Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Jasmín se hunde tranquila en las frescas aguas del afluente natural, al sumergirse solo se elevan unas cuantas minúsculas piedras del sedimento que vuelven a caer como confeti sobre ella, mientras se acomoda para enfrentar las horas de mayor calor en la comunidad la Pita Floja, cantón Metalapa en Metapán, Santa Ana.
Mientras, Jeremías Orellana, de 85 años de edad relata que el afluente de la comunidad en la Pita Floja ya les dio un primer aviso de alarma meses atrás, el agua dejó de fluir al tanque construido para captar el agua que corre por tuberías a otras comunidades aguas abajo.
“Fueron cinco meses que se escaseó cinco meses sin agua, no llovía y no había agua, nunca se había secado así el afluente y busqué allá abajo en la quebrada El Shiste, y también estaba seca, no sabíamos para adónde agarrar, pero luego de las lluvias las aguas volvieron, esta agua es nacida aquí, esta agua es propia de este lugar y la podemos tomar”, aseguró.
La Pita Floja es una vertiente fronteriza que divide a las comunidades entre Guatemala y El Salvador y forma parte del acuífero Ostúa-Metapán, a tan solo cinco kilómetros de la mina Cerro Blanco, en Guatemala, una situación que vulnera el derecho al acceso al agua de alrededor de 7,000 familias, explicó la bióloga y ambientalista, Cidia Cortés, quien realizó la investigación del muestreo de agua en coordinación con la Mesa Nacional Frente a al Minería El Salvador.
“Esta es la vertiente Pita Floja, aquí nace y fluye el agua que va por cañerías para surtir la demanda de agua de consumo humano a cinco o seis comunidades tierras abajo, como Matalapa, La Cañada, El Shiste, San Jerónimo, Bonanza y La Portada, en esta vertiente hay un complejo de pequeñas fuentes, como esta que puede surtir a las comunidades más cercanas, pero más abajo puede ser otra vertiente y por el lado de Guatemala también está otra, pero todas son del mismo sistema del acuífero Ostúa-Metapán. Y lo grave es que donde está instalada la mina, y en la medida que haya extracción de agua por los bombeos excesivos al acuífero, estos disminuirán a niveles muy bajos, lo que va a vulnerar el derecho de las comunidades en el acceso al agua. Ahora estamos viendo abundante agua, porque ha llovido y hay escurrimiento de la cuenca hidrográfica; pero cuando se acabe, el agua irá disminuyendo y llevando al conflicto a las comunidades, si no se retoma esta problemática”, manifestó.
La empresa minera canadiense Bluestone Resoures Inc, situada en Asunción Mita, Jutiapa, se encuentra en el proceso de entrar en operaciones, luego que Gold Corp -también canadiense- que por siete años trató de extraer metales como el oro y la plata, se han encontrado con un manto de aguas termales que les inunda las galerías de las minas subterráneas.
“Bluestone pretende extraer 1,500 galones por minuto de agua caliente a 100 a 120 grados, que por sus características geológicas estas tienen niveles de arsénico posiblemente de alta toxicidad. Que sería la extracción de 1,250 toneladas por día o 456,000 toneladas por año, durante aproximadamente nueve años, lo que va a repercutir en el descenso del acuífero subterráneo y el agua superficial y también la salud de la gente. Muchas personas aún no dimensionan este problema y la única gente que está consciente es porque conoce de minería. Y esta fuente de la Pita Floja es un acuífero que tiene ese rol de abastecer las fuentes superficiales y la baja de volumen en el rió Angue, el Ostúa, y todas estas fuentes que utilizan las comunidades para subsistir será motivo de un conflicto social, dentro de poco tiempo, sino se atiende”, consideró.
El afluente de la Pita Floja se asienta de una forma particular, explicó Cortés, quien afirmó que describe una curva a 200 metros sobre la mina Cerro Blanco, lo que va a generar de manera inminente el agua del acuífero. A lo que suman el impacto que ha dejado en la región centroamericana el Cambio Climático, que ha generado atrasos en la estación lluviosa y sequías más frecuentes y extensas en tiempo, lo que baja los niveles de filtración de las aguas lluvias, lo que baja el nivel de los acuíferos y, de seguir esta tendencia, entre febrero a abril de próximo año se espera que haya un conflicto por el agua.
La contaminación es otro tópico importante para Cortés, que se agrava en la medida de falta de estudios más especializados y recientes sobre la presencia de metales pesados en el río Ostúa, al señalar que la minera Bluestone consumirá agua para lavar los metales extraídos en su proceso de extracción y el bombeo de aguas termales, al que destinarán un proyecto geotérmico para utilizar ese calor.
