Carlos Girón S.
–¡Hey mucha… muchas… muchachos, hicieron a tiempo su compra obligada de estos días?, apareció preguntando Tomás el fontanero en la explanada del Ágora Cuscatleca.
-Bueno, y usted, ¿qué ondas? ¿Qué lo trae de las barbas que hasta mudenco ha amanecido? Hablando de compra obligada. Claro, que todos nos preocupamos por comprar alimentos, eso es obligado y lo hacemos religiosamente –le respondió María, la de las pupusas de loroco.
-Yo, por mi parte ya compré eso y algunas otras cositas más para las necesidades básicas, acotó Filadelfo, el sorbetero de carretón.
-Oigan, yo no me refiero a esas cosas cotidianas, sino a otras que se han vuelto importantes en estos días, y que debíamos aprovechar las ofertas con mil facilidades para esas compras, -añadió Tomás.
-Usted quizá habla de comprar casa de las cuales hay tantas ofertas de todo precio, a más de las que ofrece el Fondo Social para la Vivienda. ¡uhhh! Tantas ofertas y atractivas y si, bueno es preocuparse hoy en invierno para tener techo seguro y propio donde guarecerse uno –abundó Julián, el vendedor de lotería.
-Tan despistados que andan ustedes, como si no vivieran en nuestros tiempos de tanta euforia a su rededor… volvió a decir Tomás.
Rosa, la del café con pan con su mochila a las espaldas intervino diciendo que tal vez podría adivinar lo que quería decir el fontanero. Usted se refiere, don Tomás –dijo- a comprar lavadoras y secadoras para este invierno cuando no hay Sol para lavar la ropa ni secarla…
-No, señorita, no, hoy nadie anda pensando en eso sino en lo que, desde el pasado 14 de junio, era, se puede decir, el plato del día, que, por cierto ya casi va a finalizar, pero siempre es muy sabroso…
-¡Ay hombre, de una vez abra bien la boca y escupa lo que anda escondiendo!, se sulfuró Josefina, la del canasto con bisuterías…
-Va pue, va pue, doña, pero no se sulfure que le puede dar una taquicardia…
-Ajá, ¿y entonces? ¿de qué se la trae entonces? Somos todos oídos… hable…
-¡El Mundial, mujer; el Mundial de Rusia; el Mundial de Fútbol que está en su apogeo ahorita! ¿Quiere más masa periquita?
-Ya, ya, el Mundial, claro, que por cierto, hasta ahora ha sido el Mundial de las sorpresas, tantas cosas inesperadas, como la derrota de Alemania bajo los pies de los charros mexicanos, o la estruendosa caída de Argentina ante Croacia, como ejemplos…
-¡Ahh.. ya, ya.. no es conmigo, pero usted claro, se refiere a ese arte millonario de las patadas –acotó Filiberto, el de los hot dogs.
-Pues sí, esa es la fiebre que andaba quemando a todos y preguntaba yo si lograron comprar sus pantallas de televisión gigantes para disfrutar todos los partidos, redondeó el fontanero.
-De veras que los grandes almacenes están ofreciendo casi regalados esos televisorones que dan ganas de enjaranarse para tener ese gusto, pues, al cabo que son de los pocos lujos que nos quedan a los pobres, expuso la pupusera.
-Es que vale la pena vivir la fiesta de este Mundial de Rusia. Ya ven que estamos viendo los encuentros entre los grandes equipos mundialistas, con sus estrellas de renombre, expuso Julio, el lustrador de botines. Y agregó: estos mundiales –que debían ser más seguidos, cada dos años, por ejemplo en vez de cuatro— son un respiro para el mundo y la humanidad, agobiados de tantos y tantos problemas de todo orden, económico, político, de violencia, de guerras, de invasiones, ¡uff! En estos días nos olvidamos de todo eso y vemos con alegría los partidos.
-Es una pena que nuestro país no alcance a llegar a esas alturas de un mundial, con nuestras selecciones mediocres, como sus entrenadores… apuntó Sebastián, un relojero que se paseaba por allí con su cajita de herramientas.
-¡Cómo no! Sí, El Salvador ha participado en esos mundiales!, aclaró Filiberto.
-El taxista se rió y dijo: es verdad, una vez participó en uno de esos eventos mundiales, pero fue para vergüenza. Si mal no recuerdo, jugó contra Hungría, pero, qué lástima. Le encasquetaron diez, diez goles, marca histórica, jamás vista, menos en un mundial…
-A pues sí, mejor que no asista, ¿para qué?, ¿para sufrir esas afrentas a nuestro país? No, mejor no.
Pero, por otro lado, qué bien lo que dijo antes Filiberto con lo del arte millonario de las patadas –apuntó Fidelina, la vendedora de mercado. Es pasmoso ver los millones que se embolsan la mayoría de jugadores cuya virtud principal y única digamos es que saber mover la pelota y las patas, driblar al adversario con destreza para encajar los goles en la red… Digo esto porque soy algo aficionada a ese arte de las patadas…
-Y, métale pluma, ahuecar las manos para recibir cada mes ¡dos millones o más de dólares!, añadió Ruperto, el taxista de la acera.
-Miren… a los políticos ladrones, expresidentes, exministros o funcionarios en servicio, a quienes les encanta el robo les vendría bien meterse a imitar a esos jugadores… así no andarían saqueando el tesoro público ni vendrían a parar a la cárcel –dijo el joven universitario que acertaba a pasar por el Ágora…
-Lo dudo, lo dudo, aclaró Tomás..
-¿Por qué? Inquirió Fidelina.
-Pues simplemente porque para ser como esos futbolistas famosos se necesita ser inteligente para hacer todas las piruetas que hacen para meter los goles, y los políticos son unos tontos, sin el menor sentido común… añadió el fontanero.
-¿Tontos? ¡Ay, Señor! Nada de eso tienen los políticos guanacos. Buxos son, avorazados, miren pues a ese diputado que dejó tirada su curul por más de 10 días y se fue a Rusia para estar en platea viendo a Alemania caer ante México –añadió el taxista.
-Sí, usted, y arenero tenía que ser ese Carlos Reyes, que se enganchó también al alcalde de Sensuntepeque para irse juntos –agregó Josefina, vendedora del mercado. Pero –agregó- sus compinches del Congreso ni un regaño le dieron al tal Reyes y quizá ni le van a descontar del salario los días de Rusia –acotó el universitario.
Todos los presentes se mostraron de acuerdo con esta afirmación de Tomás, pero dijeron que por el momento se olvidarán de todos esos mafiosos ladrones y corruptos, presidentes, diputados y alcaldes y demás, y mejor se dedicarán a disfrutar los últimos juegos de la fiesta del Mundial de Rusia…
Tronó un fuerte aplauso…