Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Adiós, mi querido Tres Mil. Por Mauricio Vallejo Márquez

Adiós, mi querido Tres Mil. Por Mauricio Vallejo Márquez

Mauricio Vallejo Márquez

Bitácora

/

Sabía cuando asumí esta responsabilidad que, así como anunciaba el amanecer, debía tener su atardecer. Tenía la certeza de que escribiría estas líneas.

Recuerdo con tanta alegría cuando recibí esa llamada telefónica. Me encontraba sin trabajo y sin esperanzas, con mi hijo pequeño y con un cúmulo de obligaciones que debía cumplir, tras un catastrófico retorno de Tlaxcala, México. Era don Francisco Elías Valencia, director del Diario Co Latino quien me invitaba a concursar para coordinar el suplemento cultural Tres mil. Aquello no sólo era un empleo y mi salvación, sino un honor y una gran responsabilidad que afronté desde ese momento. Desde el 24 de marzo de1990, cuando fue fundado por Gabriel Otero y César Ramírez Caralvá, prácticamente fue el único suplemento que daba espacio digno a la literatura y las artes, y las páginas donde el 99% de literatos hemos publicado algunos de nuestros materiales. Y pocos saben el proceso de arduo tesón que se requiere para realizarlo, además de la solidaridad y generosidad de cada uno de los colaboradores.

Don Francisco me pidió en aquel momento que elaborara un plan de trabajo y una planificación con cronología de ediciones para los próximos meses. Algo que no dilaté y realicé de inmediato. En ese momento recibí el apoyo de Lya Ayala para realizar la encomienda. Se la presentamos a la brevedad a don Francisco, quien nos dio luz verde para iniciar y me llamó para firmar contrato. Era 15 de febrero de 2010, sin embargo, él me solicitó que iniciáramos a partir de marzo, a lo que no me opuse. Así que tuvimos suficiente tiempo para prepararnos. Ya tenía alguna experiencia apoyando a Álvaro Darío Lara y a Otoniel Guevara, quienes fueron coordinadores en su respectivo momento. Recluté a Lya Ayala para subcoordinadora, a Rafael Magarín y a Wilfredo Arriola para la redacción, a Idania Hernández y Yesenia Castro como fotoperiodistas y a Josué Rivera para apoyarnos con todo lo referente a informática y tecnología. Fueron días de mucha esperanza y motivación, pero tras un año cada uno tomó su camino, a excepción de Arriola.

El 6 de marzo de 2010 se publicó la edición 1041 del Tres mil, la primera en que fungí como coordinador. Su portada fue una entrevista realizada por Wilfredo Arriola al joven mago Kraken. Mi abuela Josefina Pineda de Márquez nos apoyó con su columna Gotas de Ortografía, un apoyo invaluable por su amplia experiencia como profesora de Gramática. En poesía publicamos versos del maestro Francisco Gavidia, como un acto simbólico de inicio. En cuento, a Claudia Hernández, una narradora esplendida que deleita. También publicamos un reportaje de Lya Ayala y el apoyo a primero y segundo año de bachillerato de Aula Abierta. Eran 16 tabloides, ocho para Tres mil y 8 para el Aula Abierta. Estábamos tan orgullosos por ese primer producto de nuestro colectivo cuando lo vimos centuplicado en aquella rotativa.

Siempre sentí el apoyo por la dirección y por la cooperativa del diario. Nunca se limitó ni se impuso nada, había libertad editorial y apertura dentro de los límites sanos. La oportunidad que me dieron no sólo me brindó un salario, sino que también crecimiento y una familia, porque aprendí mucho de esos míticos sindicalistas y ahora cooperativistas. Los trabajadores del diario son fuertes en mi mente y corazón como un grabado en piedra. Cómo olvidar el gran apoyo de Francisco Otto Portillo, Maritza Miranda, Víctor Hernández, Luis Melgar Castellanos y todo el equipo de fotomecánica y la rotativa. Cada uno fue fundamental en esta aventura que nos llevó a construir esta etapa que nos dejó un maravilloso tesoro.

