Álvaro Darío Lara
Escritor y poeta
Semanas atrás nos enteramos del desaparecimiento físico del gran actor, locutor, músico, y cómico radial –por excelencia- Mauricio Bojórquez (1940-2017), conocido muy ampliamente en el país, con el nombre artístico de “Pánfilo a Puras Cachas”, con el que naciera, en 1966, en la popular estación YSKL.
Inseparable de la carrera de Pánfilo, fue su esposa, María Teresa Yanes Moreira, fallecida en 1995, la inolvidable “Doña Terésfora”, con quien además, hizo pareja en el mundo de la farándula, integrando un formidable dúo radial, que se mantuvo al aire –diariamente- por 35 años. Los Bojórquez-Yanes formaron una familia de artistas, que nunca descansaron en la creación de numerosos proyectos personales y colectivos, dentro del gremio de humoristas y héroes circenses.
En 1980, sufrieron un terrible accidente automovilístico, cuando se dirigían -en sus ya famosas “caravanas artísticas”- hacia Guaymango, en el occidente de El Salvador. El saldo fatal fue la muerte de su pequeña hija, Yhoshabeth de apenas 11 años. Todo el resto de la familia obtuvo severos golpes, que marcaron la salud y el ánimo, principalmente de la pareja, para el resto de sus días.
En honor a la niña, los Bojórquez-Yanes, fundaron un circo, al que bautizaron con su nombre. Así, recorrieron el país, que iniciaba uno de los capítulos más violentos de su historia. Pese al clima de guerra que prevalecía y del cual también ellos y sus empleados fueron víctimas, el circo se mantuvo muy activo, brindando alegría y sano esparcimiento a los salvadoreños.
Yo recuerdo con mucho cariño a estos personajes, pioneros de los programas de entretenimiento y variedades dentro de la radio y televisión nacional. Salvadoreños luchadores, poseedores de una de las vocaciones más nobles: la de llevar diversión y esperanza, sobre todo, a los más humildes. Sus festivas intervenciones, cargadas de humor blanco, de fecunda creatividad, de optimismo, nos divirtieron por décadas.
Pánfilo, el de la voz “aguda y gangosa”. Porfiado. Desesperando a doña Terésfora, que con su personalidad artística de corrección y decencia, fracasaba constantemente ante el alocado Pánfilo, siempre dispuesto a contrariarla, de la manera más risible.
Con ellos, finalizó una época de oro, donde el humor radial y televisivo se apoyaba en el legítimo y natural talento. No en el grotesco insulto; en el bajísimo doble sentido; en la mofa sexual, cruda y ofensiva, que caracteriza, ahora, a quienes, sin ninguna formación ni profesional ni ética, son instalados por las irresponsables empresas de comunicación, al frente de un micrófono.
Decía nuestro recordado Álvaro Menén Deselal, que a diferencia de otras partes del mundo, que cuentan con un accesible, pero elaborado humor, nosotros, por desgracia, construimos el humor sobre el vulgar apodo, sobre la deformidad física, sobre las penas y miserias de los otros. Humor cruel, por quienes padecen y reproducen, insensatamente, la crueldad.
Ahora, que Pánfilo, se ha reunido, con su amada “Doña Semaforita” – como él le decía- , que su digno ejemplo, nos siga iluminando y haciéndonos reír, aun, en medio del presente infortunio.
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