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Agresiones Sexuales: Agresores Y Víctimas

José Guillermo Mártir

El Observatorio de la Violencia de Género contra las Mujeres de la Organización de Mujeres Salvadoreñas (ORMUSA)1, cheap informa que la Policía Nacional Civil (PNC) recibió dos mil cuatrocientos veintitrés  denuncias de violencia sexual durante el año dos mil catorce, rx es decir, más de seis denuncias diarias. Durante el período de Enero a Octubre de dos mil catorce, la PNC registró un total de dos mil ciento veintisiete delitos por violación sexual, siendo la violación en menor o incapaz el delito más denunciado.

Del primero de Enero al primero de Junio de dos mil catorce, se cometieron en el país, al menos, cuatro violaciones diarias. En los primeros cinco meses de dos mil catorce, el delito contra la libertad sexual más frecuente  fue la violación en menor e incapaz, seguido por violaciones en mujeres adultas, sin contar los casos de estupro y agresiones sexuales en menores. Estos datos indican un promedio de al menos cuatro abusos sexuales diarios. El Instituto de Medicina Legal (IML) confirma que dentro de las agresiones sexuales en general, las adolescentes son las principales víctimas. De cuatrocientos cuarenta y cuatro violaciones cometidas contra víctimas femeninas en el primer trimestre de dos mil catorce, el setenta y dos por ciento fueron cometidas contra niñas y adolescentes de diez a diecinueve años. El lugar donde ocurrieron los delitos sexuales fue en una casa conocida de la víctima, en la casa donde ella residía, en un predio baldío y en diversos lugares como cafetales, vía pública, hospedajes, hoteles, vehículos y otros.

En cuanto a la relación del agresor con la víctima indican que era conocido, en el veintitrés punto cinco por ciento de los casos. Que era desconocido, en el veintitrés punto dos por ciento de los casos. El novio en el veinte punto nueve por ciento de los casos. El compañero de vida, en el siete por ciento de los casos. El ex compañero de vida, en el dos punto tres por ciento de los casos. El padrastro, en el cinco punto tres por ciento de los casos. El vecino, en el dos punto ocho por ciento de los casos. El primo y el tío con el dos punto tres por ciento de los casos cada uno. Esto confirma que en la violencia sexual, el agresor está en casa o en la comunidad donde residen las víctimas. Estas cifras indican la gravedad de la violencia sexual en el país.

AGRESORES SEXUALES, VÍCTIMAS Y SOCIEDAD

Miguel Ángel Soria Verde y José A. Hernández Sánchez son los autores del libro “El agresor sexual y la Víctima”2. El libro está estructurado en diez capítulos. El primer capítulo, “Agresión y sexualidad”, plantea que la psicología social relaciona la obediencia y la sumisión al poder. En la agresión sexual, hay elementos de poder-sumisión. La sociología opina que en el delito sexual hay relaciones de poder. El rol social ubica a la mujer una posición jerárquicamente de inferioridad respecto al hombre. Las sociedades propensas a la violación se caracterizan por la violencia interpersonal, por la dominancia masculina y por la separación de los roles sexuales. Hay creencias o mitos sobre la violación: la primera creencia, ligar la agresión al deseo sexual del autor. En gran parte de los delitos sexuales no aparece el objetivo sexual, pero si la humillación hacía la mujer. El segundo mito es la creencia que hay una provocación previa de la mujer. Cuando en realidad el agresor selecciona a la víctima-objetivo, anteponiendo su indefensión para realizar sus deseos. Otra creencia es la presencia de resistencia física de la víctima. Pero si la coacción inicial del autor es bien elevada, la resistencia física de la víctima se reduce al máximo. Otra creencia es que las agresiones sexuales se producían entre personas desconocidas, cuando en realidad la mayoría de víctimas conocían a sus agresores. Y el último mito es que hay un gran volumen de denuncias falsas, esto no se apoyado por las estadísticas oficiales.

