Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“No tengo patrones, no tengo horarios, trabajo cuando quiero y mis cultivos lo exigen, para mí esto (agroecología) ha sido como una terapia y me gustó, ahora en mi jardín tengo flores, plantas medicinales y otros cultivos”, expresó Carmen Ramírez, quien es originaria del municipio de San Marcos, San Salvador.
Así como Carmen, un grupo de mujeres de los municipios de Santo Tomás, San Marcos y Santiago Texacuangos integran el proyecto de agroecología, que imparten técnicos ambientalistas del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA) “Amigos de la Tierra El Salvador”.
“Tengo ayote, pipián, que ahora con la cosecha obtengo no solo para el consumo familiar, sino también para comerciar otros. Y tengo tres meses, que ya no compro maíz, porque yo lo cultivo y me ayuda bastante en la economía familiar y no tengo esa preocupación de salir a comprar y que durante la pandemia (COVID-19) nos ayudó bastante porque en el encierro, solo salía al jardín,, al campo donde aprovechamos sembrar”, manifestó Carmen Ramírez.
Con el lanzamiento de la campaña, “Agroecología: mi trabajo, mi cosecha, mi aporte al Planeta”, el CESTA junto a la cooperación alemana de Iki Small Grants, esperan generar conciencia en la población salvadoreña sobre la necesidad de proteger los mantos acuíferos, garantizar la soberanía alimentaria de las familias a través de la agroecología y mantener una relación armónica con la madre tierra.
Silvia Quiroa, directora ejecutiva del CESTA, manifestó que con esta campaña buscan motivar a la población en las ciudades a “iniciar este proceso de producción” que se puede realizar en familia y que tendrá un resultado positivo en el cuido del medio ambiente.
“La agroecología es importante porque se produce sin agroquímicos, esto es fundamental, porque no podemos seguir produciendo alimentos con venenos, envenenando nuestra tierra y nosotros mismos que consumimos las cosechas. Hemos visto que la producción de alimentos en el mundo entero no solo El Salvador han estado en manos de los agronegocios”; explicó.
“Estas corporaciones por años, nos han estado envenenando con tanto agroquímicos que se utilizan en la producción de los alimentos. Tenemos que hacer un cambio radical en la producción de alimentos y uno de ellos es dejar estos pesticidas, porque la tierra ha sido sabia desde su evolución y en ella están todos los elementos para poder producir”, acotó Quiroa.
Sobre la campaña agregó que esta va orientada, a la vez, a la generación de conciencia sobre los impactos por la pérdida de biodiversidad, la importancia de diversificar los cultivos, la restauración de ecosistemas terrestres y acuáticos, y la resiliencia de los ecosistemas para poder enfrentar las problemas actuales por el cambio climático.
“Creemos que la sociedad no puede solo seguir consumiendo 2 o 3 productos, sino que, tomar conciencia y aprender a alimentarse, y eso significa que la parcela que cultivamos debe contar con hortalizas, granos básicos y frutas, para que nuestro consumo sea diversificado”, señaló.
“Debemos también arborizar con especies forestales, porque nos ayuda a proteger el suelo, porque genera también buena infiltración de aguas lluvias y nos genera mejores condiciones en el clima. Es un eje estratégico de nuestra campaña, la arborización”, reafirmó Quiroa.
Mientras, Emma García, ingeniera agrónoma, encargada del proyecto “Agroecología: Mi trabajo, Mi cosecha, mi aporte al Planeta” del CESTA, explicó que el objetivo de la campaña es “sumar conciencia” en la población para sobrevivir y dar una nueva perspectiva de vida al planeta.
“En esta campaña trabajan 80 familias, lideradas por mujeres de los municipios de San Marcos, Santo Tomás y Santiago Texacuangos, motivando a realizar actividades como preparar compostaje (descomposición de materia orgánica), crear su propio huerto casero, sembrar o cuidar árboles, proteger los ecosistemas y cuidar el agua”, informó.
Sobre los territorios en donde realizan este trabajo de la agroagricultura, añadió, García, se caracterizan por “falta de ordenamiento territorial”, así como la existencia de mala infraestructura y una fuerte presión sobre los sistemas naturales, como la compactación de áreas de infiltración de agua o la contaminación de aguas superficiales y subterráneas. Y en las relaciones sociales encontraron inequidad de género y violación de derechos humanos.
“En el marco del proyecto fortalecimiento de las capacidades para reducir los impactos del cambio climático en áreas urbanas cercanas a San Salvador, entre los grupos que participan están las mujeres como protagonistas principales, pero también contribuyen maestros, jóvenes estudiantes, es decir, hay una infinidad de personas que están cultivando con o sin experiencia en la agroecología”, señaló.
“Asimismo, el carácter inclusivo de este proyecto ha permitido la participación de personas con capacidades especiales, ¿Qué nos motivó a plantear esta campaña?, pues la crisis que están viviendo nuestros ecosistemas que implica la delimitación entre la frontera urbana y agrícola para subsistir, y es lo que ha deteriorado los sistemas de ahí la crisis ambiental que vivimos a diario”, reiteró García.
Ricardo Navarro, presidente del CESTA, señaló que muchos de alimentos que se consumen no se producen en el país, como la carne que está siendo importada desde Argentina.
“Cada vez que se produce un alimento a gran escala, se convierte en un monocultivo que necesita muchos agroquímicos y que producen Gases de Efecto Invernadero (GEI), entre otras cosas, y son insumos que también deben ser transportados, y eso genera también GEI, y muchos seres humanos no estamos acostumbrados a esos tóxicos y, claro, es ahí donde terminamos enfermos”, manifestó.
“Estamos tratando de buscar es una producción alimentaria que no sea agresiva al planeta, que dé alimentos sanos y también que pueda generar un espacio de sobrevivencia ante situaciones que puedan venir”, puntualizó Navarro.