Ricardo Olmos
Economista
¿Cuántas veces los funcionarios del FMI han visitado algunos municipios pobres de El Salvador? ¿Conocen El Salvador? O sólo bajan del avión, realizan sus reuniones y luego se retiran? En sus archivos traen sus series estadísticas, solicitan otras adicionales, se entrevistan con algunos funcionarios del gobierno, miembros de la “sociedad civil” como Fusades, Funde, y se retiran. A los días aparece un informe. Es seguro que en sus informes no se llenan de realismo humano ni mucho menos de análisis económico para que sus propuestas sean más congruentes con las realidades sociales de nuestro país. Por ejemplo, no hablan de elusión y evasión de los compromisos fiscales mayormente de la gran empresa en el país. No conocen esas palabras. Eso tiene un realismo de primer orden pero les da miedo pronunciarlas. Las olvidan.
Esa es la diferencia de esos intelectuales con el que comento en esta oportunidad. Me refiero a Albert Hirschman, un berlinés que se metió con los pueblos, con aquellos que sufrían persecución por los nazis y apoyó a sus coterráneos. Se forjó con los mejores de los luchadores contra el franquismo, y luego en América Latina con sus mejores ideas asesorando a muchos de los gobiernos, intelectuales y centros de pensamiento de su época.
Al final del año pasado se realizaron homenajes póstumos al que fuera uno de los intelectuales del siglo XX. A 100 años de su nacimiento se realizaron todo tipo de actividades en las universidades prestigiosas de Norteamérica y organismos multilaterales, en donde el pensamiento de este berlinés promovió los fundamentos de la economía para el desarrollo, área del saber que poco a poco se hace espacio como una de las disciplinas de las ciencias económicas.
Hirschman parte de una metodología novedosa que es una constante en vincular la economía a las demás ciencias sociales, con lo que logra situar e irrumpir con propuestas claras para una nueva economía para el desarrollo ubicando a esta, junto a la macroeconomía y la microeconomía en el centro y corazón de la teoría económica de nuestros tiempos. En 1996 declaró que entre las preocupaciones principales y en el proceso mismo de su formación profesional para la década de 1930, en la École des Hautes Études Commerciales –HEC– de París que esos conocimientos le “ayudaron a desarrollar un punto de vista propio cuando, mucho más tarde, se enfrentó a los retos y problemas del desarrollo económico y la industrialización en Latinoamérica” (Hirschman, 1996, pág. 143).
Hirschman fue un intelectual de mucho calado en las ciencias económicas. Y no es para menos pues en la comunidad académica este intelectual manifestó un vivo interés por explorar la realidad de nuestro tiempo dejando con mucha vigencia en nuestros días con sus 14 libros en su haber, con una variedad de temas en el marco de las ciencias sociales. No solamente conoció y realizó sus estudios en Europa sino que además vivió y se instaló en Colombia, y realizó innumerables visitas de asesoría a países de la región de América Latina por varios años acudiendo a invitaciones de gobiernos y centros de pensamiento.
¿Qué tanto guarda vigencia los escritos de Hirschman a países como el nuestro? ¿Es aplicable tanto el pensamiento teórico y metodológico a sociedades como las nuestras para realizar por ejemplo un crecimiento económico acelerado que nos conduzcan al desarrollo económico y en otros órdenes de la vida nacional? ¿Son aplicables a las realidades de nuestros países ese pensamiento de este intelectual a las realidades actuales de América latina? La política debe ceder espacio a la economía, y viceversa así como al resto de ciencias sociales para que se tengan propuestas integrales, sin miedos ideológicos que permean permanentemente en nuestros países y que no dejan avanzar a nuestros países como es el caso de la sociedad salvadoreña.
Los legados considerados como clásicos en el área económica de este intelectual son descritas en “La estrategia del desarrollo económico (1958) pero le siguen otras menos conocidas, pero de importancia crucial en el libro “Las pasiones y los intereses” (1977) con una vigencia excelsa y de aplicación para los países menos desarrollados como El Salvador.
Las contribuciones intelectuales de Hirschman son enormes y su libro “Salida, voz y lealtad” (1970) que es un clásico de la ciencia política y la economía pues abrió una veta novedosa para el estudio de las respuestas humanas a los cambios en entornos económicos, políticos y organizacionales. Sus aportes en algunas áreas fueron retomadas por Douglas North, premio Nobel de Economía (1993) con el nuevo institucionalismo. Por su parte, Paul Krugman, en Desarrollo, Geografía y Teoría Económica (1997) retoma los aportes de Hirschman. La fecunda producción intelectual de Hirschman invita a que intelectuales y académicos sitúen en sus investigaciones los aportes que son referencia obligada y se institucionalice este legado aún más cuando se aspira a construir senderos de acuerdos y de propuestas realmente novedosas para países con las deudas sociales económicas y sociales crecientes de nuestros países.
Hay que retomar este pensamiento prolífico de este intelectual. La realidad como un todo debe de ser abordada de esa manera, como un todo. Pero ni siquiera la realidad fiscal del país es abordada de esa manera. Cómo dar respuestas correctas si en la misma no se toma en cuenta la integralidad de la vida salvadoreña. Cómo hacer para que los ingresos que no llegan al Estado, esos que no se pagan en efecto, ingresen y se paguen pues representan casi 7.5% del PIB con lo que de manera estructural se pagaría el déficit fiscal prevaleciente y se tendría para iniciar la reforma de salud, una reforma educativa real y pujar por un desarrollo acelerado del país. ¿Qué dicen los señores del FMI sobre esa realidad tan verdadera?
Los procesos que viven la sociedades actuales como las nuestras deben de elevar sus capacidades para que se presenten nuevas propuesta técnicas llenas de realismos técnicos e integrales en donde los partidos políticos puedan discutir tomando en cuenta que la política fiscal debe servir a todos, en donde el centro de la acción pública en primer lugar sea resguardar los intereses de los más pobres y de aquellos que contribuyen a la creación de la riqueza que son los trabajadores del país. De iniciarse ese proceso más que complacido estaría Hirschman uno de los intelectuales que ha marcado época en el mundo con los fundamentos para la economía del desarrollo para bien de la humanidad.