Carlos Girón S.
“¡Ja!, sildenafil miren hasta cuándo vienen a descubrir un viejo principio, cialis un hecho, tadalafil una verdad fácil de comprobar en toda circunstancia, en cualquier momento y donde sea” –amaneció diciendo Cordelia, la señora que trabaja en el mercado, ante los circunstantes que ya habían acudido temprano de esa mañana al Ágora Cuscatleca.
— ¿Quiénes lo han descubierto y cuál es ese viejo principio o ley?, salió a inquirir Filadelfo, el vendedor de billetes de lotería.
— ¿Y qué habrá andado haciendo usted hurgando en cosas intrincadas y oscuras que sólo usted conoce?, acotó al paso Tomás, el carpintero, que se sintió también intrigado con lo expresado por Cordelia. Y añadió: “¿Por qué no se destapa de una vez?
— Pues es algo que hasta los párvulos conocen por experiencia, como lo sabrán mejor ustedes que de seguro lo han vivido en muchos de los desafíos que encuentran a cada paso en sus vidas, ripostó Cordelia.
— “Hable, pues y deje los rodeos innecesarios que más despiertan la curiosidad e intriga”, se adelantó a decir por su parte el fontanero Julián.
— “Que las fuerzas y voluntades de los individuos son más poderosas cuando se unen para el logro de un objetivo o propósito”. ¿No es eso la verdad que ya ustedes han comprobado más de una vez?, replicó Cordelia.
— Vaya, pero ahora, ¿a qué viene la cita de ese principio tan elemental?, se sumó a preguntar el taxista de la cuneta, Rodolfo.
— Viene ante el hecho de que es hasta hoy que los políticos lo están descubriendo como si fueran los chinos con la pólvora.
— ¿Los políticos?, ¿la pólvora?, murmura Filadelfo.
— Lo dicen ellos, los políticos que se dicen de oposición, ufanándose de unirse y dar apoyo a las medidas extraordinarias propuestas por el Órgano Ejecutivo para enfrentar y combatir la terrible marejada que ahoga en sangre a nuestra población, aclaró Cordelia.
— Marejada brava que surgió –acuérdense ustedes– de las primeras oleadas del crimen que los políticos de más atrás de los 20 años cuando el pueblo salvadoreño fue abandonado a su suerte, sin la menor ayuda a sus necesidades básicas y sin protección a su seguridad, pues lo único que cuidaban era su propia seguridad en sus negocios y en los puestos del gobierno. –afirmó el joven de aspecto universitario que acertó a pasar por el lugar, como en oportunidades anteriores.
— “Se dice que el problema del crimen, las pandillas y el narcotráfico más bien fue permitido y fomentado como arma política de aquellos sectores, para mantener aterrado y oprimido al pueblo, siendo hasta ahora que salen hipócritamente mostrando preocupación y afligidos, temblorosos, diciendo que el Gobierno no ha hecho ni hace nada por acabar con ese mal, sin tomar en cuenta los esfuerzos que viene haciendo en ese sentido”, se acercó a comentar el señor de edad y bien vestido que a veces se cruzaba por el lugar para escuchar los comentarios que se hacen en el Ágora.
–Rodolfo, el taxista, añadió que ellos son los mismos que han maniobrado para que la Sala Constitucional de la CSJ les tenga estrangulado el préstamo de 900 millones solicitado, ¿por quién?, por el presidente Sánchez Cerén, ¿para qué?, para precisamente equipar mejor al ejército y los cuerpos de seguridad encargados de proteger a la población combatiendo a las huestes del crimen organizado en todas sus formas. Agregó que para esa maniobra de estrangulamiento sí han demostrado la efectividad de la unidad.
— “No sólo eso. También demuestran granítica unidad para atacar ferozmente al Gobierno y sus diferentes instituciones e instancias, ignorando la titánica labor que realizan por el bien de la población, especialmente la más desvalida, y el país en general, dijo con gran propiedad Antonia, la del canasto con toda clase de bisuterías a la venta, que es su medio de vida y la de su familia.
— “Se quedan pachitos ustedes, señores, mirando sólo esos detalles”, se apresuró a abundar en los argumentos Rubén, el fontanero, quien de inmediato añadió: “¿No creen ustedes que hubo y hay todavía unidad de consenso para que se produjeran –y a lo mejor se mantengan aún– las reuniones, pláticas y acuerdos entre los altos mandos de las pandillas y maras, con los personeros de las altas esferas del principal partido político de oposición, que han sido pillados con las manos en la mesa?”.
— “¡Síiii! ¿Y no hasta les consultaron si podían designar a un chero en común para ocupar el puesto de Ministro de Seguridad, pues?, abundó Juana, la del carretón vendiendo café con pan dulce y tamales allí entre la feligresía de filosofitos del pueblo.
— “También prometiéndoles eliminar la cárcel de mayor seguridad para que ellos, los de las bandas terroristas, pudieran moverse con más facilidad y tranquilidad”, acotó Julián, el sorbetero.
— “¿Y a cuenta de qué o con qué finalidad hicieron ese contubernio los políticos que han mencionado –refrésquenme la memoria, si tienen la bondad, dijo el lustrador de zapatos, José.
— “Ríanse o asústense ustedes: las pláticas, el pacto y las promesas los hicieron los arenosos a cambio de que los de las terríficas bandas consiguieran todos los votos necesarios para que aquel famoso ex alcalde y frustrado candidato presidencial, que todos recuerdan, lograra la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2014…”, recordó el señor de edad y buenas vestiduras.
— “¡Ay, Dios de las Misericordias! Imaginen a nuestro pobre país si ellos hubieran ganado esas elecciones en esa oportunidad”, musitó, persignándose, una anciana que venía de misa pasando por el lugar.
— “Allí, en esa conspiración contra nuestra Patria, sí hubo una sólida unidad de los opositores”, externó el universitario.
— “Ji, y ahora vienen apareciendo con lo de la fortaleza que da la unidad, como los antiguos chinos inventores de la pólvora”, sonrió doña Juana, la pupusera.
— “No eran de esos chinos antiguos pero el lema con el cual arrancó su triunfal marcha el primer gobierno del FMLN fue: “Unir, Incluir, Crecer”. –y yo, que conste, no pertenezco a ningún partido político, lo aclaro desde ya”, sentenció Ruperto, un armero de puertas y ventanas de vidrio, que por primera vez se aparecía en el Ágora Cuscatleca, hablando con acierto, por acierto y valga la redundancia.
Y con él finalizó la “tenida” de esa mañana, fructífera en grandes reflexiones estilo socrático.