Carlos Girón S.
–¿Aguantan?, ¿aguantan ustedes?, ¿van a creer esa tontería…?, amaneció preguntando Federico, el vendedor de lotería, que había tempraneado al Ágora Cuscatleca, refugio de los pequeños filosofitos que llegan a buscar ocupación, entre quienes hay carpinteros, plomeros, cerrajeros, señoras de los mercados, vendedoras de dulces, yuca con chicharrón o pepescas, mango embolsado con alguashte y limón, y muchos otros.
–¿Aguantan qué, muchacho, por qué ese aspaviento?, inquirió Toño, lustrador de zapatos, intrigado por la enigmática pregunta del billetero.
–A otro chucho con ese hueso, mano. Nosotros, parte del pueblo, muy representativo, por cierto, no nos tragamos esa grosería, ¡qué va!, ¿cómo lo van a creer?, volvió a decir Federico.
–¿Cuál chucho, vos, cuál hueso?, ¿cuál grosería?, inquirió Tomás, el fontanero que iba llegando pero que alcanzó a oír los primeros intercambios de frases dichas antes.
–Pues ese embuste de que nosotros, el pueblo, desaprobamos el trabajo que el hombre ha realizado en sus primeros dos años de estar en el taburete real.
–Ve, pues, este sale con otro acertijo: “el hombre”, el “taburete”, ¿por qué no hablas claro para no dejarnos en el aire?—salió a decir Tomás, el fontanero.
–Yo adivino por dónde anda este Federico–, dijo la María, la vendedora de pupusas revueltas con loroco.
–Otra meque que no habla claro, igual a aquél –murmuró Lucio, carpintero y ebanista, lanzándose al ruedo.
–Les dije que yo adivinaba en qué ondas se mueve don Fede – dijo la María.
–¡Que se rompa este aquelarre y se termine esta vocinglería vacua!, farfulló Julián, el sorbetero de carretón, impaciente por el misterio que querían aparentar los contertulios.
–El vivo a señas, y el… ya saben ustedes ese dicho, dijo la María, agregando: Me refiero al hombre, Sánchez Cerén, el gran presidente de la República y del pueblo, singular en la lista de mandatarios que registra nuestro sufrido país. ¿Aguantan ustedes, decía, la estupidez de reprobarlo en encuestas “de opinión” inducidas para fines perversos? Los ciegos y los tontos son los únicos que no ven o no quieren ver la gran obra de contenido social y patriótico que este Gobierno ha efectuado en estos dos años, como continuidad de lo de positivo y valioso que también hizo el anterior gobierno del Frente, con Mauricio Funes.
–Ajá, ¿y quiénes son los que lo reprueban, que no avalan, no están contentos con toda la obra material y social que ha hecho Sánchez Cerén, con su gabinete de gobierno?, preguntó Josefina, la señora de los mercados, que se había sumado a la reunión.
–¿Qué no lo sabía usted?, le respondió el lustrador de mocasines.
–Pues no. Háganme el favor de decirme y explicarme cuáles creen ustedes que son las razones para negarle a Sánchez Cerén los méritos que se ha ganado gobernando con la gente y para la gente, mezclándose con todo el mundo, recibiendo en casa presidencial a obreros, campesinos, amas de casa emprendedoras, y demás sectores populares.
–Lo desaprueban los Epulones con sus paraísos fiscales, evasores de impuestos, y manos largas con el IVA que le retienen a los trabajadores de las empresas, le respondió Fidel, el taxista a la orilla de la acera en su auto.
–También los que suspiran por volver a asaltar el poder político para seguir gobernando para ellos y sus grupos privilegiados, como lo hacían antes, acotó Evaristo, el estudiante universitario.
–Ahh, pero eso no lo verán sus lindos ojos, mamita, el pueblo, nosotros, ya despertamos en consciencia y estamos claros cuál es el camino recto y correcto por el que debemos continuar y por donde nos han dirigido los gobiernos del Frente.
–No lo quieren por su humildad, nada encopetado que pasa sólo con los poderosos y adinerados, como lo hacían gobernantes anteriores. Tan humilde es que su residencia es la casita donde siempre ha vivido en una modesta colonia capitalina, acertó a decir Tomás, el fontanero.
..Miren, eso de desaprobar al presidente Sánchez Cerén es tan tonto como si hicieran lo mismo con la campeona del humanitario proyecto de Ciudad Mujer, la señora Vanda Pignato –dijo la pupusera, agregando: A mí consta lo grande que es esa obra, respaldada por los dos gobiernos del Frente. Ha traído muchos beneficios a miles de mujeres –incluyéndome a mi– que ahora trabajan, se han independizado económicamente y se sienten felices ayudando al sostén de sus hogares y familias.
–No dejen atrás al alcalde capitalino, Bukele, otro hombre de ñeque, está trabajando de lleno por el bienestar y progreso de San Salvador y sus habitantes, y por eso también pretenden desaprobarlo los mismos sectores ya señalados por ustedes antes. Creo que aquí en este Ágora todos lo aprobamos, junto con toda la población capitalina –dijo Eugenio, mecánico de oficio que sólo había estado oyendo.
–Lo que más me llega de Sánchez Cerén es que no anda ufanándose ni vanagloriándose por su enorme trabajo por el bien del país, por su desarrollo y engrandecimiento. Los Epulones no quieren admitir que ha hecho crecer la economía, contrario al hundimiento en que la dejaron los anteriores regímenes de los pasados veinte años. Así se expresó el señor bien trajeado que a veces se acercaba al Ágora para disfrutar del palique de los filosofitos que se reúnen allí.
En coro, los circunstantes dijeron que la verdad es que no sólo ellos, sino toda la gente decente y honrada, luchadora, aprueba al presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, como también al alcalde Bukele.