El segundo capítulo titulado “El agresor Sexual”, Soria Verde y Hernández Sánchez plantean que la mayoría de los agresores sexuales son hombres, tienden a ser jóvenes y el alcohol está presente en las dos terceras partes de los casos de violación. Los delincuentes sexuales tienen a la violencia, como base de conducta hacía la mujer. Condiciones previas del agresor son la presencia de actitudes negativas hacía la mujer, déficits de valores pro sociales y actitudes favorables a la agresión. La tipología de los violadores es la siguiente: El violador de la agresión desplazada, su intención es humillar a la víctima. El violador compensatorio, busca compensar la falta de adecuación para una vida sexual ajustada. El violador sexual agresivo, la activación sexual está asociada con violencia y busca provocar miedo a la víctima. Y el violador impulsivo, realiza la violación para aprovechar la “oportunidad”.

Al tercer capítulo los autores le llamaron “La víctima y los efectos de la agresión sexual”. La victimología, dicen,  se define como los efectos psicosociales inducidos sobre la víctima y su entorno social, por eventos interpersonales y sociales tipificados como delitos. La teoría tradicional de la victimología ha sido, que el delito es causado por la víctima. Las fases consecutivas tras el delito sexual son: Shock/desorganización, la afectividad se ve dominada por los sentimientos de vulnerabilidad y hay efectos sobre la conducta. La segunda fase es la reevaluación cognitiva del suceso, donde la víctima trata de integrar el suceso dentro de sus esquemas personales. La evaluación cognitiva es un afrontamiento para las víctimas, surge de la necesidad de realizar una integración de significados. Ya que todo proceso de victimización implica un cambio en el sistema de creencias de la víctima. Antes de la agresión, la víctima tiende a ver el mundo como un lugar con sentido y controlable. Después del suceso, la víctima piensa que la vida no tiene sentido. La reacción de la víctima es aislarse en su hogar y adoptar una actitud de híper vigilancia fuera de él. La víctima puede iniciar conductas auto destructivas a mediano y largo plazo.

Al capítulo cuatro los autores le titularon “El delito y la interacción delictiva”. La amenaza o la coacción es la base de poder del agresor sexual, para lograr la sumisión de la víctima y el control de su comportamiento. Las principales fuentes de coacción son la fuerza física y el arma. El agresor realiza un proceso de evaluación cognitiva para seleccionar a la víctima, evaluando riesgos y beneficios. La víctima posee una conducta automática dirigida a la sobrevivencia. Los tipos de respuesta en las víctimas son enfrentamiento, huida o inhibición.

El capítulo número cinco es “Agresión sexual a menores”, Soria Verde y Hernández Sánchez denuncian la creencia que el agresor es una persona desconocida, cuando en la práctica, el autor es una persona próxima al niño. Efectos de la agresión sexual son: absentismo escolar, conducta asocial, puede no mostrar efectos en la infancia y surgir en la etapa adulta y nunca dice a nadie el suceso. Los actos sexuales suelen ser de dos tipos: directos como contacto genital o anal, penetraciones anales, genitales u orales e indirectas como exposición de genitales, producción de material pornográfico, inducir relaciones sexuales entre menores y exposición a material pornográfico. La tipología de agresores sexuales infantiles es la siguiente: Los fijados en la pedofilia prefieren a niños. Los regresivos, han experimentado relaciones heterosexuales, pero, presentan una masculinidad inadecuada por lo que eligen a niñas y los agresivos con características psicopáticas, eligen a niños. Los agresores incestuosos suelen ser padres, tíos y excepcionalmente la madre. No es recomendable que los menores de siete años testifiquen. La memoria de los niños tiene mayor capacidad que los adultos, el problemas es que sus capacidades verbales limitan su devolución. Por eso, la entrevista es la técnica clave. Las fases de la entrevista son la obtención de confianza, la narración espontánea de los hechos, profundización del hecho, clarificación y conclusión de la entrevista.

En el capitulo sexto, “impacto y alarma social de los delitos sexuales”, los autores comienzan diciendo que la víctima tiende a ser culpabilizada por la sociedad. Ésta estigmatización social puede deberse a la Teoría del Mundo Justo, las cosas malas le suceden a gente mala. También, puede deberse a la Teoría de la Atribución Defensiva, deseamos protegernos por lo que evitamos identificarnos con la víctima. Cuando se detiene al agresor, la reacción del medio suele ser de impacto. El proceso judicial es percibido como una postura exculpabilizadora. Y la sentencia, es vivida como justa o injusta. Las etapas policiaco judiciales comprenden: el arresto, el proceso judicial, el juicio oral, la sentencia y la etapa post sentencial.