Desde que asumí el puesto estaba convencido que el suplemento era de todos y por ello debía ser una ventana abierta, con la firme intención de no dejar a nadie afuera, que todos los que escribieran formalmente tuvieran su espacio primando siempre la calidad. Así que el primer paso fue buscar el acercamiento con las anteriores coordinaciones, de las cuales tuve una respuesta sólida y generosa de parte de César Ramírez Caralvá quien se convirtió en mi mentor y consejero, así como también participación de parte de Álvaro Darío Lara (con quien trabajé como parte de su equipo en el 2001); ambos tuvieron su columna dentro de estos tabloides: Intimissimun y Claraboya hasta la edición 1536, la última que salió en papel en aquel sábado 21 de marzo de 2020. Luego vino la cuarentena producto de la pandemia de Covid 19 y una nueva etapa que auguraba que el tiempo de bregar en estas gélidas aguas anunciaban un fin al que nos negábamos a aceptar. Me convertía en el último coordinador de la edición en papel periódico y el primero de una etapa digital en que se publicaba directamente en www.diariocolatino.com y en pdf. Y si se quería en papel nuestro suplemento debía imprimirse en casa, en papel bond. Nos despedimos de los días de la celulosa y la tinta emergiendo de aquella excelsa rotativa.

Claro que hubo varias etapas en este andar, con sus propios desafíos y recompensas de 2010 al 2014 también me convertí en el corrector de estilo de la edición diaria, deportes y de clasificados lo que me facilitó el trabajo al contar con mejor equipo dentro del departamento de diagramación.

En abril de 2014 fui invitado a Taiwán a conocer su cultura. Una maravillosa oportunidad para escribir acerca de esa nación y algo que me abrió la mente. Ese mismo año también viajé a Nicaragua para entrevistarme con Sergio Ramírez y a gestionar la participación del Diario en una Prensa Literaria en Centroamérica de la que no fue posible participar. Sin embargo, nos ayudó a observar más el camino y a exigirnos más

A partir de 2016, cuando dejé la corrección de estilo, elaboramos otra vez el suplemento en mi casa, ya no iba a las instalaciones del diario para editarlo. Tuve a partir de ese momento el apoyo en el diseño y la diagramación de parte de Karen Lara, quien desde el 2020 es mi esposa, mi compañera y mi cómplice como bien escribió Mario Benedetti. Un apoyo fundamental y en ocasiones el más sacrificado de esta iniciativa, porque no es tarea fácil sacar estas páginas.

De aquel grupo que inició conmigo mantuvo su lealtad, presencia y apoyo Wilfredo Arriola, un excelente y talentoso poeta que estrechó nuestra amistad al punto de sentirlo como un hermano. Del 2012 hasta el 2016 al finalizar la edición cada viernes nos íbamos a almorzar y a beber café durante la tarde. Conversamos infinitamente de literatura, música y de todo lo que podemos apreciar como cultura, los temas eran interminables para ese par de aficionados a la creatividad. Extraño esas tardes de las que surgieron columnas, artículos y ediciones.

A partir de febrero de 2020 acepté un empleo que me hizo cambiar la dinámica del suplemento. Pero a pesar de eso, las ediciones surgieron cada sábado. En estos años el apoyo de Karen y Wilfredo se mantuvo, así como la de Caralvá. Pero se robusteció de parte de Marlon Chicas y de Tania Primavera Preza, así como Myrna de Escobar, Carlos Hurtado, Rob Escobar y Omar Barahona, que procuraron mantener vivas estas páginas.

Y aunque me he negado por tantos años en dejar este cargo, sin importar los cambios, crisis económicas y pandemia. Llegó ese momento en que he decidido finalizar esta etapa y darle paso a un nuevo ciclo a las páginas culturales al único diario que se echo al hombro esa misión. Me retiro agradecido y con el profundo dolor de mi alma, pero satisfecho de la buena batalla que dimos desde 2010 hasta 2025. No nos detuvo nada. Sin embargo, es tiempo de cambios. Le deseo un hasta siempre a estas páginas y que el futuro sea benigno para este periódico de 134 años de existencia. Espero que nuestra sociedad no deje perder su historia ni sus tesoros.

.

.

[email protected]

 

Ver también

La vida como una puerta. Por Wilfredo Arriola

Wilfredo Arriola Siempre me he cuestionado, ¿Qué nos dicen las puertas de los lugares adónde …