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Aires y vientos de navidad

Carlos Girón S.

Los aires y vientos de estos días nos traen a todos ya la alegría característica de la Navidad, época de conmemoración del Nacimiento del Niño Jesús hace más de dos milenios. La gente de buenos sentimientos percibe que la alegría es principalmente de naturaleza espiritual y de santidad. Les despierta amor al prójimo, amor a la vida, sentido de agradecimiento por todas las bendiciones recibidas a lo largo del año –que también ya está llegando a su término.

El ambiente actual genera en muchas personas un corazón musical, que parecería ser una caja de resonancia de música celestial que desciende de los cielos y es sublime, que hace vibrar toda la red nerviosa, produciendo sensaciones de lo más agradable, capaz de traducirse en felicidad.

Por el otro lado, muchas otras personas, la mayoría anda más bien pensando en los regalos, en las compras que harán con los aguinaldos (quienes tienen la bendición de recibirlos), compras de esto y aquello, los que van a obsequiar a los familiares y amigos, sin olvidar desde luego el pavo o el chompipollo para la Cena Navideña y los consiguientes brindis..

La época debería aprovecharse también para hacer actos de reflexión y tener una celebración tranquila y pensar en las personas necesitadas a quienes se puede favorecer de algún modo siquiera en esta época si no pueden hacerlo en otras también.

Una forma de reflexión y meditación es acudir a las iglesias o bien en la propia casa, en cualquier rinconcito, y hacer memoria de las acciones, los hechos relevantes –positivos o negativos— que merecen continuarse o corregirse.

El hecho es que este espíritu navideño con su alegría flota en todos los ambientes, en las calles, tiendas y almacenes, restaurantes y demás lugares de distracción o diversión. Para transmitirse unos a otros, al cruzarse al paso, es regalar una sonrisa con un “Feliz Navidad”… y si se puede, estrechar las manos de manera sincera, que se sienta el calor humano.

Es una lástima que la época coincida con este período pre electoral con campañas truculentas de los partidos queriendo hacer creer que sus candidatos son el non plus ultra. Y lo peor, escuchar o ver en los medios las promesas de pastor de los ambiciosos del poder político de las mayores alturas. Las hacen por la costumbre de todos los que andan de presidenciables, en todos los tiempos, sabiendo que no podrán cumplirlas y que acaso lo hagan con las más fáciles, pues para las otras, las gordas, es necesario contar con el respaldo multitudinario de los ciudadanos.

Hoy en día, estos ya tienen bien alerta la consciencia y aprendida la lección de épocas pasadas, y no caen en las trampas. El pueblo sabe perfectamente que si no trabaja duro, no puede vivir ni salir adelante. Es con su propio esfuerzo y hasta sacrificio que las familias se mantienen en pie, ya que saben que ningún presidenciable que salga electo, se meterá la mano a su propio bolsillo para repartir bonos, y menos que quienes tienen grandes y millonarias empresas abrirán sus puertas para que la gente llegue a aperarse de los productos alimenticios, de vestimenta o herramientas para el trabajo.

Andan ofreciendo los presidenciables que incrementarán sustancialmente los salarios de los médicos y enfermeras, o darán buenos subsidios a los agricultores para impulsar sus cultivos y cosechas, acaso también prometen bonos a las señoras de los mercados, a los taxistas y buseros…Pero, el pueblo no se engaña a sí mismo ni se deja engañar… ya ha tenido suficiente experiencias con los tiempos pasados.

Lo que convendría que hicieran es garantizarle al pueblo que –de ser electo—crearán los mecanismos técnicos y jurídicos, legales, para exigir y obligar a los grandes deudores del Fisco a pagar los miles de millones que por años han dejado de pagar, además de apropiarse de los descuentos que hacen a los empleados y trabajadores de sus negocios en concepto de IVA o Renta. Pero, ¿se ha oído que alguno de los candidatos haya hecho siquiera alusión a este problema, en algún momento? No lo hacen porque pudiera ser que ellos mismos estén en las listas de esos morosos fiscales.

Pero, mejor no preocuparnos tanto por esta clase de cosas tristes y negativas, sino disfrutar sana y santamente la alegría, el contento y la felicidad propias de la hermosa época que nos anuncia la rememoración del Nacimiento de Jesús y de una mejor forma: hacer y sentir que Él nazca en el pesebre del corazón de cada uno de nosotros.

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