“Recordemos que en la mina hay una galería subterránea en donde hay un cono de presión y se da un fenómeno físico sobre toda el agua que está en los contornos que cae en ese hoyo, entonces a ese hueco le han puesto veinticuatro pozos, para sacar esa agua que les estorba y sacan a través de bombeo; entonces en la medida que está sacando toda el agua, están dejando sin agua a la gente y un grave deterioro al medio ambiente”, refirió.
En la comunidad La Portada, tierras abajo de la Pita Floja, Ángela Cisneros termina de bañarse con aguas del río Ostúa, residente del cantón San Jerónimo desde hace cuarenta años, afirmó que se encuentran a tan solo seis kilómetros de la mina Cerro Blanco y teme que el vertido de desechos mineros termine con lo poco que le queda al río, al recordar los mejores tiempos que dio a las comunidades fronterizas este cuerpo de agua.
“Antes era chula el agua, bien clarita y era donde pescábamos, así clarita, no como ahora se ve; pero todo cambió cuando comenzó la minería. Nos han dicho que han hecho túneles al cerro (Blanco), el agua ahora ya no sirve para tomar, ahora la usamos solo para lavar y bañarnos, pero para tomarla tenemos que ir a conseguirla en otro lado, sabemos que no es saludable el agua que usamos, pero no tenemos más que esto”, narró.
Para Cidia Cortés, esta situación no es nueva con las aguas transfronterizas y la vulnerabilidad ante la industria minera y las meloneras de la zona con los agroquímicos. Desde el año 2007 han venido trabajando en la exploración de estos impactos en la salud de la gente y su medio ambiente, porque afecta los mantos acuíferos y aguas superficiales que los pobladores utilizan para consumo y sus cultivos.
La mina Cerro Blanco -según un estudio de la UNESCO, citó Cortés- se encuentra instalada en un acuífero subterráneo con características muy frágiles; con 800 kilómetros de diámetro, la mina va a explotar oro y plata en veinte kilómetros, en los cuales cinco kilómetros tienen agua caliente. Bluestone espera entrar en operaciones el próximo año.
“La última prueba de sedimentos que realizamos fue una investigación en 2018 y hemos venido monitoreando desde el 2009, 2013 y 2014, los sedimentos del río tienen un alto contenido de arsénico que se ha triplicado desde el 2018 al 2019, considerablemente. Hemos encontrado plomo que rebasa las normas internacionales de calidad del agua; es decir, hay una alerta para la vida acuática de los ríos, esos son los indicadores de los últimos estudios de química que les hemos hecho a los sedimentos al río Ostúa, del lado de El Salvador y de Guatemala, y las muestras se tomaron en el lado de Guatemala como a dos kilómetros mina abajo, el otro ha sido acá arriba (La Portada) y se nota que el arsénico se está desplazando”, argumentó.
El arsénico tiene varios orígenes, todo el territorio de la Cuenca Ostúa-Metapán tiene históricamente sedimentos volcánicos que contienen arsénico, y que al ser removidos como lo hará la mina Cerro Blanco, estos subirán a la superficie, lo que puede alterar al recurso hídrico. El arsénico, además, está vinculado al cáncer, la insuficiencia renal y la diabetes 2; la bióloga reafirmó que en las estadísticas del hospital nacional de Metapán está la incidencia de estas enfermedades en la consulta y tratamiento, así como las actas de defunción de la alcaldía municipal de Metapán, que señalan a pobladores de las zonas fronterizas con estas enfermedades.
“Creemos que las afectaciones pueden llegar a medio millón de salvadoreños, el río Ostúa y todos los afluentes de quebrada seca que viene de la mina desde el año 2009, en los monitoreos encontramos niveles de arsénico muy altos en el agua, y el río Ostúa pasa directamente al lago de Güija, que es la cabecera alta del río Lempa. Y no tenemos un tratado de aguas internacionales para mediar esta situación; no solo hablamos de Cerro Blanco -que es la más inmediata- existen ocho proyectos mineros más de Guatemala y otro tanto de Honduras. Como organizaciones presentamos una propuesta de Tratado de Aguas Internacionales, y este Gobierno debería retomar la propuesta y discutirla con Guatemala, y realizar las investigaciones especializadas por especialistas de ambos gobiernos sobre el estado de ese acuífero subterráneo”, concluyó.
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