujeres de confort».
«El sistema de mujeres de confort (…) tuvo lugar por la implicación del ejército japonés (…) y el gobierno japonés es plenamente consciente de su responsabilidad», declaró el lunes a los periodistas el ministro japonés de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida, después de unas conversaciones en Seúl con su homólogo surcoreano, Yun Byung-Se.
Abe expresó a las víctimas «sus disculpas y su arrepentimiento desde el fondo de su corazón», añadió Kishida.
Este acuerdo será «definitivo e irreversible» si Japón asume sus responsabilidades, declaró a los periodistas Yun Byung-Se.
Varios conflictos pesan desde hace tiempo sobre las relaciones entre Seúl y Tokio. Pero la situación de las 46 «mujeres de confort» surcoreanas aún vivas es extremadamente sensible en Corea del Sur.
Desde su llegada al poder en febrero de 2013, la presidenta Park Geun-Hye adoptó una posición intransigente ante esta cuestión, y hace poco presentó este desacuerdo como el «mayor obstáculo» para la mejora en las relaciones bilaterales.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó a Japón y Corea del Sur por este acuerdo sobre las «mujeres de confort».
Ban expresó su esperanza de que esta decisión «sirva para mejor las relaciones entre los dos países».
«Felicita a la presidenta de la República de Corea, Park Geun-hye, y al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, por su liderazgo y sus ideas para mejorar la relación entre los dos países», declaró el portavoz de Ban en un comunicado
¿Presiones estadounidenses?
Estados Unidos, por su parte, instaba a sus dos aliados a solucionar su conflicto lo más pronto posible, más preocupado por que los dos se centren de preferencia en buscar una respuesta a las grandes ambiciones de China en la región.
La mayoría de los historiadores consideran que hasta 200.000 mujeres, la mayoría coreanas pero también chinas, indonesias y habitantes de otros países asiáticos, fueron sometidas a esclavitud sexual por el ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial.
La posición de Japón, que ocupó la península de Corea de 1910 a 1945, era hasta ahora la de considerar que este asunto se solucionó en 1965 con el acuerdo que restableció los lazos diplomáticos entre Tokio y Seúl.
Además, Japón reconoció en 1993 su culpabilidad en la explotación sexual de estas mujeres, cuando fue creado un fondo para pagarles compensaciones económicas. Sin embargo, este fondo fue financiado con donaciones privadas, y no por el gobierno japonés, para mayor consternación de Seúl.
Corea del Sur estimaba que el acuerdo de 1965 no compensaba de forma individual a las víctimas de los crímenes de guerra del ejército nipón, y siguió exigiendo un verdadero arrepentimiento.
«Estoy muy contento de poder anunciar, antes del final de este año que marca el 50º aniversario de la reanudación de las relaciones, la conclusión de difíciles negociaciones», dijo Byung-Se.
Para Kishida, este pacto no sólo beneficia a sus dos signatarios sino que contribuirá más extensamente a «la paz y la estabilidad en la región».
Según varios observadores, la Casa Blanca presionó a Park para que suavizara su posición frente a Tokio, y aceptó a principios de noviembre encontrarse con Abe, en una primera cumbre bilateral entre los dos dirigentes.