Soria Verde y Hernández Sánchez titulan el séptimo capítulo como “Evaluación Psicológica en Delitos Sexuales”. La evaluación de los agresores sexuales tiene la finalidad de determinar la responsabilidad criminal para determinar la pena o sustituirla por una medida terapéutica. Dentro de los instrumentos más usados se encuentran el MMPI, el 16 PF y la Escala de Eysenk. Además, existen diversas escalas o instrumentos específicos para evaluar la agresión y la hostilidad, la agresión sexual, la sexualidad, el auto concepto, la asertividad y la relación social, las habilidades sociales y la ansiedad. Al final, el Perito Forense emite un informe escrito. En otro punto, la evaluación de la víctima de agresión sexual se dirige al tratamiento posterior de la persona. La evaluación psicológica forense busca, evaluar el sufrimiento o padecimiento de la víctima y la valoración de la credibilidad de su testimonio. La metodología evaluativa comprende: la entrevista individualizada y técnicas evaluativas psicológicas. Luego, se escribe el informe pericial de las secuelas de las víctimas.

El capítulo octavo llamado “Declaración y testificación”, los autores dicen que el acusado brinda declaraciones en los diferentes momentos del proceso jurídico penal. Igualmente, la víctima de un delito sexual, al interponer la denuncia, se convierte en testigo. La víctima como testigo, enfrenta un problema de credibilidad.

El penúltimo capítulo, “Intervención psicológica en delitos sexuales”, Soria verde y Hernández Sánchez mencionan que el tratamiento de rehabilitación de agresores sexuales en medios cerrados utiliza técnicas como: el entrenamiento de habilidades sociales, el auto control y la auto instrucción, el auto control del comportamiento agresivo, el juego de roles, la solución de problemas y el desarrollo moral. En los programas en medios abiertos, se utilizan tratamientos comunitarios en adolescentes agresores. Y el tratamiento de parafilias comprende programas cognitivo-conductuales y la utilización de anti andrógenos. En cambio los métodos y técnicas de tratamiento a víctimas comprenden cinco sesiones, con la participación de doce personas. Sesiones de hora y media o dos horas de duración, durante dos o tres semanas. Por otro lado, la intervención en crisis tiene como objetivo reducir la tensión personal de la víctima. Esto por medio de una o dos sesiones, con una duración de media a una hora. Los tratamientos grupales comprenden los peer groups, donde las víctimas de agresión sexual se reúnen para facilitar la ayuda mutua y los grupos terapéuticos.

Y en el último capítulo, “Situación actual y alternativas”, los autores afirman que hay una creciente conciencia social ante formas de agresión sexual no reconocidas tradicionalmente. En el acoso sexual se rastrea una conducta coercitiva y actitudes de minusvaloración hacia la mujer. Y la pornografía, que es una representación de personas en actividad sexual, es asociada a la violencia. Aunque hay poca evidencia que la exposición a la pornografía incrementa las respuestas sexuales agresivas, si hay datos que puede alterar la percepción de observadores sobre la víctima y la violación.

ATENCIÓN A VÍCTIMAS

El sector gubernamental atiende a víctimas de agresiones sexuales brindándoles servicios médicos, servicios de salud mental y asistencia legal. En el Órgano Judicial, a través de juzgados de primera instancia y el IML. También en la Fiscalía General de la República (FGR), la Procuraduría General de la República (PGR), el Instituto Salvadoreño para Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), el Programa Ciudad Mujer de la Secretaría de Inclusión Social y en el sistema nacional de hospitales del Ministerio de Salud (MINSAL). Por otro lado, el sector no gubernamental se ocupa más de la atención psicológica y la asesoría legal de las víctimas de agresiones sexuales e intentan incorporarles una visión de género. Organizaciones que brindan dichos servicios son ORMUSA, el Instituto de la Mujer (IMU), el Centro de Estudios de la Mujer (CEMUJER) y la Coordinadora de la Mujer Salvadoreña (CONAMUS), entre otras3.

1  Organización de Mujeres Salvadoreñas (ORMUSA). Indicadores de violencia sexual. En: 2  Soria Verde, Miguel Ángel y Hernández Sánchez, José A. (1994). El agresor sexual y la víctima. Barcelona: 3  Innocenti, Zoila de; Quinteros, Carolina; Umaña, Nidia y Artiga, Alvaro. Mujer y violencia en El

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