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La Fundación Centro Bartolomé de las Casas con el proyecto Bridging the Gap llevan a cabo desde el 2016 experticias y conocimientos sobre Agricultura Urbana, los cuales consisten en métodos innovadores y ancestrales de la producción con prácticas agroecológicas. Foto Diario Co Latino/Silvia Quinteros

Agricultura Urbana, propuesta agroecológica de convivencia social

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

La Agricultura Urbana más que proceso de capacitación de la comunidad por la seguridad alimentaria y procesamientos de alimentos, trascendió a dos ámbitos más: sensibles, como la convivencia social y la relación intergeneracional de los comunitarios, que ahora comparten un tejido social.
Una área verde entre la Montreal y Lomas de Mónico, en el municipio de Mejicanos, es donde están María de Jesús de Portillo de 70 años y Alejandro Cruz Portillo de 77 años, bisabuelos que comparten con Bryan Antonio Rivas de 11 años, el placer de cultivar la tierra que fue el modo de vida de su familia anteriormente.
“Mis bisabuelos me dijeron que FCBC (Fundación Centro Bartolomé de las Casas) estaba en talleres de agricultura urbana, me entusiasmé. Y me gustó mucho el primer taller al que fui con ellos. Y me gustó mucho aprender a hacer abonos sin químicos, todo natural, y es bueno porque se le ayuda a la tierra a que de más bonitas las plantas, no contaminadas”, declaró Bryan Rivas.
La Fundación Centro Bartolomé de las Casas, junto al proyecto Bridging the Gap desde el año 2016 desarrolla experticias y conocimiento sobre Agricultura Urbana, que refiere métodos innovadores y ancestrales sobre métodos de producción, con prácticas agroecológicas y amigables con el medio ambiente, que permitirá a la
comunidad cosechar frutos no contaminados por agroquímicos tóxicos.
María de Jesús de Portillo de la comunidad San Simón opinó, que al preparar el “bokachi” comprendió que con métodos simples e ingredientes sencillos se puede preparar un mejor abono para cultivos, que va a permitir a la larga mejor nutrición de su grupo familiar.
La zona de la “Montreal” es parte de la elevada urbanización en el municipio de Mejicanos, en donde reside alrededor de 23,500 habitantes, de 5,595 familias, que se distribuyen entre 36 comunidades, un área que se encuentra afectada por la violencia social por el enfrentamiento de pandillas y la coerción de entidades
de seguridad de gobierno, que elevan la vulnerabilidad de los habitantes.
Andrea Mareyli Flores, coordinadora operativa del proyecto Bridging the Gap para la CBC reseñó los éxitos del programa “Agricultura Urbana”, que ha permitido que esta comunidad estigmatizada por el tema de pandillas y en donde se carecía de espacios verdes, permitieran una convivencia pacífica. Han logrado a través de cultivos orgánicos una esperanza en el camino a la construcción del tejido social. “Aquí los jóvenes y los adultos han creado las capacidades y estrategias sostenibles para salir adelante; sobre todo cambiar ese constructo social que los ha etiquetado de un lugar donde nadie puede venir, para convertirse en una fuente y crear diferentes estrategias y se puede seguir creyendo en la juventud”, afirmó Flores.
Asimismo, explicó que el proyecto de “Agricultura Urbana” inició con varios trabajos previos, que permitieron a los comunitarios conocer a fondo en teoría y preparación de la tierra de manera agroecológica. En febrero del presente año se procedió a cultivar.
“Este proyecto nos permitió conocer cómo la gente se fue apropiando de conocimientos ancestrales, de los procesos innovadores, abonos y pesticidas naturales. Y súper más interesante fue que cuando el proceso inició con los adultos, algunos tenían conocimientos ya
interiorizados, pero no los mencionaban porque consideraban que no les interesaban a los jóvenes; pero cuando empezamos el proceso con ellos, casi de inmediato los jóvenes y los niños también comenzaron a
aprender, luego como peces en el agua compartieron estos conocimientos. Es un empoderamiento doble, este intercambio intergeneracional”, consideró.
Sobre el espacio comunitario que antes no fue considerado como una opción de parque, ahora se ha convertido en un sitio seguro para las familias donde pueden compartir; además ha servido en la preparación de parcelas, que ha trascendido a los centros escolares de la zona y que ha permitido la convivencia.
“Esto ha permitido crear identidad muchos jóvenes que han participado, han comprendido que existen otras expectativas, hay otros mundos y ahora están tratando de conocer más, organizarse mejor como jóvenes que son de la comunidad. Porque este es un proceso comunitario que les permitirá seguir aprendiendo y acceder a otros proyectos”, sentenció.
Recibir la fruta, pesarla y seleccionar el producto más apto es el inicio de una sabrosa mermelada, menciona Josué Enrique Beltrán Cruz de 14 años de edad, quien se involucró de lleno en la experiencia de la Agricultura Urbana.
“He aprendido mucho de las plantas, de los frutos y su cultivo. Y creo que lo mejor es que aprendes a cuidar el medio ambiente que nos rodea. Esto nos ha permitido no solo preparar y vender mermeladas, sino también preparar vinos, cultivar, cosechar, y este conocimiento no lo teníamos antes”, expresó Beltrán.
El diploma en manos de Alejandro Portillo, a sus 77 años, se constituye en un logro importante. “Es interesante que luego de sembrar maíz he aprendido a cultivar cúrcuma, a preparar los abonos orgánicos, toda esta preparación y claro, también hierbas como la chaya, que se puede incorporar a bebidas, pupusas o comidas, por su alto contenido de nutrición, son parte de las cosas que aprendimos”, concluyó.

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