En su informe de segundo año de Gobierno, además de las expresiones de odio contra la débil oposición política, que los señaló una y otra vez con el dedo apuntando hacia “las esquinas”, y luego de enumerar lo que para él son grandes logros, como los 300 dólares que le entregó a más de un millón de personas y las bolsas solidarias entregadas en dos o tres ocasiones durante la pandemia, el presidente Nayib Bukele se encargó de explicar, sin hacerlo, por qué desmoronó la institucionalidad del país y eliminó el equilibrio de poderes al destituir a la Sala de lo Constitucional y al fiscal general de la República, violando todos los procesos que la ley establece.
Para Bukele, el haber puesto a su propia Sala de lo Constitucional y a su fiscal general de la República es haber hecho el principal cambio en los 200 años de “falsa democracia” en El Salvador, desaparecer el viejo y corrupto Sistema Político de El Salvador. Y es que para Bukele, tener todo el poder es el principal cambio político en El Salvador, y ha llamado al pueblo a sostenerlo. Desde la lógica o del discurso del mandatario, el sistema político establecido en el artículo 85 de la Constitución, solo ha servido a las oligarquías para seguirse enriqueciendo a costa de la pobreza de las inmensas mayorías.
El artículo 85 de la Constitución de El Salvador reza: “El Gobierno es republicano, democrático y representativo. El sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno. La existencia de un partido único oficial es incompatible con el sistema democrático y con la forma de Gobierno establecidos en esta Constitución”.
Bukele ha dicho, que al destruir el equilibrio de poderes, con el que se garantiza el republicanismo, y dado que el principal cambio hasta ahora es tener el poder total, y que la ha pedido al pueblo a impedir que esto se modifique, significa que de facto ha eliminado el artículo 85 de la Constitución. Lo cual ha afirmado cuando ha dicho que no permitirá que quienes han perdido el poder con su llegada a la presidencia y luego con el control de los otros dos poderes del Estado, significa que optará por otros sistema político de facto, con el poder que tiene ahora, o a través del cambio de la constitución.
Y dado que lo que más le molesta al presidente Bukele es el equilibrio de poderes, y los aún existentes partidos políticos “tradicionales”, entonces, se puede inferir, en un cambio de la Constitución y la eliminación de los partidos ARENA y FMLN.
En su discurso, Bukele dijo que ya había dado cuatro pasos en los grandes cambios del país con la llegada al Gobierno, el cuarto, sin lugar a dudas fue el desmantelamiento de la institucionalidad del país, y anunció un quinto paso, que nunca aclaró o detalló.
Ese quinto paso será, sin lugar a duda, el anuncio de un nuevo sistema político, en el que no estén los partidos políticos tradicionales sino solo aquellos que hoy aplauden cualquier decisión del gobernante, es decir, Nuevas Ideas y GANA. Este último, incluso, podría desaparecer también.
Por eso insistió en un par de veces “Nunca más vamos a regresar al sistema que por dos siglos nos hundió en la delincuencia, la corrupción, la desigualdad y la pobreza. Mientras Dios me de fuerzas, yo no lo voy a permitir”.
La pregunta es cómo va a lograrlo si la Constitución solo le permite cinco años de Gobierno y a él solo le quedan tres. Lo lógico es que utilizará todo el poder que tiene para amarrar el nuevo sistema que va imponer, luego de haber, según él, destruido el sistema político que predominó en los pasados 200 años.
Esperemos, entonces, a que el quinto paso comience a desvelarse.