Estamos próximos a la celebración de los 25 años de la firma de los acuerdos de paz, resulta oportuno recordar, que cuando se cumplieron 20 años, en ese aniversario fue presentado el libro “El Salvador, de la guerra civil a la paz negociada”, cuyo contenido son artículos de varios de los protagonistas de ese proceso, hoy 5 años después adquiere vigencia preguntarnos; qué nos plantearon en aquel aniversario, los articulistas, cómo procesamos sus valoraciones o cómo dejamos pasar la oportunidad de tomar en cuenta sus opiniones y dotarnos de mayor conocimiento e información sobre el proceso de negociación y la firma de acuerdos.
Retomemos la lectura de algunos de los artículos en mención 5 años después, ya que en ellos encontraremos planteamientos válidos, oportunos, históricos, valorativos sobre el proceso de negociación realizado en el caso salvadoreño:
El Señor Álvaro de Soto en su artículo nos dice: “ Ninguna mediación es fácil, pero en El Salvador la ONU abordaba su primera mediación en un conflicto armado interno(..) carecíamos de hoja de ruta; al igual que el conflicto que se quería resolver, la negociación fue asimétrica y no convencional; sabía que iba a enfrentar una problemática compleja y peligrosa(..) lo que no calculé fue un aspecto personal: el impacto que tuvo en mí, como latinoamericano, el sufrimiento de los salvadoreños(..) En su esencia el acuerdo de Chapultepec y el proceso que le siguió constituyeron lo que algunos filósofos han denominado un MOMENTO TRANSFORMATIVO, lo ocurrido en El Salvador fue igualado por pocos y superado por ninguno.
Al referirse al informe de La Comisión de La Verdad afirma: (..) mientras el informe no se incluya en el currículum de estudios de todo escolar salvadoreño- como se recomendó- generaciones de salvadoreños se verán privadas de la posibilidad de aprehender las lecciones tan importantes que el informe de la comisión arroja sobre su propia historia y ya conocemos la condena que pende sobre los que no conocen su historia.
Igualmente, El Señor Pedro Nikken al hacer su artículo agrega “El proceso de paz salvadoreño sentó el precedente de tareas hasta ese momento inéditas por parte de Naciones Unidas, cuyo radio de acción esencialmente internacional excluyó hasta ese momento su acción diplomática en conflictos armados no internacionales, (..) no se trataba solamente, ni era viable lograrlo de manera aislada, de detener los combates militares; sino de atacar las causas profundas de la guerra civil que se libraba en El Salvador. La historia del país estaba signada por el autoritarismo, la injusticia social y la persistente y grave violación de los derechos humanos. En diciembre de 1989 y en enero de 1990, el FMLN primero, y el presidente Cristiani después, pidieron al secretario general que los ayudara en un proceso ininterrumpido para la búsqueda del arreglo del conflicto por la vía política y para la eliminación de sus causas básicas. El secretario General Pérez de Cuéllar acepto el encargo y designó como su representante al señor Álvaro de Soto”.
En un plazo breve: ( tres meses se logró ) el acuerdo de Ginebra, el 4 de abril de 1990, el que estableció el formato y la metodología de las negociaciones y sus tres objetivos principales: “terminar el conflicto armado, democratizar la vida del país, respeto a los derechos humanos, reunificar a la sociedad salvadoreña; se previó la participación de los partidos políticos (legalmente inscritos) y organizaciones sociales”. Esto es relevante en el proceso ya que vincularse al FMLN en aquel entonces fue sinónimo de actuar al margen de la ley.
