Por Kelly Velásquez
Ciudad del vaticano/AFP
Unos 65 alcaldes de todo el mundo, entre ellos de grandes ciudades de América Latina, como Río de Janeiro, Sao Paulo, México y Bogotá, se reúnen martes y miércoles en el Vaticano para luchar contra el cambio climático y la trata de seres humanos.
Los regidores examinarán las formas de luchar contra esas dos tragedias, que el papa Francisco condena claramente en su encíclica «Laudato si'».
Ante el llamado de esas esclavas modernas, cuyos gritos no suelen ser escuchados en muchos rincones del planeta, la Iglesia católica liderada por Francisco decidió movilizarse.
Invitó a unos 65 alcaldes de todo el mundo, entre ellos de grandes ciudades de América Latina, como Río de Janeiro, Sao Paulo, México y Bogotá así como a los regidores de París, Madrid, Nueva York, Boston, San Francisco, Roma, Milán, Nápoles, Oslo, Estocolmo, Teherán, Argel, Abiyán, Acra, Libreville, Lubumbashi (RD Congo) y Johannesburgo.
La reunión, organizada por la Academia de Ciencias Sociales de la Santa Sede, dirigida por el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, se concluirá el miércoles con un discurso del papa Francisco y una declaración conjunta.
En el foro, con el título, «Esclavitud moderna y cambio climático», los alcaldes van a intercambiar experiencias e identificar las mejores prácticas para reducir las emisiones de anhídrido carbónico y eliminar la prostitución y la trata de personas, que el papa considera formas modernas de esclavitud.
Para el pontífice argentino se trata de fenómenos que afectan a todo el planeta y que hay que combatir con una visión conjunta, con el apoyo decidido de las autoridades locales.
Supervivientes y experiencias
Según el programa, el foro será abierto por relatos de dos supervivientes, dos mujeres que han padecido esas formas de esclavitud.
Sucesivamente los regidores ilustrarán con ponencias de unos diez minutos de duración los propios programas y experiencias sobre el tema.
La lucha contra las nuevas formas de esclavitud fue objeto de una reunión mundial de jefes de policía en abril del 2014 en el Vaticano y de un encuentro de líderes religiosos mundiales el pasado 2 de diciembre, en el que asumieron el compromiso de erradicarla antes del 2020.
Los jefes de policía de grandes ciudades alentaron al Vaticano a invitar a los alcaldes, sus superiores jerárquicos, para involucrarlos más en ese combate.
Para ello, el Vaticano contó con la colaboración de la ONU, cuya sede Francisco visitará en septiembre próximo durante su viaje a Estados Unidos. «Queremos que los alcaldes se comprometan a acabar con los abusos, la explotación de personas, la trata de seres humanos, el tráfico de órganos y el servilismo doméstico dentro de la propia comunidad. Son crímenes contra la humanidad», sostiene Sánchez Sorondo.
El papa Francisco, que centró buena parte de su encíclica en temas sociales, fomenta una cultura «más inclusiva y ecológicamente integrada», que tenga en cuenta a los más pobres y desheredados y encare esas dos emergencias sociales.
El testimonio de la alcaldesa de la isla siciliana de Lampedusa, Giusi Nicolini, introducirá el tema de las grandes migraciones que se registran en el Mediterráneo, manejadas por traficantes de personas, fenómeno que el pontífice ha denunciado en numerosas ocasiones.
Según el Vaticano, la esclavitud en todas sus formas afecta a 30 millones de persones en todo el mundo y los beneficios generados por los criminales vienen principalmente de la prostitución.
El dolor de la esclavitud
El dolor de dos jóvenes mexicanas, explotadas sexualmente y forzadas a trabajar, conmocionó este martes a los más de 60 alcaldes de todo el mundo reunidos en el Vaticano.
Los desgarradores testimonios de Karla Jacinto y Ana Laura Pérez, abrieron el encuentro convocado por el papa Francisco en el Vaticano para luchar contra el cambio climático y la trata de seres humanos, dos graves tragedias que afectan a todos los países, según el mismo pontífice argentino.
«De los 12 a los 17 años tuve 42.000 relaciones sexuales» reveló Jacinto, tras narrar una infancia infeliz, dominada por las abusos físicos y sexuales dentro de la propia familia.
«Un ángel caído del cielo me salvó», reconoció al mencionar la persona, un cliente, que la ayudó a romper el círculo de explotación en que se encontraba ante los cerca de 300 personas que asistían al foro organizado en el Aula Nueva del Sínodo por la Academia de Ciencias Sociales de la Santa Sede.
Una hoja en blanco se convirtió en el emblema de una nueva vida, de la batalla contra esas formas de esclavitud, un fenómeno que el papa argentino combate desde sus años de simple sacerdote en su país y que ha convertido en una prioridad desde que llegó al trono de Pedro en 2013.
«Yo los invito a que escribamos una nueva vida, una hoja en blanco. No es posible que siga existiendo esta esclavitud en el siglo XXI, no es posible que todos estemos ciegos ante esa esclavitud», clamó Pérez.
«Soportaba el hambre, masticaba el plástico, no me daban de tomar, tenía que beber el agua con la que planchaba», fue el conmovedor relato de Laura, quien se sentía frágil, impotente, incapaz de huir y vivir libremente.
«Cuando decidí escapar estaba muerta en vida», reconoció la joven, de 23 años, obligada por cinco años a planchar por 20 horas e inclusive a dormir parada.
Cambiar modelo de vida
«El papa Francisco es un ejemplo», confesó la recién elegida alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien como el pontífice está convencida de que el primer paso para modificar las conductas es el de dar ejemplo.
«Esta es una sociedad que no ha educado su sexualidad», reflexionó la alcaldesa.
«El papa nos desafía, nos invita a no seguir presos, a no dejarnos capturar del consumismo (…) Tenemos más herramientas de las que creemos. El papa pide a los gobiernos que hagamos más. Hemos sido invitados a ir más allá, por más difícil que parezca», reconoció el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio.
«Tenemos que cambiar el modelo de vida», admitió por su parte la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.
Para ese cambio de modelo de vida que el papa promueve a través de su encíclica «Laudato si'», en la que defiende un desarrollo sostenible e integral, los regidores de numerosas ciudades ilustraron las medidas que han tomado para contrarrestar el cambio climático, como empleo de bicicletas, favorecer el reciclaje, etc.
«La agenda ambiental y la agenda social son inseparables», recalcó por su parte el alcalde de la mayor metrópoli de América del Sur, Fernando Haddad, regidor de Sao Paulo.
«La ciudad contemporánea ha sido sofocada por la privatización del espacio público, por el individualismo, por el consumismo. Ese proceso tiene un impacto muy fuerte en el equilibrio del medio ambiente y del ambiente socio económico», resumió el alcalde.
La jornada se concluirá con la intervención del papa.
Al término del foro, los alcaldes deberán firmar un documento final en el que se comprometen a tomar medidas específicas para luchar contra las nuevas formas de esclavitud moderna.