Saúl Méndez
Colaborador
La Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) presentó, El pasado jueves, los resultados de la encuesta “La población salvadoreña evalúa el año 2024”, a cargo del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop). La actividad estuvo dirigida por Laura Andrade, directora del Iudop, y Amparo Marroquín, vicerrectora de Proyección Social de la UCA.
El estudio contó con una muestra de 1,266 entrevistas válidas realizadas casa por casa, a escala nacional. Los datos fueron recopilados del 5 al 17 de diciembre.
Los principales resultados de la encuesta mostraron una creciente desconfianza de las instituciones gubernamentales clave como la Asamblea Legislativa, el Tribunal Supremo Electoral, las alcaldías municipales y los partidos políticos. Además, el factor económico jugó un papel muy importante para la población salvadoreña durante el 2024. Marroquín afirmó que la encuesta revela una contradicción en la percepción de la ciudadanía: “La sociedad salvadoreña vive en una perspectiva de futuro y esperanza, pero al mismo tiempo vive una realidad cotidiana en donde las cosas no están bien”, explicó la vicerrectora de proyección social.
En datos, ocho de cada 10 personas sienten esperanza cuando piensan en el futuro, pero al mismo tiempo, ocho de cada 10 personas están profundamente preocupadas por la realidad medioambiental que vive el país. Ocho de cada 10 personas señalaron que el incremento de precios en 2024 ha afectado directamente a su economía. Ocho de cada 10 personas también consideran que es muy importante un aumento de ingresos en el salario de los trabajadores de los distintos sectores.
“Percibimos que el futuro va a estar bien, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que en el presente estamos muy mal”, dijo Marroquín.
“Esta contradicción la podemos explicar porque tenemos una narrativa gubernamental que ha conseguido construir coherencia entre lo mal que está el presente, pero lo bien que va a estar en el futuro. Usted está muy enfermo, pero en el futuro va a estar bien”, comentó.
Alcaldías, diputados y partidos políticos son considerados los más corruptos
Otro de los hallazgos relevantes muestra una creciente desconexión territorial entre las autoridades estatales y la población.
“Es en el espacio territorial donde la gente experimenta una desconexión. La gente no está encontrando respuesta en las instituciones que son más territoriales.
Cuatro de cada 10 salvadoreños dicen ‘los partidos políticos no nos están ayudando’, cuando el partido político se supone que es un instrumento democrático para canalizar las necesidades ciudadanas”, detalló Amparo Marroquín.
La segunda institución con mayor nivel de desconfianza abarca a todas alcaldías de los 44 municipios, seguido de los 60 diputados de la Asamblea Legislativa.
“La población salvadoreña no confía en estas instituciones y en estos estamentos. Son instituciones que se mantienen en un desgaste continuo”, aseguró.
“Estás mismas instituciones son las que la población salvadoreña identifica como las más corruptas”, señaló la académica.
Las instituciones que gozan de mayor confianza en El Salvador son: la presidencia de la república, la Fuerza Armada y la Policía Nacional Civil.
Bitcoin, agromercados y migración
Otros de los hallazgos relevantes de la encuesta revelan que un 77.9% de la población no percibió un cambio en su economía tras la aprobación del bitcoin como moneda de curso legal. Apenas un 4.7% afirmó percibir una mejora en su economía. Durante el 2024, 91.8% negó haber usado bitcoin para pagar, de este porcentaje, 81% nunca han usado el cripto activo.
Por otra parte, el estudio también evidenció que apenas un 27% de la población acude a los agromercados de forma regular. Entre las principales razones para no usar los agromercados es la distancia y el desconocimiento de las ubicaciones.
En materia de migración, el Iudop aseveró que un cuarto de la población salvadoreña está considerando migrar en 2025. “El proyecto de la migración sigue siendo fundamental más allá de los discursos globales y la esperanza local”, concluyó Marroquín.