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África plantea un desafío crítico para el Banco Mundial y el FMI

Washington / AFP

Heather Scott /  Delphine Touitou

En un mapa global sobre la pobreza extrema, la región de África estaría teñida de rojo. Y este problema va a acelerarse a medida que la población del continente crezca en las próximas décadas.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial tienen un balance dispar en la lucha contra la pobreza en el continente desde que las instituciones fueron fundadas hace 75 años.

Ambas organizaciones enfrentan en los próximos años la necesidad de grandes inversiones en infraestructura y la urgente creación de empleo frente al crecimiento de la población de esta región, al mismo tiempo que gestionan la amenaza del cambio climático en una zona con poca capacidad de hacer frente a los costos.

«Los problemas son muy reales y son inmensos», dijo a la AFP el nuevo presidente del Banco Mundial, David Malpass.

Los datos del Banco Mundial muestran que a nivel global la pobreza extrema marcó un nuevo mínimo en 2015, marcando un 10%, según las últimas estadísticas disponibles. El numero de personas bajo la línea de la pobreza extrema – definidas por un nivel de ingreso de 1,9 dólares por día o menos – se ha reducido en más de 1.000 millones desde 1990.

Sin embargo, el número de pobres crece en la región de África Subsahariana. En 2015 más de la mitad de la población en situación de pobreza extremaa vive en la región.

Según los pronósticos, para 2030 cerca de nueve de cada diez personas que vivan en la pobreza extrema van a estar en la África Subsahariana. Para ese momento se espera que la población en el continente aumente en 1.300 millones de personas, lo representa más de la mitad del crecimiento mundial.

El FMI pronostica que el próximo año la región tendrá un crecimiento de 3,5%, un ritmo insuficiente para crear los 20 millones de empleos que la economía necesita cada año para hacer frente a la cantidad de personas que se incorporan al mercado laboral.

Cuando Malpass asumió en abril inmediatamente se centró en su misión de reducir la pobreza y sus primeros viajes de trabajo fueron a Madagascar, Etiopía y Mozambique.

«Todavía hay 700 millones de personas en la pobreza extrema y 700 millones es demasiado», señaló.

Este antiguo funcionario del Tesoro, muy crítico con el Banco Mundial cuando trabajaba en el gobierno estadounidense, repite el mantra de que la institución tiene que ser más efectiva en su trabajo para luchar contra la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las personas.

Muchos países africanos están atorados por altos niveles de deuda legados por administraciones pasadas, pero el funcionario insiste que para los gobiernos del continente «las buenas políticas son una parte clave del camino hacia el futuro», para que puedan atraer la inversión privada, que es crítica para nuevos proyectos y negocios.

– El doble de infraestructura –

Pero en el continente también hay un resurgimiento de los conflictos armados, que han afectado a un tercio de los países en los últimos años.

El FMI estima que estos conflictos pueden lastrar en tres puntos el crecimiento del PIB cada año, lo que crea un flujo enorme de refugiados que en 2017 alcanzó los 18 millones.

Para Masood Ahmed, que trabajó en el FMI y en el Banco Mundial durante la mitad de los 75 años de existencia de estas organizaciones, el desafío es enorme, especialmente cuando el cambio climático amenaza con afectar todos los esquemas.

«La economía mundial en los próximos 20 años va a ser el doble de lo que es hoy. La infraestructura que necesitamos para apoyar a esta economía tiene que ser el doble», explicó a la AFP. «Y tenemos que hacer todo esto de una forma que las emisiones netas bajen un tercio», dijo.

Ahmed, que ahora lidera el Centro para el Desarrollo Global, una organización de investigación sobre la lucha contra la pobreza, un motivo de preocupación es que el Banco Mundial enfoque sus planes para cada país en lugar de crear una forma de desarrollar «buenas políticas públicas» orientadas para tener un impacto en el clima y las pandemias.

Estos temas «van a determinar nuestro futuro, el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos en el futuro», dijo.

Los países pueden cumplir con estos «inmensos» desafíos pero necesitan inversión privada, incluyendo la de los expatriados, indicó.

«Los gobiernos solos no van a tener presupuestos tan grandes y no son eficientes para distribuir capitales, por lo que tiene que haber un ambiente en el que los pequeños negocios puedan invertir», dijo.

El Banco Mundial puede ayudar a mejorar las condiciones para el crecimiento «jugando un rol para aliviar la pobreza en programas que faciliten la plena inclusión de las mujeres en la economía, de las niñas en el sistema educativo (…) pasos necesarios para el desarrollo».

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