Renán Alcides Orellana
Es indudable que algunos de los desaguisados que -con marcada frecuencia- se dan a nivel del Pleno Legislativo, viagra prostate se debe a que los partidos políticos, look haciendo caso omiso de un principio constitucional, salve “eligen” a los futuros diputados, sin comprobar su grado de honradez e instrucción notorias (Art. 126 Cn.). Sin embargo, hay excepciones que, aunque mínimas, son por eso apreciables. Y por su parte, la población electora, cumplidora fiel de su derecho/deber constitucional de ejercer el sufragio, vota por el candidato “designado”.
Los requisitos constitucionales resultan sometidos al compadrazgo, al compromiso familiar y político y, casi siempre, responden al reclamo del favorecido: “a mí no me den, pónganme donde hay”. Y ahí lo ponen. Son candidaturas surgidas del “dedazo” político partidista, nunca producto de una proyección justa y equilibrada que busque el desarrollo de la comprensión que representan. Son por tanto inconvenientes. Tampoco puede ser aceptado, por cuestión de dignidad y respeto a la ciudadanía, que -como ha sido costumbre- a la falta de dichos requisitos se añadan actitudes de prepotencia, desidia, indiferencia ante los problemas de la comunidad y desconocimiento de la realidad nacional y mundial; males que, lamentablemente, siempre han hecho presa de algunos diputados. El tiempo, sin embargo, ha ido -irá- rompiendo lo que ha sido una nefasta tradición: ocupar el cargo de diputado, no para servir al pueblo sino para servirse de él.
De ahí que el producto general de esas “elecciones” de dedo, o sea el total de los 84 diputados que componen la legislatura, se ha venido sustentando en un nivel de incultura político-social, únicamente salvado por el hecho de que entre esos legisladores, siempre hay -aunque en grado mínimo- verdaderos hombres de principios: con vocación cívica y espíritu de servicio. La ciudadanía consciente y honesta espera que esta especie de rara virtud de honestidad de algunos diputados -muy escasos, por cierto- vaya para mejor cada día, en beneficio de la sociedad salvadoreña.
Hay entonces motivo de preocupación, pero también de optimismo, ahora que están próximas las elecciones para diputados de marzo 2015, el pueblo ya sabe hacia dónde quiere ir y quienes pueden conducirlo a ese sitio, toda vez que los aspirantes entiendan que, para ser diputado, se deben cubrir los requisitos de instrucción y honradez notorias; y, sobre todo, dejar a un lado la prepotencia y por lo menos conocer lo más elemental que ocurre en el mundo, en el país, en el departamento que dicen representar y hasta dentro del mismo Órgano Legislativo.
Marzo de 2015, pues, será la oportunidad, tanto para candidatos como para electores, de darle cumplimiento a lo estipulado en la Constitución de la República, en cuanto a las exigencias constitucionales a quienes deseen representar, con dignidad y eficiencia, a la población. Todo eso será posible cuando los partidos políticos eviten que los diputados sean escogidos, como ha ocurrido hasta ahora, por nepotismo, compadrazgo o compromisos políticos. Y, contrario a esa vieja práctica, indebida e indecorosa, sepan elegir buscando el hombre para el puesto y no el puesto para el hombre. ¡Así sea!
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PUNTO Y APARTE. La prescripción después de diez años y el ejercicio del testigo criteriado en ilícitos emblemáticos, son dos figuras jurídicas cuya aplicación, en las últimas décadas, ha afectado significativamente algunos juicios importantes, favoreciendo a la impunidad. Si esto es así, ¿será que es tiempo de una revisión a la legislación respectiva, para considerar si conviene reformar o derogar esas figuras…? (RAO).