El Señor David Escobar Galindo, en su participación hace valoraciones que merecen ser retomadas. Conozcamos algunas de ellas, particularmente sobre las acumulaciones históricas que a su juicio vienen desde el principio de nuestra vida Republicana, una sucesión de momentos que tuvieron su lógica causal, sin perder su prosecución casual. Y continúa su exposición escrita “Es hora de entrar en una nueva línea de análisis y de comprensión del fenómeno real, para asimilar el pasado, reconocer el presente y visualizar el futuro hubo un enjambre de factores en juego afirma y destaca la absoluta práctica de la noción de proceso, falta endémica del sentido de unidad, la inexistencia del criterio de integración, y la consecuente crisis institucionalizada de autoestima. Recoger y ponderar esos erosivos imposibilitadores componentes resulta indispensable para entender y entendernos. Sin necesidad de hacer sofisticados ejercicios de ideas todo en la vida es proceso, comenzando por la vida misma y la noción de proceso no es pues , sino la visualización consciente de la cadena de las causas y los efectos; El tema del desarrollo económico circula por todas las agendas del país… La mera estrategia económica, por sabia y oportuna que sea, nunca basta para asegurar el desarrollo. Y de seguro la limitación mayor de los esfuerzos que se hacen en el país en esa línea derivan de ese enfoque reductor. En otras palabras más francas: QUEREMOS AVANZAR hacia el desarrollo sin Renunciar a algunos de los VICIOS ESTRUCTURALES Y FUNCIONALES que pervierten el dinamismo democrático, contaminan la institucionalidad, distorsionan la cultura política y mediatizan el capital social. Vicios estructurales como la marginación endémica de importantes sectores de la población y funcionales como la aún muy rudimentaria concepción prevaleciente sobre lo que es y cómo debe actuar el poder en los distintos ámbitos de la vida nacional.
El profesor Salvador Sánchez Cerén tituló su artículo con una frase de gran significado LA GUERRA QUE NO QUISIMOS: donde asegura que lo más importante no es detenerse sobre el conflicto militar, sino reflexionar por qué ocurrió. Qué fue lo que lo hizo inevitable y cómo impedirlo en el futuro.
Agregando: “Firmamos la paz en 1992, en un escenario mundial distinto al que había al inicio de la guerra. El fracaso y caída del socialismo del este de Europa espoleó a los creyentes del capitalismo a mostrar su supremacía y el mensaje que en ese momento nos dieron es que el FMLN debía incorporarse a esa religión que ha hecho del neoliberalismo el nuevo becerro de oro. Veinte años después de Chapultepec, el becerro y su religión están en crisis, mostrando toda su brutalidad al hacer caer sobre los pueblos los efectos perversos de una bancarrota que los poderosos han creado… La respuesta de los pueblos latinoamericanos es la de elegir Gobiernos que proponen nuevas alternativas: poner la economía al servicio del pueblo y a las personas en el centro del desarrollo”.
En otro apartado de su exposición dice: “Sinceramente puede parecer unilateral, interesado, que quienes fuimos protagonistas desde el lado popular, afirmemos que la guerra fue la única salida. De hecho intentamos evitarla. Así por ejemplo, la alianza FDR-FMLN planteó la negociación directa con Estados Unidos pero no obtuvimos la respuesta deseada.
Frente a quienes pregonan que las guerrillas eran una expresión violenta innecesaria es interesante recordar aquí la Declaración Franco- Mexicana del 28 de agosto de 1981- Ese día, dos grandes países cuyos intereses en El Salvador, como en la región, no eran sino los de la paz, afirmaron y firmaron lo siguiente: “Convencidos de que corresponde únicamente al pueblo de El Salvador la búsqueda de una solución justa y duradera a la profunda crisis por la que atraviesa ese país, poniendo así fin al drama que vive la población salvadoreña. Consientes de su responsabilidad como miembros de la comunidad internacional e inspirados en los principios y propósitos de la carta de Naciones Unidas (ONU). Tomando en cuenta la extrema gravedad de la situación existente en El Salvador y la necesidad que tiene ese país de cambios fundamentales en los campos social, económico y político. Reconocen que la alianza del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y del Frente Democrático Revolucionario constituye una fuerza política representativa, dispuesta a asumir las obligaciones y los derechos que de ella se derivan. En consecuencia, es legítimo que la alianza participe en la instauración de los mecanismos de acercamientos y negociación necesarios para una solución política de la crisis.”
“La conmemoración de los 25 años debe renovar las voluntades para lograr hoy acuerdos tan necesarios, para beneficio del pueblo salvadoreño y para la estabilidad y fortalecimiento del proceso de democratización que se inicio con la firma de aquellos acuerdos de 1992 y que dieron inicio a un proceso en el cual aún estamos inmersos.”