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Una pobladora de la isla La Calzada, San Luis La Herradura, La Paz se dirige a su holgar kits de higiene y prevención de la COVID-19 que varias instituciones entregaron a la población. Foto Diario Co Latino/Alfredo Carías

Agua dulce: el desafío de la población en isla La Calzada

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

Un 50 % de la población compra agua dulce, es un gasto familiar de 13 dólares semanales. Los otros pobladores toman el agua de pozos que está salobre, porque aquí se vive de punchear (cangrejos) y conchas, no hay nada más de trabajos”, relata la lideresa María Magdalena Ruíz, de Guillén, en la isla La Calzada, San Luis La Herradura, La Paz.

Las tormentas tropicales consecutivas Amanda (Océano Pacífico), ocurrida entre el 30 y 31 de mayo, que dejó 26 muertos, una decena de desaparecidos y alrededor de 4,000 damnificados, sumó sus estragos a los que dejó a su paso Cristóbal (Océano Atlántico), entre el 1 al 12 de junio del presente año. Afectaron inclementes a más de 496 familias que habitan en las comunidades de El Ranchón, Quislua y La Hacienda.

Datos oficiales dan cuenta de que la isla La Calzada es un estuario de 17 kilómetros de longitud y 1,500 metros de ancho, que se encuentra rodeada de brazos angostos (canales) entre los brazos del manglar que forman una barrera viva de la costa salvadoreña. Y, a una distancia de 68.7 kilómetros de San Salvador, este grupo poblacional demanda agua potable, salud, educación y fuentes de trabajo diversas.

María Magdalena de Guillén comentó que, en el marco de la Emergencia Nacional por la pandemia del COVID-19, han seguido todos los protocolos de seguridad sanitaria, evitando así casos positivos de coronavirus; pero la falta de agua dulce ha provocado enfermedades intestinales, dengue, zika y renales, que generó el fallecimiento de dos personas de la isla.

En la jornada humanitaria ATECA, PROVIDA y OXFAM entregaron kits de higiene y prevención de la COVID-19 a la población, que se enmarca en el proyecto: Mitigación del Impacto de las Tormenta Amanda en la población de la isla La Calzada, San Luis La Herradura.

Pobladora de isla La Calzada, San Luis La Herradura, La Paz se dirige a su holgar kits de higiene y prevención de la COVID-19. Foto Diario Co Latino/ Alfredo Carías

“Después de las inundaciones de las tormentas Amanda y Cristóbal, no tenemos agua potable, nos donaron unos filtros y se les dio a unas familias de unos caseríos y se logró poner una punta en un lugar alto y de allí sacamos agua dulce, pero no tiene filtro. Es agua dulce pero no potabilizada, fue en estos días de pandemia”, indicó.

La vulnerabilidad social y económica golpea a este centenar de familias que han dejado de enviar a sus hijos e hijas a la escuela por la escasez de maestros e ineptitud en el desarrollo de los programas, que consideró eran insuficientes para que la población infantil y adolescente aprenda, como han reiterado los padres de familia.

“En el centro escolar cantón La Calzada, los tres maestros deben atender de kinder a noveno grado, pero la denuncia de todos los padres de familia es que a veces les ponían una película a los niños y jóvenes, para después mandarlos a la casa y muchos jóvenes decidieron dejar la escuela. Ahora estamos con una iniciativa de enseñar a leer a los pequeños y adolescentes, con el apoyo de una organización internacional. Y se mandan a estudiar bachillerato y útiles escolares a cinco jóvenes pero no pasan de diez los jóvenes que van a estudiar, es lamentable. Y solo queremos del Gobierno que nos ayuden con emprendimientos, estudios y salud”, indicó.

La recolección de punches (cangrejos) y conchas, así como labores agrícolas, se ciñen al consumo familiar y solo en temporadas pueden vender algunos de estos productos para obtener algún dinero y comprar otros alimentos, aclara María Magdalena, quien espera que con la apertura económica, el próximo lunes 24 de marzo, la gente pueda salir a vender y generar ingresos económicos.

“Aquí algunas personas ya comenzaron a sacar conchas y andan buscando compradores, otros pescan en el estero. Y es que con la cuarentena que no había forma de salir a trabajar fue un caos lo que vivimos. Decidimos preparar almuerzos para más de cien niños y fue lamentable no poder atender a todos debido a las limitantes. Este lugar comunitario -le llamamos el Oasis-, con el apoyo de la organización de Cristo para la Ciudad Internacional, nos donaron la mitad de este solar y ahora contamos con la casa de la salud para dar consulta cada viernes, atendemos a 40 personas, por diabetes, hipertensión y los niños por desnutrición”, manifestó.

Para Karen Ramírez, de PRO-VIDA, que junto a OXFAM y ATECA vienen brindando apoyo a las comunidades de la isla La Calzada, es importante auxiliar desde sus programas y proyectos la problemática de acceso al agua dulce que viven los pobladores actualmente.

“Sabemos que uno de los problemas más graves de la isla es la salinización de los pozos artesanales dentro de las comunidades que han realizado diferentes intentos para obtener agua dulce para consumo y uso doméstico, que ha sido imposible puesto que el pozo del sistema de agua con el que cuentan también se salinizó y se agrava en el marco de la pandemia del COVID-19, una violación al derecho al agua, porque las mismas familias han tenido que decidir si comen o compran el agua dulce de consumo; es por esto que la ayuda que estamos entregando es agua potable, cal para desinfección de letrinas y mosquiteros en la prevención de picaduras de zancudos, sumándonos a la lucha antivectorial por dengue, zika y chikungunya”, apuntó.

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