Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Rebeca Quintanilla, bióloga e investigadora del Laboratorio de Toxinas Marinas de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador (LABTOX-UES) aclaró que la primera medida para una solución del mal olor y sabor del agua es investigar e identificar qué cianobacteria o microalga ha proliferado en las aguas del río Lempa, que toma la Planta de Tratamiento de Las Pavas (Santa Ana). “Hasta que investiguemos en el laboratorio, podremos identificar si se trata de una cianobacteria o microalga, que ambas forman parte del fitoplancton, porque es como un bosque, que tiene múltiples especies. En el laboratorio le vamos a identificar para darle su nombre científico e identificarlo taxonómicamente (clasificarlo), qué es, nombre y apellido, y si es potencialmente tóxica o no; es lo que debe hacerse, identificar la toxina”, afirmó Quintanilla.
Con más de una semana de aguas con turbidez, mal olor y sabor, que ha venido recibiendo la población del área metropolitana de San Salvador en la distribución de la Administración de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), el Ejecutivo, a través de la Comisión Nacional de Protección Civil, impulsa una serie de acciones territoriales como distribución de agua y limpieza de pozos de la planta potabilizador, a fin de paliar con los contratiempos; pero como reiteraron los especialistas del LABTOX-UES, una medida urgente es la identificación del fitoplancton para buscar soluciones integrales.
“Las algas son células un poco más complejas porque tienen más estructuras internas que las cianobacterias que son más sencillas, pero ambas realizan una función similar que es la fotosíntesis, que es como los árboles que introduce energía solar, por eso es mejor llamarlas fitoplancton. Las cianobacterias son las que generalmente proliferan en aguas dulces como pasa en Coatepeque e Ilopango, en aguas dulces las cianobacterias son las que reinan”, informó.
En cuanto a las medidas de tratamiento por la proliferación de este fitoplancton en la planta de tratamiento, se debe acudir a la literatura que aborda este tipo de situaciones, que afirmó algunas son de reciente data, por factores que podrían ser desde la contaminación provocada por el hombre hasta el cambio climático.
“Lo importante es no romper la célula porque la toxina (al interior) se libera al medio (agua), es cuando la célula se rompe y todo lo que tenga ese bichito dentro se libera y esas son partículas más chiquitas que removerlas del agua es más complejo, entonces ese es el primer paso. Porque hay procesos mecánicos o químicos, como el cloro que tiende a romper estas células y dependiendo de la concentración podría destruir esas moléculas o no; pero tendríamos que ver primero qué clase de toxina es, porque hay muchas toxinas, tendríamos que ver qué especie es, qué toxina puede producir y cuál sería y se debe identificar si es potencialmente tóxicas o no”, sugirió.
Óscar Amaya, director del LABTOX-UES señaló que desde el viernes 17 de enero contactaron a la Unidad Ambiental (ANDA) para ofrecer el apoyo, ya que se encuentran equipados a nivel regional en cuanto a la identificación y cuantificación de algunos venenos.
“Hemos ofrecido el apoyo logístico y les pedimos que nos proporcionaran muestras del agua que está siendo distribuida para tenerla en el laboratorio, porque tenemos que asegurar que sea del agua (Planta Las Pavas), porque hemos colaborado con ANDA, con las microalgas del lago de Ilopango, pero hasta el momento no nos han avisado nada desde la Unidad Ambiental”, aclaró. Asimismo, consideró que el tema de las microalgas está siendo investigado a nivel mundial, por el tipo de problemas que acarrea a los países, que puede convertirse en pérdidas millonarias en materia económica, así como la salud y el daño al medio ambiente, al causar mortandad de flora y fauna, en aguas continentales como lagos y ríos así como la parte marina.
“De acuerdo a la literatura científica, los dos compuestos químicos asociados al mal sabor y olor del agua es de una proliferación de cianobacterias que serían la geosmina y el 2-metilisoborneo, que son los que dan un mal sabor al agua y un olor como a tierra, aunque no necesariamente este mal sabor y olor esté relacionado a microalgas de naturaleza tóxica, no podemos afirmarlo aún, porque la obligación del laboratorio es hacer la respectiva identificación taxonómica y diferenciar si la especie es tóxica o no”, manifestó Gerardo Ruíz, químico del LABTOX-UES.
Además, considera que no se puede garantizar el término de este fenómeno que puede durar algunos días o pueden ser incluso meses, mientras no se identifique el fitoplancton, así como buscar si existe una fuente a la que esté asociada esta proliferación, ya que son organismos que producen su propio alimento, que demandan nutrientes, y al identificar alguno de ellos podrían contar con elementos para saber del porqué de la cantidad excesiva de este, o buscar las causas y las medidas que se pueden tomar, así como otras acciones para solucionar el problema.
“Los procesos que pueden acelerar es la contribución del hombre, por las diferentes actividades agrícolas o los desperdicios de zonas urbanas, como aguas negras no tratadas, que pueden ser nutrientes para estos microorganismos.
Hay varios factores; entre ellos, el incremento de la contaminación, particularmente con nitrógeno y fósforo, que son nutrientes para estos microorganismos y es un fenómeno natural que no tiene nada que ver con una intención particular de la mano del hombre”, puntualizó.
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